Vigilancia cotidiana, la invasión de las cámaras en nuestras vidas

Existen cerca de mil millones de cámaras instaladas a lo largo de las calles de todo el planeta, la vigilancia omnipresente nos inquieta y nos incomoda, sin embargo ¿será posible avanzar la sociedad digital sin ella? Resulta difícil determinar cuántas tenemos dentro de nuestras casas. El mundo en el que las máquinas, supuestamente inteligentes, hacen funciones que antes hacíamos los humanos, se sustenta en gran parte sobre esas cámaras que toman fotos y videos sobre todo aquello que se les cruza por delante. Los dispositivos conectados a Internet envían regularmente esta información a la nube que es utilizada para distintos propósitos, entre ellos mejorar el propio funcionamiento de los artefactos y prestar un mejor servicio. Por ello las cámaras están por todas partes. Todas. Desde las aspiradoras hasta los coches captan, de forma constante, imágenes de nuestra vida. Somos permanentemente registrados por distintos dispositivos sin ningún tipo de control ni conciencia sobre ello. ¿Es esto compatible con una sociedad libre?

Hace un par de años, trabajadores del sur global, empleados por una exitosa startup de Silicon Valley y pagados a salario de Venezuela, publicaron unas cuantas fotos de una señora sentada en el baño. Las imágenes habían sido capturadas por una de esas aspiradoras inteligentes, y por circunstancias ajenas, terminaron compartidas en distintos grupos de redes sociales por estos subcontratistas. Este no es un caso aislado. Recientemente un inquietante informe de Reuters revelaba como las imágenes de las cámaras de los vehículos Tesla se compartían para burla de quienes las veían, incluyendo situaciones comprometedoras e incidentes graves. Desde un señor desnudo a un niño atropellado. Estas personas acabaron siendo memes y sus vidas ridiculizadas.

Ring es una empresa adquirida por Amazon que fabrica timbres con cámaras y sistemas de alarma también ha generado controversia. Cuenta con Neighbors, una red social que permite a los usuarios compartir imágenes captadas con los productos Ring, incluso proporcionando imágenes a las fuerzas de seguridad para apoyar en investigaciones. Pero no se queda ahí, vigilando a los vecinos, sino que también comparte un buen paquete de privacidad con Facebook y otras compañías. Esta exposición involuntaria de la vida privada de las personas plantea serias preocupaciones sobre la protección de la privacidad en la era digital, así como la responsabilidad de las empresas y los gobiernos en garantizar que los avances tecnológicos no comprometan los derechos fundamentales.

La privacidad nos permite defendernos de intervenciones no justificadas en nuestra vida cotidiana y elegir cómo interactuamos con nuestro entorno"

La privacidad es un valor esencial y propio, importantísimo para crecer como individuos y cuidar nuestra dignidad como seres humanos. Constituye un elemento clave de los derechos humanos. La privacidad nos permite defendernos de intervenciones no justificadas en nuestra vida cotidiana y elegir cómo interactuamos con nuestro entorno. Nos da la capacidad de establecer límites y decidir quién puede acceder a información sobre nosotros, nuestros espacios, objetos, conversaciones y datos personales. Sin embargo, ¿es esto realmente factible en el mundo tecnológico que estamos construyendo?

Cámaras diseñadas para asistir en la conducción o en el funcionamiento de aspiradoras capturan imágenes privadas de la vida de las personas sin su consentimiento. Es fundamental aumentar los controles de seguridad y privacidad en las empresas que desarrollan tecnología y utilizan las imágenes recopiladas por ella, garantizando así que los datos privados se mantengan protegidos. La inteligencia artificial, la visión computacional y el aprendizaje automático continuarán expandiéndose en todos los ámbitos. Por ello, debemos ser intransigentes con estos incidentes y defender nuestra intimidad a toda costa.