BARRIO DE MALASAÑA

El histórico convento de San Plácido, cerrado por falta de monjas tras 400 años en el corazón de Madrid

Declarado Bien de Interés Cultural, fue fundado en 1623 y para su iglesia pintó Velázquez el famoso Cristo crucificado. Ahora, se desconoce el destino del inmueble

Convento de San Plácido, en la esquina de las calles San Roque y Pez

Convento de San Plácido, en la esquina de las calles San Roque y Pez / A. P.

Los vecinos de la calle de San Roque, en pleno centro de Madrid, en el barrio de Malasaña, se han extrañado al ver que desde hace unos días la verja de la puerta de entrada al convento de San Plácido permanece cerrada con cadenas y que sobre ella se ha instalado un sistema de alarma. La razón de este insólito hecho es, según ha podido saber EL PERIÓDICO, que por primera vez en cuatro siglos en su interior no hay ni una monja benedictina, orden de clausura a la que pertenece este espacio fundado en 1623 con el nombre de Monasterio de la Encarnación y declarado Bien de Interés Cultural, siendo a su vez su iglesia Monumento Histórico-Artístico desde 1943.

No era ningún secreto que cada vez quedaban menos religiosas en San Plácido, pero su número exacto se desconocía. En torno al convento no hay comunicaciones oficiales de ningún tipo. El historiador Juan Carlos González, guía de Carpetania Madrid, asociación para la que realizaba visitas privadas a su importante patrimonio cultural, estimaba que antes de la pandemia no habría más de ocho religiosas en el convento, con una media de edad de más de 80 años, y que en el último año ese número habría descendido mucho, hasta un número insuficiente para mantener activa la comunidad. Desde el pasado otoño en el barrio se echaba también en falta a sor Margarita, la octogenaria portera a la que se solía ver adecentando la hoy clausurada entrada.

Finalmente, este periódico ha podido localizar a una de las monjas que abandonaron San Plácido en el también monasterio benedictino de Alba de Tormes (Salamanca). Desde allí, sor Eulalia ha confirmado que en el momento del cierre del convento había siete hermanas en él, las cuales marcharon el pasado 28 de marzo, siendo repartidas en tres lugares distintos: tres de ellas han ido al monasterio de Alba de Tormes, otras dos han recalado en el de El Tiemblo (Ávila) y las dos restantes, incluidas la citada sor Margarita, en el de Valfermoso (Guadalajara).

Las monjas de la Orden de San Benito se instalaron en el convento el 12 de mayo de 1624 y en vísperas de que se cumpla el 400 aniversario de su presencia en lo que hoy es Malasaña han abandonado silenciosamente su hogar.

Se desconoce lo que sucederá ahora con este impresionante espacio en pleno centro de Madrid, parte del mismo articulado en torno a un amplio patio central que da a tres calles y donde se encontraban las celdas de las hermanas. Las propietarias del convento y de la iglesia serían las mismas benedictinas. En 2019 se negaron a renovar el alquiler al comercio textil (Los Telares) que llevaba al menos 75 años en la esquina de San Plácido de la calle Pez con San Roque. Tres años antes, en 2016, ya habían recuperado el local que en otra de sus esquinas, la de Pez con Madera, ocupaba desde hacía un siglo la zapatería Penalva. Ambos espacios comerciales fueron transformados e incorporados nuevamente al convento en un movimiento que extrañó a los vecinos, quienes no vieron la lógica que podría tener el renunciar a los ingresos mensuales de sus rentas no necesitando metros cuadrados.

Un informe elaborado en 2017 por la revista Vida Nueva indicaba que en España se cierra un convento de clausura al mes por la avanzada edad de sus religiosas, la falta de nuevas vocaciones y distintos problemas económicos para su mantenimiento. Según afirma Juan Carlos González, la comunidad de San Plácido no aceptaba monjas no nacidas en España, como sí han hecho otras comunidades de religiosas para renovarse.

Datos facilitados por el Arzobispado de Madrid indican que en 2018 había en la capital 28 conventos y monasterios de clausura habitados por alrededor de 300 personas, la mayoría de ellas monjas.

Por otra parte, una orden de 2017 del papa Francisco establece que aquellos monasterios que tengan menos de cinco religiosos deberán afiliarse a otras comunidades y proceder al cierre de su convento.

Historia y patrimonio

El Monasterio de la Encarnación, conocido desde sus orígenes como el convento de San Plácido, fue fundado por don Jerónimo de Villanueva y por su antigua prometida, doña Teresa Valle de la Cerda, quien optó por consagrarse a Dios, siendo la primera abadesa de la comunidad de religiosas de clausura que le dieron vida.

Tanto la iglesia del monasterio, obra de Fray Lorenzo de San Nicolás, como las joyas que guarda en su interior están considerados uno de los mejores ejemplos del barroco que hay en Madrid. El convento, en cambio, fue reconstruido respetuosamente en 1912, habiendo sido derribado cuatro años antes por mandato del Ayuntamiento debido a su mal estado de conservación.

En el interior de la iglesia se conservan verdaderas joyas, destacando su retablo mayor, el cuadro La Anunciación del pintor Claudio Coello, los frescos de Francisco Ricci y el Cristo yacente en el sepulcro, una talla de madera del siglo XVII realizada por el maestro Gregorio Fernández.

El Cristo de Velázquez

Como curiosidad, cabe destacar que Diego de Velázquez pintó su Cristo crucificado -hoy en el Museo del Prado- para este convento, en cuya sacristía permaneció entre 1628 y 1808.

Por otra parte, entre la realidad y la leyenda, San Plácido atesora historias como pocos lugares del Madrid de los Austrias: en 1628 sufrió un proceso inquisitorial por supuesta posesión diabólica de 25 monjas del convento y, más adelante, se dice que el rey Felipe IV quedó prendado de una novicia del convento a quien la madre superiora tuvo que hacer pasar por muerta para librarla de los deseos libidinosos del monarca.