Opinión | Nómadas y viajantes

Crimea es la llave para evitar la guerra

La península anexionada por Rusia podría formar parte de un pacto a varias bandas: que Ucrania admita la soberanía rusa a cambio de que Moscú acepte la integridad territorial ucraniana en las fronteras actuales

El ejército ucraniano realiza ejercicios en Ucrania.

El ejército ucraniano realiza ejercicios en Ucrania. / UKRAINIAN JOINT FORCES OPERATION

Si no sabemos quién ganará la guerra civil del PP, es difícil predecir lo que ocurrirá en Ucrania en las próximas semanas. Un día Moscú alaba las propuestas occidentales para una solución pacífica y muestra una retirada (propagandística) de tropas y otro denuncia una violación del alto el fuego en las provincias de Donetsk y Luhansk, situadas al este de la región ucraniana del Donbás. Estas violaciones son frecuentes desde 2015. Para la OTAN, Vladímir Putin busca un pretexto para lanzar una acción militar.

Ambas provincias se alzaron en armas en 2014 tras la revolución del Euromaidán que derribó de la presidencia a Víktor Yanukóvich. Fue la respuesta del Kremlin a la salida del poder de los oligarcas pro-rusos que habían mandado en Ucrania tras la voladura de la URSS. Se encuentran bajo el control de la milicia Nueva Rusia. No hace falta que les diga quién es su jefe. Son la baza de Putin en la partida de ajedrez que mantiene con EEUU.

El Pacto de Varsovia encabezado por la URRS acumuló medio millón de soldados para invadir Checoslovaquia en 1968, un país 4,7 veces más pequeño que Ucrania. EEUU cifra en cerca de 190.000 las tropas rusas desplegadas cerca de frontera ucraniana. No parecen suficientes para una invasión total, pero ayudarían en una eventual secesión de Donetsk y Luhansk. También sirven para hacer creíble cualquier amenaza.

Rusia se siente superpotencia, reclama respeto. Crecen las señales contradictorias en una fase en la que prima la sobreactuación. Biden y la OTAN también quieren que su amenaza resulte creíble. No van enviar tropas porque Ucrania no es parte de la Alianza Atlántica, pero habría sanciones económicas sin precedentes, que incluyen la expulsión de Rusia del sistema SWIFT que dejaría a los bancos rusos en coma.

Regímenes represores

Para la derecha nacionalista rusa, en la que milita Putin, el Rus de Kiev --primer reino ortodoxo creado en Europa en 882-- es la cuna de la nación rusa. Tiene el mismo simbolismo que Kosovo para los ultranacionalistas serbios. Que Ucrania entre en la OTAN, además de las cuestiones de seguridad, es un asunto emocional. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski reconoció esta semana que tal vez la pertenencia a la Alianza sea un sueño inalcanzable.

La historia no afecta solo a Rusia, también tienen memoria los países del Este de Europa que padecieron regímenes represores protegidos por la URSS. Para los tres Bálticos y Polonia fue urgente entrar en la OTAN, para era ellos era la garantía de que no serían invadidos.

Putin teme que una Ucrania dentro de la OTAN reclame de vuelta Crimea, incluso que intente reconquistarla. Este es el otro territorio de negociación.

Rusia invadió Crimea en 2014 y celebró de inmediato un referéndum. Obviamente, salió  a la anexión. Moscú no podría permitir que Crimea cayera en manos de la OTAN. En esta península tiene su principal base naval en el Mar Negro. Crimea fue una conquista de Catalina la Grande en el siglo XIX, ganada al imperio otomano. Acabó dentro de las fronteras de Ucrania en 1954 por una ocurrencia de Kruschev, que se la regaló cuando todos formaban parte de la URSS.

Mapa de Ucrania.

Mapa de Ucrania. /

Integridad territorial

Para Moscú, Crimea es innegociable. Pese a las protestas internacionales todos entienden que se trata de un caso diferente. Podría formar parte de un pacto a varias bandas: que Ucrania admita la soberanía rusa a cambio de que Moscú acepte la integridad territorial ucraniana en las fronteras actuales. La cuestión de la OTAN podría quedar congelada.

Detrás de la partida evidente, hay otra, la que libra EEUU contra China, en la que los intereses de la UE no coinciden con los de la Casa Blanca. A Washington le preocupa la nueva ruta de la seda que impulsa Pekín porque le roba “mercado” en el comercio mundial.

La crisis de Ucrania es un aviso para Europa. ¿Sirve la OTAN a sus intereses en un mundo que ha dejado de ser bipolar? ¿No debería impulsar la UE unas Fuerzas Armadas propias, fuera de la Alianza? ¿No es hora de una independencia real, sin tutelaje de EEUU, que nos considera un territorio vasallo por derrotar a los nazis en 1945?

Algunos simpatizantes de la izquierda española siguen oscilando entre la nostalgia del comunismo y un anti atlantismo del siglo XX. Les resulta difícil aceptar que Rusia es el agresor desde 2014, como lo fue Slobodan Milosevic en los Balcanes. Las personas que defienden en Rusia lo que defiende la izquierda en Europa están en la cárcel, muertos o silenciados. Deberíamos resetear el sistema operativo mental una vez cada diez años. Aunque sea solo para dejar hablar desde eslóganes vacíos.