Fenómeno natural

¿Realmente se oye el sonido del mar en una caracola?

Esta es la explicación científica al rumor que escuchamos a través de estos caparazones

¿Realmente se oye el mar a través de una caracola?

¿Realmente se oye el mar a través de una caracola? / gorillaimages/Shutterstock

Verónica Pavés

¿Quién no ha intentado escuchar alguna vez el sonido del mar a través de una caracola? Parece cuestión de magia o una mentira piadosa para sorprender a los más pequeños, pero el hecho es que cuando uno coloca suavemente su oreja contra la abertura de una caracola, sí puede escuchar un sonido amplificado de lo que parece el suave rumor del mar. 

Durante décadas este singular fenómeno ha llamado la atención de niños y mayores, que en su ansia por buscar una explicación a este hecho creen a menudo que estas conchas emiten los sonidos del lugar al que quieren regresar: el océano.

Sin querer desmerecer esta bonita metáfora, la ciencia ha tratado de buscar una teoría más lógica y apoyada en la realidad. La primera explicación a la que llegaron los científicos era tan verosímil que se extendió como la pólvora. Se pensó que los sonidos que se podían escuchar a través de la caracola no eran más que la amplificación del fluir de la propia sangre. Tenía sentido. No en vano, cuando uno apoya la cabeza sobre una almohada puede escuchar la sangre latiendo a través de la cabeza. Esta teoría obtuvo una gran aceptación, y entre otros, fue apoyada por el famoso divulgador científico Carl Sagan, quien ratificó en 1973 que la melodía que emanaba de la concha no era más que “el sonido muy amplificado de nuestra propia sangre circulando”.

El origen del sonido de las caracolas ha sido un misterio durante mucho tiempo

El origen del sonido de las caracolas ha sido un misterio durante mucho tiempo / Agencias

Sin embargo, era una teoría fácil de refutar. Si lo que amplificaba la caracola era el sonido de la sangre, éste debía variar o ser más intenso cuando se realizaba un ejercicio físico, pues el deporte provoca un aumento de la presión arterial y el pulso. Sin embargo, cuando compararon el sonido que se escuchaba en la concha mientras la persona estaba en reposo y tras realizar ejercicio físico, se percataron de que el caparazón seguía emitiendo el mismo sonido, sin variación alguna.

Los científicos se obstinaron en que, aun así, debía ser un líquido interno el que estuviera generando tal sonido. ¿Y qué otra parte del cuerpo cuenta con fluidos? Precisamente el oído. El oído interno está constantemente rebosando fluidos de endolinfa y perilinfa. Son líquidos esenciales que nos permiten mantenernos en equilibrio. Podría entonces tener sentido que, al sostener una concha en la parte exterior de este órgano, lo que se amplificara fuera el ruido del vaivén de esos líquidos.

Sin embargo, otro experimento simple provoca que esta teoría también se tambalee. El fluido del oído interno se mueve cada vez que se zarandea la cabeza. Eso supone, por tanto, que al mover el ángulo y la dirección de nuestra cabeza, también lo debería hacer el sonido de la caracola. Pero al inclinar la cabeza hacia un lado no se produce el esperado minimaremoto auditivo. La respuesta seguía siendo todo un misterio.

La respuesta no está dentro, sino fuera

Llegó entonces la última teoría. ¿Y si la respuesta no está dentro de quien escucha sino en el exterior? Los científicos empezaron a creer que lo que se escuchaba en la caracola era el aire fluyendo a través del caparazón, creando un sonido de silbido y flujo. Para corroborarlo, los investigadores trataron de escuchar una caracola en una habitación insonorizada. Pero, en tales circunstancias, la caracola simplemente enmudeció por completo. “Para que se escuche, debe haber ruido de fondo”, asegura Andrew King, director del Centro de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Oxford y jefe del Grupo de Neurociencia Auditiva de Oxford.

Caracola marina

Caracola marina / Agencias

King había dado con la clave. Los sonidos que se escuchan a través de las caracolas y que parecen provenir de su interior, no están dentro de ella, sino que proceden de su alrededor. La caracola ‘capta’ el ruido ambiental, lo amplifica y lo transforma en los sonidos que acaban en nuestros oídos. “La caracola actúa como un resonador, aumentando ciertas frecuencias de sonido, haciendo que sean más intensas de lo que serían sin la concha marina colocada junto a la oreja", detalla King.

La frecuencia del sonido depende de la forma de la concha, aunque los sonidos que suelen captar son los que se encuentran a una frecuencia más baja, más profundos y que retumban más. Precisamente como los del océano.

Pero las conchas marinas no son las únicas capaces de evocarnos un ambiente marino. En realidad, prácticamente cualquier superficie convexa sirve. Puedes intentar sostener una taza de té o un tazón en tus oídos o utilizar tus propias manos ahuecadas para lograr el mismo efecto, aunque en menor grado. Eso sí, si intentas este experimento en la cocina, no esperes encontrar el sonido del mar. Más bien escucharás el zumbido de la nevera o de las tuberías rebosantes de agua. Habrá que acercarse al mar para escuchar realmente el sonido del océano.

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