Opinión | CALOR TÓRRIDO
Cuando llega la noche
Las primeras ciudades del mundo han empezado a crear cargos municipales para liderar la lucha contra el calor con medidas adaptables a sus circunstancias y las de sus vecinos
Al cruzar un parque una de estas mañanas cogí al vuelo una conversación de dos hombres de edad avanzada, sentados en un banco, que hablaban del calor, el tema del verano, y se interrogaban: "Mientras es de día podemos estar aquí, pero ¿qué haces por la noche?". El calor extremo nos lleva a todos de cráneo. Pensamos en poner más árboles para tener más sombra, en bajar las persianas durante el día para proteger las viviendas, en refugios climáticos que nos den una tregua al sol abrasador, pero cuando llega la noche, ay la noche.
Se han multiplicado las noches tórridas, un efecto tan global como el calentamiento del planeta. En los países del norte de Europa miran como nunca a España en busca de ideas contra el calor, discuten sobre la inmediata instalación de persianas en sus ventanas y balcones: sus viviendas están diseñadas con un patrón pensado en máximas superficies acristaladas para captar justamente la luz y calor del poco y débil sol que tradicionalmente les visitaba. Estudian los colores de las paredes de los pueblos andaluces, de las islas griegas, y la pintura blanca se ha vuelto el nuevo oro que puede ayudarles a bajar la temperatura de los interiores de casa. En Australia el gobierno regional de Nueva Gales del Sur llegó a valorar la prohibición de construir viviendas con tejados oscuros.
Los expertos recomiendan la instalación en las casas de sistemas energéticos que aprovechen las altas temperaturas de forma sostenible, como las bombas de calor, pero aunque Barcelona es pionera en esta tecnología en España, el despliegue requiere mucha inversión y ayudas para alcanzar niveles óptimos de ahorro energético y bienestar térmico.
Santiago de Chile en Chile, Monterrey en México, Miami en Estados Unidos, Melbourne en Australia, Freetown en Sierra Leona y Atenas en Grecia son las primeras seis ciudades del mundo que han dado un paso firme adelante con el nombramiento de un jefe municipal centrado en combatir el calor con medidas adaptables a las condiciones del territorio.
Mientras, Madrid ha sido señalada como la ciudad con la isla de calor más extrema en 2022, en una comparativa con otras como Mumbai, Nueva York o El Cairo, localizada en el barrio de Malasaña. Barcelona no estaba en ese ranking, pero las noches que vivimos este verano empiezan a desbordar las previsiones y a reclamar medidas urbanas profundas y estructurales.
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