Opinión | IGUALDAD

Hoy, que ya no es 25 N

La ministra de Igualdad, Ana Redondo.

La ministra de Igualdad, Ana Redondo.

 El 25 de noviembre es una buena ocasión para poner el foco en una de las lacras más enraizadas e insoportables de nuestra sociedad; la violencia de género. Sin embargo, es todavía más importante mantener esa presión de forma sostenida pasada esa fecha, para seguir redoblando los esfuerzos en combatir una realidad profundamente enraizada en la desigualdad y el machismo que requiere de toda la atención, recursos y prioridad política todos los días del año. Como bien recuerda la campaña institucional del Ministerio de Igualdad que hemos visto estos días, la sociedad española ha cambiado mucho, y ya no está dispuesta a tolerar ningún resorte de impunidad cuando se ejerce cualquier tipo de agresión y violencia contra las mujeres. Eso #seacabó. Según un estudio estadístico del Ministerio del Interior, desde 2003, año en que comenzaron a registrarse los datos sobre violencia de género, y hasta el pasado 2022 las cifras de asesinatos machistas en España han descendido un 29 por ciento.

Afortunadamente, la España que sufrieron Ana Orantes y Nevenka, era un España que miraba mayoritariamente hacia otro lado, dejando desprotegidas a las víctimas ante sus agresores, quienes gozaban en algunas ocasiones de más apoyo que sus propias víctimas. El coraje de muchas mujeres víctimas de violencia, el paso firme de cientos de miles de mujeres y la voluntad política, nos han hecho avanzar de forma clara, pero no suficiente. Ese año ha sido especialmente oscuro, de enero a noviembre de 2023, han sido asesinadas más mujeres por violencia de género que en todo 2022. El negacionismo que ha llegado a las instituciones de mano de la extrema derecha, es una de la grandes amenazas a las que nos enfrentamos, porque intenta borrar la realidad , alimenta la impunidad, y nos obliga a redoblar los esfuerzos para volver al principio y dejar claro que la violencia se denomina como tal, porque se ejerce contra las mujeres por su condición de mujer, que no es violencia doméstica ni familiar porque la raíz de la misma se basa en el sentimiento de pertenencia y de denominación de las mujeres,” en el concepto de la mate porque era mia,” y no se produce solo en el seno del hogar, entre las cuatros paredes sino allí donde está la víctima.

La ley integral contra la violencia de género fue la primera ley aprobada al estrenar la legislatura del 2004 y se aprobó por unanimidad (hoy hubiera sido imposible). Aquel fue un paso decisivo, para sacar la violencia de género de la oscuridad de los hogares y ponerle todo el foco de la política pública. Fue fundamental para mostrarlo como lo que es, un problema de toda la sociedad que requiere de una política pública, de estado, capaz de implicar a diferentes instituciones del estado de derecho, al legislativo, que tiene que seguir dotándonos de instrumentos precisos para proteger a las víctimas y acabar con la impunidad de los agresores, del ejecutivo que debe seguir desplegando la leyes, y dotándolas de más recursos, del judicial de cuyo procedimiento e interpretación adecuada también dependemos para poder garantizar una protección eficaz de las víctimas y para acabar con cualquier resquicio de impunidad de los maltratadores.

Hoy somos más quienes luchamos sin descanso contra esta lacra, y tenemos importantes instrumentos, pero nos enfrentamos a nuevas amenazas que debemos erradicar con rotundidad; el negacionismo de la extrema derecha sentado en las instituciones, la confusión de muchos jóvenes, el consumo de porno y de contenidos sexuales violentes contra las mujeres a edades tempranas, sin ningún tipo de control y de capacidad para gestionar, los fallos en el sistema de protección entre otros.

Todo ello nos obliga a alzar la voz de forma contundente, a tejer una sólida unidad política y social, a no amparar bajo ninguna circunstancia a quienes niegan la violencia machista, a analizar con rigor, humildad y valentía los fallos del sistema, y a dotar de más de recursos a los instrumentos existentes. Necesitamos un esfuerzo peramente que no baje la guardia y no olvide nunca, que el foco de atención deber ser siempre y por encima de todas las víctimas. La nueva Ministra de igualdad Ana Redondo, (fuertemente analizada y juzgada antes de empezar, como siempre sucede) ha lanzado estos días un mensaje contundente de unidad y de poner el foco en los derechos de las mujeres y la violencia de género. Nos tendrá a su lado, como en tantas ocasiones, en unan tarea que requiere de grandes dosis de sororidad para caminar juntas hacia un país libre de violencia de género, definitivamente democrático, y con garantías de igualdad.