CRISIS EN EL PAÍS CARIBEÑO

Cuba cumple 65 años de revolución sumida en un derrumbe económico

La isla enfrenta una grave crisis, con recesión, fracaso de programa económico, y tensiones diarias

Una mujer descansa en el malecón de La Habana (Cuba).

Una mujer descansa en el malecón de La Habana (Cuba). / EFE

Cuba entra en el lejano año 65 desde la victoria insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista. Se sabe de antemano: no habrá fastos ni grandes discursos este 1 de enero. La isla enfrenta una crisis de proporciones: recesión, el fracaso de programa económico, y tensiones diarias que hablan una sociedad en el abismo, con niveles de violencia cotidiana sin precedentes.

El fantasma del estallido social del 11 de julio de 2021 revolotea. Las heridas de aquella protesta histórica están abiertas: 2.000 imputaciones judiciales por desacato y sedición. El ejercicio punitivo no ha silenciado por completo a una población que, desde aquel episodio, redobló sus deseos de irse. Durante los últimos dos años emigraron 425.000 ciudadanos a Estados Unidos, lo que representa el 4% de sus habitantes. Esa estadística lacerante no tiene en cuenta a los cubanos que se fueron a Europa, América Latina o Rusia.

"Otra vez es tiempo de rectificar", dijo el presidente Miguel Díaz-Canel en la Noche Buena de la escasez. El actual liderazgo asegura haber aprendido de Fidel y Raúl Castro "la importancia de la corrección oportuna ante cualquier situación que pudiese comprometer el futuro de la construcción socialista". La palabra "rectificación" forma parte del lenguaje estatal, al igual que "autocrítica". Momentos de admisión contrita de los fracasos que se repiten periódicamente.

Rectificación

No en vano, Díaz-Canel recordó que en 1986, y en medio de otra circunstancia compleja, el extinto comandante en jefe lanzó el "proceso de rectificación de errores y tendencias negativas" que no llegó a buen puerto porque, dijo el mandatario, se desplomó la Unión Soviética, el principal aliado de La Habana a lo largo de la Guerra Fría. "En el año 2000 el propio Fidel nos exhortó a cambiar todo lo que debiera ser cambiado, con sentido del momento histórico, y cinco años después, en 2005, desde la Universidad de La Habana, advertía de que la Revolución la podíamos destruir nosotros mismos".

El estilo de la autoflagelación de las autoridades frente a la ausencia de resultados es conocido por una sociedad agobiada. El nuevo llamamiento a subsanar lo hecho mal coincide con novedades aciagas. La economía se ha derrumbado cerca de dos puntos en 2023, según los cálculos del ministro de EconomíaAlejandro Gil Fernández. La inflación, informó a la Asamblea Nacional del Poder Popular (legislatura), llegó al 30% anual, aunque la percepción de los consumidores es que los precios escalaron más de lo calculado oficialmente. Gil Fernández, al igual de Díaz-Canel, confiaron no obstante en que "esta vez" se tomará el rumbo correcto. "El tradicional discurso triunfalista de la Revolución Cubana es insostenible en las circunstancias actuales”, sostuvo la publicación digital 'Joven Cuba'.

De fracaso en fracaso

La isla vive esencialmente del turismo internacional. Aterrizaron en la mayor de las Antillas casi 2,5 millones de visitantes, la mayoría de ellos canadienses y rusos, contra los 3,5 millones previstos. Cuba se ha convertido en un destino menos atrayente que otras plazas caribeñas. Esa retracción afecta el desempeño económico general. Sin embargo, las razones del creciente deterioro de las condiciones de vida, con escenas de hambre e indigencia desconocidas, están relacionadas con el reconocido fracaso del llamado "ordenamiento" económico. Bajo ese nombre repetido hasta el hartazgo en la prensa como garantía de prosperidad, se llevó adelante la unificación monetaria y cambiaria, antecedida por una fuerte devaluación, una subida de los precios y la reducción de subsidios.

Díaz-Canel y su equipo tuvieron que olvidarse de sus loas al programa puesto en marcha a comienzo de 2021, todavía bajo los efectos de la pandemia. El revés, insistió el presidente, no puede estar disociado de la "asfixia diseñada y aplicada contra un pequeño país por el más poderoso imperio de la historia". Las medidas dispuestas por Estados Unidos desde hace más de medio siglo y acentuadas años atrás tienden a explicar indulgentemente casi todos los descalabros internos. "Llamo la atención de aquellos que prefieren que soslayemos el término bloqueo. Ojalá fuera sacarlo de nuestra cotidianidad y borrar sus amenazas y sus efectos sobre la sociedad cubana. Hacerlo equivaldría a actuar como aquellos que hoy pretenden negar el genocidio israelí en Gaza".

La hora del ajuste

De la decepción por el incumplimiento de las metas fijadas en el "ordenamiento" ha nacido otro programa de "estabilización macroeconómica", un concepto que en los países latinoamericanos es asociado generalmente al "ajuste" y las políticas de choque. El presidente negó que las medidas tuvieran una impronta neoliberal. El 'paquetazo', como se lo conoce, dará, según Díaz-Canel, "un salto necesario" para hacer "más Revolución y más socialismo". Más allá del incorregible optimismo del Gobierno, las nuevas reglas implican un alza de los precios del combustible, las tarifas del transporte público y el servicio de electricidad y el adiós definitivo al subsidio de los alimentos y otros productos que estaban incluidos en la libreta de racionamiento.

"Avanzaremos con la convicción de que es el camino correcto para mejorar la situación actual", señaló el primer ministroManuel Marrero. Las vísperas de fin de año mostraron largas colas alrededor de las gasolineras. Un serpenteo de automóviles acostumbrados a la espera, esta vez urgente debido a los anuncios que golpean a los bolsillos. Esperar es un verbo sagrado en una Cuba que vive esencialmente de las remesas que envían los migrantes, y atraviesa las estrecheces con imaginación, picaresca y la resignada aceptación de los códigos indelebles del mercado negro. Aquello que nunca parece ser objeto de rectificaciones.