DE RUTA

El Museo Cerralbo y sus caprichos

Recorrer la casa-museo del barrio de Argüelles permite disfrutar del ambiente decorativo en el que vivía la aristocracia española de finales del XIX y sorprenderse con numerosos detalles

Imagen de archivo del Paseo de la Castellana, en Madrid, durante el estado de alarma. EFE/Mariscal

Imagen de archivo del Paseo de la Castellana, en Madrid, durante el estado de alarma. EFE/Mariscal

Ana Rubiera

Si la gran novedad del año es la abrumadora Galería de las Colecciones Reales -el gran proyecto museístico de España para lucir muchos de los fondos de Patrimonio Nacional-, quizá el Museo Cerralbo, en el barrio de Argüelles -frente al Parque del Oeste, próximo al Templo de Debod, al Palacio Real y la Plaza de España- pueda ser otro de esos espacios en los que recrearse. Y como fue en 2021 cuando prácticamente se dio por finalizado el trabajo de recuperación de los ambientes originales del palacio y la pandemia aún condicionaba, igual no sobra ponerse al día.

Para los menos conocedores, el Museo Cerralbo fue la residencia del XVII marqués de Cerralbo, Enrique de Aguilera y Gamboa (1845-1922) , y de su familia. Y es uno de los escasos ejemplos que hay en Madrid de una casa que muestra la ambientación decorativa original de una residencia aristocrática de finales del siglo XIX, muy bien recuperada tras ser legada al Estado español. El marqués fue político, arqueólogo, viajero, apasionado coleccionista, y lo mismo pasó con otros miembros de su familia. Y todas esas actividades e inquietudes se concretan en un palacio lleno de antigüedades, pinturas, esculturas y curiosidades mil que se distribuyen por todo el inmueble.

Los expertos destacan que se trata del único palacio-museo de Madrid que ha podido reconstruir sus ambientes originales con la ubicación fidedigna de sus piezas auténticas, y también que es "un referente del coleccionismo español en las últimas décadas del siglo XIX, amén de un testimonio de la forma de vida de la alta sociedad madrileña".

La procedencia de los objetos es riquísima y permite infinidad de miradas. Puestos a recorrer esta casa-museo con ojos asturianos, como es el caso, habrá quien disfrute de ver en algún rincón una escupidera de vidrio rosa de uso indispensable en cualquier casa noble o burguesa, que se supone que cumplía la función de recoger los esputos y abluciones bucales de los habitantes. También hay una pieza que aparece algo escondida en el denominado Salón-Estufa, y que es "un barril de cerámica bruñida, cuyo acabado es característico de la cerámica tradicional de ‘barro negro’", cuentan en el Museo. No se atreven a garantizar de qué alfar asturiano salió, pero mencionan los de Miranda (Avilés,) y Llamas de Mouro (Cangas del Narcea), decantándose más por el de Llamas. El barril fue un regalo al marqués de Cerralbo por el madrileño alcalde Carlos Prast, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Madrid.

Y entre el patrimonio arqueológico que consta en los archivos de la casa, también ha quedado registro de "un fragmento arquitectónico correspondiente a la iglesia astur de San Miguel de Lillo".