GUERRA EN UCRANIA

Instrucción de Moscú a los rusos en España: “No caigan en provocaciones”

Los mensajes con que el gobierno ruso advirtió a sus ciudadanos de posibles represalias en España y les instó a guardar silencio en redes sociales y no desvelar su nacionalidad

El presidente ruso, Vladimir Putin.

El presidente ruso, Vladimir Putin. / EFE

Juan José Fernández

"La Madre Patria acogerá a todos los que han colaborado en su bien”, les recordaban en marzo las autoridades rusas a sus ciudadanos residentes en este otro extremo de Europa. Al poco de comenzar la

invasión de Ucrania

, y en plena ola de condenas de las sociedades europeas, Moscú se dirigió a los rusos expatriados con instrucciones para evitar altercados y, de paso, mantener unida a su opinión pública en el exterior.

Las instrucciones a las que ha tenido acceso EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del grupo Prensa Ibérica, instan a los rusos a no participar en discusiones ni frecuentar eventos públicos multitudinarios, y han sido enviadas en varias tandas, en mensajes generales en abierto y en mensajes particulares en privado por Telegram. Para la difusión se han utilizado no solo los canales consulares, también a los coordinadores de “Centros de Atención a Compatriotas” que manejan “asociaciones de compatriotas en España y Andorra”, llamadas abreviadamente SORS.

La primera alusión a esas entidades -algunas creadas ex profeso- apareció en un mensaje de Telegram de Casa Rusia en Madrid, al mediodía del 8 de marzo. “Os informamos de que las asociaciones de compatriotas en España y Andorra han establecido y operan Centros de Atención a Compatriotas y líneas de atención”. Su objetivo, decía el mensaje, era ayudarles en la obtención de “asistencia legal pronta, calificada y gratuita sobre el terreno, así como ayudar en la preparación de solicitudes o apelaciones a organismos encargados de hacer cumplir la ley, organizaciones educativas, municipios, servicios sociales…”

Y esto, ante el peligro de que los rusos residentes fueran víctimas de delitos de odio

 en este país. “Os recordamos que os encontráis en la esfera legislativa y ejecutiva de las autoridades españolas y andorranas –decía este primer mensaje-. La legislación de esos estados castiga con severidad a quien públicamente instigue, promueva el odio, discriminación o violencia contra grupos de personas o personas aisladas por la pertenencia a estos grupos, por razones de racismo, antisemitismo, confesión, religión, situación familiar o pertenencia a determinada raza, nacionalidad, origen…”

Falsa rusofobia

Se reaccionaba así a una supuesta rusofobia. Tanto el ofrecimiento de ayuda como las instrucciones dibujaban un clima de amenaza o peligro en España que, transcurrido casi un año de guerra, no se ha visto refrendado por la realidad.

Desde que 

Vladimir Putin lanzó su “operación militar especial” sobre Ucrania, Moscú trata de cohesionar a sus colonias de ciudadanos expatriados en la UE, y mantenerlos refractarios o impermeables a las narrativas occidentales de la guerra, incluso bajo la apariencia de un peligro de “represalias” en la calle.

De ese peligro hablan las directrices que difundió el gobierno ruso en fechas algo anteriores, una semana después de comenzar la invasión de Ucrania. Se aconseja en torno a tres aspectos. El primero incide en la necesidad de mantener silencio “respecto a la nacionalidad rusa”. El segundo insta a “no caer en provocaciones”, sobre todo en las redes sociales. El tercero: “Permanecer unidos, sabiendo que la Madre Patria acogerá a todos los que han colaborado en su bien”.

En la semana final de febrero y en las dos primeras semanas de marzo, residentes rusos en la gran zona de implantación de eslava en Alicante empezaron a recibir mensajes privados de Telegram y otras plataformas, supuestamente con remitente oficial ruso. Esos mensajes aconsejan en torno a tres ejes: el primero, “guardar silencio” y no manifestar opiniones sobre la guerra o cuestiones políticas en redes sociales. El segundo, no acudir a “eventos públicos con posibles aglomeraciones de ciudadanos”. El tercero, “mantener abiertos los canales de comunicación, principalmente Telegram”.

Los mensajes privados tienen un origen gubernativo. Y los avisos abiertos difundidos en esa plataforma de mensajería por Casa Rusia Madrid cuentan con inspiración oficial. La entidad forma parte de la red estatal Rossiskoye Trodnichetsra (en sentido general, Cooperación Rusa).

Fuentes diplomáticas rusas consultadas por EL PERIÓDICO no han querido confirmar “cien por cien” esos mensajes; se limitan a comentar que “es función de la embajada de la Federación Rusa proteger a sus compatriotas”.

Paz en las calles

En esa misma cadena de mensajes privados de febrero y marzo, las autoridades rusas aprovechaban para desmentir que ningún miembro de la embajada o consulados en Madrid o Barcelona se hubiera manifestado condenando la guerra. Salían al paso de un rumor que había corrido en redes sociales en lengua rusa y que Moscú pudo considerar desestabilizador.

Así mismo, anunciaban que la embajada y las entidades asociadas suspendían actividades sociales y culturales previstas para la primavera por temor a “represalias” en España.

No llegó a suspenderse, pero sí a cambiar de nombre, el festival de cine ruso de la localidad alicantina de Torrevieja. El 22 de enero, un mes y dos días antes de penetrar los carros rusos en territorio ucraniano, había sido presentado en la Feria Fitur de Madrid la VIII edición del Sol Russian Film Festival. Para junio, cuando arreciaban las críticas por la invasión de Ucrania y por las ayudas del Ayuntamiento y la Generalitat Valenciana al festival, este ya se llamaba Sol International Film Festival.

Habían variado el nombre -según informó el diario de Prensa Ibérica Información de Alicante- dos de sus promotoras, Ana Semenova y Tatina Denisova, que hicieron una expresión pública de condena de la agresión a Ucrania, en oposición a la postura abiertamente pro Putin del presidente de la asociación, Alexander Mikhailov.

Torrevieja, como toda la Vega Baja alicantina y la propia ciudad de Alicante, es parte de la principal área de asentamiento de los 79.485 residentes rusos en España, según datos del padrón de 2021.

Pero la misma zona es también la principal de residencia de los 112.000 ucranianos que vivían en España antes de la guerra, colonia que, con el movimiento de refugiados, se ha duplicado. Son muchas personas originarias de dos países en guerra como para que no se produzcan fricciones.

Por eso las manifestaciones de los ucranianos contra la agresión son objeto de dispositivos de seguridad de la Policía Nacional y de la Policía Local. Los ucranianos se han estado manifestando por el paseo de Vista Alegre de Torrevieja a lo largo de septiembre y octubre.

El origen no está solo en una directriz general recibida por las Fuerzas de Seguridad de aumentar la atención a rusos y ucranianos, también en una pelea entre rusos y ucranianos en un bar de Torrevieja el 7 de marzo que se saldó con un herido de mediana consideración evacuado al hospital.

Es el único incidente digno de mención en la zona. La violencia entre rusos y ucranianos residentes en España parece estar más sobre el papel del planeamiento preventivo policial que sobre el asfalto de las ciudades. “Aquí hay todo tipo de gente, fanáticos seguidores de Putin, pero también contrarios -explica Natalia Zhezhnyauska, portavoz de la Asociación de Ucranianos-. Y muchos matrimonios mixtos de rusos y ucranianos; no hay que olvidar eso”.