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Abajo con el Índice de Masa Corporal: su historia es "problemática" y "racista"; su utilidad, "muy corta"

Los médicos estadounidenses buscan completar esta fórmula con otras que de verdad midan el riesgo y los profesionales españoles lo celebran

Fotograma de 'El buen patrón'.

Fotograma de 'El buen patrón'.

María G. San Narciso

María G. San Narciso

El Índice de Masa Corporal (IMC) lleva siendo un quebradero de cabeza para un número incalculable de personas preocupadas por que el cálculo de su peso en kilogramos dividido por el cuadrado de su estatura en metros era, según las tablas oficiales, 'demasiado alto'. Aquí solo caben cuatro posibilidades de cuerpo reducidas en una o dos palabras: infrapeso (IMC inferior a 18,5), peso normal (de 18,5 a 24,9), sobrepeso (de 25,0 a 29,9) u obesidad (30 o más).

Ahora, en Estados Unidos, los delegados de la Asociación Médica Estadounidense (AMA) buscan aclarar cómo se puede usar el IMC como medida en medicina, después de que el Consejo de Ciencia y Salud Pública de AMA haya elaborado un informe en el que evalúa su "historia problemática". Dicho trabajo también ha descrito los daños y beneficios de usar el IMC y señaló que es "una forma imperfecta de medir la grasa corporal en múltiples grupos dado que no tiene en cuenta las diferencias entre razas/grupos étnicos, sexos, géneros y edades". 

Para poblaciones blancas

En un comunicado de prensa, la AMA reconoce problemas con el uso del IMC como medida "debido a su daño histórico, su uso para la exclusión racista y porque el IMC se basa principalmente en datos recopilados de generaciones anteriores de poblaciones blancas no hispanas". 

"El IMC es una forma imperfecta de medir la grasa corporal en múltiples grupos dado que no tiene en cuenta las diferencias entre razas/grupos étnicos, sexos, géneros y edades"

Por toda las "importantes limitaciones asociadas con el uso generalizado del IMC en entornos clínicos", la AMA sugiere que este índice se utilice junto con otras medidas de riesgo válidas, como por ejemplo las medidas de grasa visceral, el índice de adiposidad corporal, la composición corporal, la masa grasa relativa, circunferencia de la cintura y otros factores genéticos/metabólicos. Algo que también comparte la Fundación Española de la Nutrición (FEN).

El informe también señaló que el IMC está significativamente correlacionado con la cantidad de masa grasa en la población general, pero pierde previsibilidad cuando se aplica a nivel individual.

Su polémica historia

Este índice fue presentado en 1830 por el matemático y estadista belga Lambert Adolphe Quetelet. "Se basó en población de Francia y Escocia, todos caucásicos", explica Andreea Ciudin, coordinadora Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, que añade que no había nada de ingenuidad en esta muestra, sino "motivos racistas". "Quería ver las características de la raza superior", afirma.

Se popularizó un siglo y medio más tarde, en la década de 1970, gracias al fisiólogo de estadounidense Ancel Keys, el padre de la dieta mediterránea. Y, desde entonces, se ha venido utilizando como manera de medir el grado d obsisdad o normopeso.

"También ha contribuido que algunos estudios de superiviencia veían que los valores extremenos del IMC (los inferiores a 18 o superiores a 30) se asociaban con una mayor mortalidad, lo que hizo que la OMS la escogiera para clasificar a las personas", añade Ciudin. Estas asociaciones de algunos estudios, ysu facilidad en el cálculo, han hecho que ahora estén en todas las guías.

La paradoja de la obesidad

Pero la experiencia de estas décadas de uso dice otra cosa, tanto en la clínica como en diversos estudios. "Se veía que había gente que no encajaba. Si tú clasificabas solo conforme al IMC te podías equivocar, porque metías en el mismo saco grasa con obsesidad y músculos que pesaban mucho. También se daba la paradoja de la obesidad: en algunos trabajos mostraban que era protectora de determinadas enfermedades, algo que se ha visto que era totalmente falso", continúa la doctora.

"No se puede comparar que una persona tenga acumulada grasa a nivel visceral o central, que puede tener consecuencias metabólicas negativas, con la acumulación de grasa en las piernas o en los glúteos de una mujer"

Y al revés. "La obesiead se define como una acumulación de grasa excesiva en el cuerpo que puede generar problemas para la salud. Un 80 por ciento de las personas que lo padecen se pierden en rangos de soberpesos. Incluso hay cerca de un 20 por ciento de personas que son clasificadas con normopeso por su IMC, cuando en realidad tienen un porcentaje de adiposidad o de grasa aumentado", señala Ana de Hollanda, coordinadora del área de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

De Hollanda explica que al IMC le da igual dónde tiene la persona acumulada la grasa, algo clave para la salud: no se puede comparar que una persona tenga acumulada grasa a nivel visceral o central, que puede tener consecuencias metabólicas negativas, con la acumulación de grasa en las piernas o en los glúteos de una mujer.

Convencer a los compañeros

Por todo ello, ambas creen que o se utilizan otras medidas como dice la AMA, o la utilidad del IMC se queda "muy corta". Otra cosa será ahora lograr deshabituar a todos los compañeros y compañeras de la profesión. "Todavía nos cuesta mucho hacer entender a nuestros compañeros que el IMC no es lo ideal. Todos apelan que es una medida fácil, que no hay nada mejor. Pero esto no es un argumento para seguir perpetuando un error", razona Andreea Ciudin.

Ana de Hollanda está de acuerdo y considera que se necesitan estudios mucho más grandes, con muchas personas pera ver su composición corporal y porcentaje de grasa. Y esta vez sí: con todos los grupos poblacionales y edades. Porque el cuerpo de la población caucásica no tiene por qué coincidir con la afroamericana o la asiática. De ahí parte el primer problema.