BRASIL
El reguero de destrucción de obras de arte de los golpistas de Brasil
Los actos de vandalismo recuerdan el desprecio de los nazis por el arte y suman pérdidas millonarias

Emiliano Augusto Cavalcanti de Albuquerque e Melo, más conocido como Di Cavalcanti, es un héroe del modernismo pictórico brasileño. En París supo rodearse de Picasso, Braque, Matisse y Léger, entre otros. De regreso a su país comenzó a representar sobre el lienzo temas populares: obreros, soldados, favelas y, en particular, las mulatas. Aunque Di Cavalcanti no titulaba a sus obras, una de ellas se conoció desde siempre con el nombre de esas mujeres. Mulatas es una de las obras que la turba bolsonarista destruyó en su asalto a la sede de los tres poderes del Estado. Seis tajos sobre la superficie –los especialistas no se ponen aún de acuerdo si fueron cuchillazos o piedras- quedan como marca de una barbarie que recuerda a otras destrucciones, desde Bizancio a la Alemania nazi.
La restauradora Valéria Mendonça ha avisado: será difícil recuperar el esplendor de Mulatas, que se encontraba en el palacio presidencial. Lo mismo señalan otros especialistas respecto a los tapices, muebles de madera, cuadros y esculturas de metal que quedaron expuestos a la misma furia de la ultraderecha. Las pérdidas superan los cinco millones de euros, al menos en la primera estimación.
No se sabe si algunos de esos objetos podrán volver a ser expuestos en los edificios de Brasilia. Algunos fueron encontrados flotando en el agua, recordó la conservadora Karen Barbosa. La escultura Justicia, de Alfredo Ceschiatti, formaba parte de los bienes del Supremo Tribunal Federal. Los ultras la pintaron con un aerosol que se ha enquistado en el granito poroso. Y, en caso de devolverles a esos bienes algo de su aura, nunca serán los mismos. Siempre llevarán como heridas la marca del 8-E.
Inventario del desastre
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De igual manera sucedió con la mesa de centro Vitrine, creada en 1958 por el diseñador carioca Sergio Rodrigues. Cuando Brasilia comenzaba a levantarse, a mediados de siglo XX, fue convocado para que contribuyera a darle su toque de distinción. La mesa tiene 40 centímetros de alto, 1,5 metros de ancho y 59 centímetros de profundidad. Fue confeccionada con jacarandá, una madera típicamente brasileña que, según la revista Piaui, Rodrigues utilizó en un intento de "valorizar los materiales nacionales y pensar en piezas que tuvieran relación con la historia brasileña". La parte superior del mueble ha quedado destrozada. Se encontró una porra en la parte superior.
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