LIMÓN & VINAGRE

Netanyahu, el guerrero mediador

Israel se adorna últimamente con tics prorrusos y está gobernado desde hace unos meses por un Ejecutivo con formaciones de todos los colores

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Diseño sin título 2023 02 06T164213.410 / EFE / EPE

José María de Loma

José María de Loma

Si tu me dices "mediar" lo dejo todo. Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, se ha ofrecido como intermediario entre Rusia y Ucrania. O tiene un alto concepto de sí mismo o Israel quiere arreglar el mundo. Más bien no. Querrá sacar tajada. Israel se adorna últimamente con tics prorrusos y está gobernado desde hace unos meses por un Ejecutivo con formaciones de todos los colores. De todos los colores ultra: machistas, xenófobos, nacionalistas, aunque también moderados, claro, civilizados, sí, pero que se ven contaminados por las pulsiones de esa amalgama que impone tan a menudo su agenda política.

El Ejecutivo de Netanyahu ha radicalizado la relación con los palestinos y ahora el conflicto acumula decenas de muertos, de nuevo, y un alejamiento desmoralizante de la idea de que en la zona podrían convivir dos estados. No arregla su casa (o sea, no, perdón, Palestina no es de ninguna manera su casa) como para arreglar un conflicto que se enquista, se alarga, se dota de tanques extranjeros que aún tardarán muchos meses en llegar, señal de lo que se prolongará. Mientras, Zelenski recibe a mandatarios de la UE y Turquía ve con recelo que los israelíes pudieran arrebatarle el papel de mediador, más de bien de bienqueda. Tal vez sea esta una de las pocas veces en las que Estados Unidos no hace lo que dicta Israel. Sí, sí, la frase que ha leído es muy rotunda como para no tener goteras, pero sí es cierto que resulta rara esa iniciativa de Netanyahu a no ser que tengamos en la cabeza el complicado tablero internacional, con los ángulos de visión del problema de Siria, Irán, el propio Oriente Medio y Europa.

Europa la vieja, de nuevo metida en conflicto y faena. Nuestro protagonista, que ya va pidiendo paso en este texto, nació en Tel Aviv en 1949, es primer ministro desde diciembre pasado y lo fue también desde 1996 a 1999 y desde 2009 a 2021. De joven participó en operaciones militares en la Guerra de los Seis Días, también en otras y hasta llegó a capitán. Un torpe metaforista diría que está curtido en mil batallas, pero más bien está curtido en la vida y en la política, que a decir de algunos polígrafos es la continuación de la guerra por otros medios. Más tarde marchó a los Estados Unidos a formarse. Menos guerras y más aulas. Le vino bien. Si no a él, a su porvenir. Le quedó un barniz yanqui, occidental, pragmático. Occidental.

Benjamin Netanyahu.

Benjamin Netanyahu. / EPE

Alcanzó el liderazgo del Likud, partido israelí histórico que a uno le trae resonancias de parte urgente de Radio Nacional en una tarde de domingo de la adolescencia, en 1993 y ganó las elecciones de 1996, convirtiéndose en el primer ministro más joven de la historia de Israel. Ha sido más años primer ministro que nadie en su país, tiene el récord. Ni Ben Gurión. Su nombre es sinónimo de poder y determinación, fue también ministro de Finanzas y es hábil en las alianzas políticas. Carga con el drama de la muerte temprana de un hermano y tiene faz, en sus retratos oficiales, de aseado congresista norteamericano del medio oeste. Tal vez del tío abuelo que es profesor titular de Historia y ha venido con buen traje a la boda de un pariente. Un hombre de Estado, empero uno de los grandes protagonistas de la historia reciente. No hay periódico del mundo a cuyos titulares no se haya subido. Ojalá se hiciera el milagro, el de la negociación fructífera, hágase el milagro incluso si lo hiciera el diablo, reza el dicho.

Netanyahu también reza pero al Dios del posibilismo, ora aliado con intolerantes, ora practicando la realpolitik. Blanqueando acciones criminales de su Estado contra los palestinos pero no haciéndonos olvidar que Israel es una democracia donde se puede discrepar. Una democracia en un mar de autocracias árabes. El ojo del huracán. El conflicto permanente, el delicado equilibrio. Oriente Medio, por sí misma una sección durante muchos años en los periódicos. Pero el frente interno también existe y ahora Yair Lapid, jefe de la oposición y exprimer ministro, alienta huelgas, algaradas y manifas en Israel contra el gobierno Netanyahu, al que acusa de ultra; no pocos comentaristas creen que la reforma judicial que acomete restará independencia al poder judicial. En todos lados cuecen jueces y habas y reformas del poder judicial, a lo que se ve. El sábado pasado, miles de manifestantes recorrieron las calle de Tel Aviv. Son marchas semanales que también tienen lugar en otras ciudades del país. Pero no es solo el poder judicial lo que inquieta a la oposición, también posibles reformas sobre la comunidad LGTBI y sobre la decidida intención de expandirse en Cisjordania. Netanyahu, el hombre de los mil frentes. Y ahora quiere mediar.