Opinión | Polémica

Rayo Vallecano, la broma y el silencio

Banalizar un delito es parte de la cultura de la violación, porque lo rebaja, lo devalúa y nos devalúa como mujeres, normalizando la violencia

Carlos Santiso, durante un entreanamiento.

Carlos Santiso, durante un entreanamiento.

Tras descubrirse el mensaje del entrenador del Rayo Vallecano femenino, donde animaba a agredir sexualmente a una mujer para mantener el espíritu de equipo, hemos tenido muchos titulares, comunicado de las jugadoras y apoyo de la afición a ellas. Recuerdo cuando en una tertulia, un periodista me dijo que la cultura de la violación no existía. Más allá de mostrar su ignorancia en un concepto más que acreditado en las ciencias sociales, aquel periodista demostró que ni siquiera era consciente porque gran parte de la sociedad participa en ello. Y hay dos conceptos importantes que estos días lo demuestran. Calificar aquella reflexión de “broma” y el silencio que lo cubre todo.

Decir que esa frase era broma es, en verdad, una broma de mal gusto. Piensan que nos pueden tomar el pelo. El humor no se hace hacia abajo, porque entonces no es humor sino una muestra de poder y de humillación. Por eso, hace cuatro años, a él no se le ocurrió proponer agredir a un compañero varón de su equipo o de otro, porque nosotras estamos por debajo, para ser violadas. Si hubiese sido esa amenaza a otro jugador, o bien cualquier otro tipo de mensaje, como agredir a personas mayores, no habría nadie que guardara silencio o lo excusara. Banalizar un delito es parte de la cultura de la violación, porque lo rebaja, lo devalúa y nos devalúa como mujeres, normalizando la violencia.

Silencio

De ahí, la segunda parte de esa cultura: el silencio. Desde aquellos que asistieron a aquel mensaje de Whatsapp y que nadie reprobó, hasta el día de hoy, con el silencio del club y de otras entidades deportivas. Hay quienes incluso se preocupan por él, por su futuro como entrenador, como si tuviéramos que asumir la responsabilidad de sus palabras. Dicen que esto está siendo una pesadilla para la entidad. No, declaraciones de este tipo siguen siendo una pesadilla para nosotras. Porque limitan nuestra libertad y dignidad. En el mundo del fútbol y otros tantos, no queremos postureo el próximo 8-M. No queremos más hipocresía.