Efeméride histórica
Así explicó Josep Pla la marcha de las tropas de Mussolini sobre Roma
En octubre de 1922, el intelectual catalán fue uno de los pocos cronistas españoles que vivieron, en directo, la sublevación golpista del autócrata fascista en Italia | Pla expuso también la admiración de algunos autores en España, como Ramiro de Maetzu, al que acusó de hacer "campaña" sobre "la inmoralidad de la democracia"
Irene Savio
"El golpe sobre
Roma
tiene suspendida de un hilo toda
Italia
. Los periódicos liberales y socialistas dan en cada día en grandes letras el precio de la lira relativamente a la esterlina. La depreciación de la divisa produce una angustia enorme". Con estas palabras, el escritor catalán Josep Pla describía, en una crónica titulada En Plena Contrarrevolución y fechada 27 de octubre de 1922, los primeros momentos del llamamiento golpista de Benito Mussolini, quien había llamado a sus seguidores, muchos violentos y armados, a lanzarse sobre la capital italiana para inducir al rey Víctor Emanuel III a entregarle el poder. Un joven Pla iniciaba así sus entregas periodísticas sobre la llamada Marcha sobre Roma y la toma de poder de la primera dictadura fascista de la historia.
Pla se lo había anunciado a su hermano el septiembre anterior. Su intención, había explicado, era viajar al norte de Italia para escribir "una breve historia" sobre el fascismo, después de haber pasado ya seis meses (de marzo a agosto de 1922) en el país transalpino. Con este preámbulo, el escritor catalán se había comprometido con el diario madrileño El Sol y el barcelonés La Publicitat (en el cual publicará bajo el rótulo Notes d’Itàlia).
Sin embargo, según cuenta Narcís Garolera en el prólogo del volumen Cartas Europeas, los acontecimientos se precipitaron, y desde octubre y los tres meses siguientes, Pla (entonces de apenas 25 años) escribirá para los dos diarios alrededor de 50 crónicas en las que irá relatando, con espíritu crítico, la capitulación del Gobierno liberal de Luigi Facta, la sublevación fascista y la consolidación del régimen dictatorial de Mussolini.
La inmoralidad de la democracia
De entrada, le impresiona mucho a Pla la galopante inflación, la pobreza y todo el caldo de cultivo social que acompañan al golpe fascista. A veces, también compara esta degradación social con la situación en España, siendo él uno de los pocos periodistas españoles (el único, según algunas fuentes) que cubre el levantamiento golpista en el terreno. Tanto es así que incluso se enzarza en una polémica con Ramiro de Maeztu, autor de un artículo titulado El fascismo ideal, al que Pla acusa de estar haciendo "una campaña admirable" sobre "la ingenuidad del pacifismo y la inmoralidad de la democracia". "El fascismo ha llegado casi en absoluto a suprimir la crítica. Éste ha sido siempre el ideal del militarismo español", dice Pla.
El sector contestatario con el fascismo al que pertenece Pla le permite asimismo hacer un radiografía desencantada de los estratos de las tropas fascistas, entre las que destaca las que marchan sobre Roma que, en su mayoría, proceden de zonas rurales. En cambio, dice Pla, los escuadristas "estudiantes y señoritos se han quedado en Florencia", a la vez de que también "han quedado en la retaguardia los jóvenes nacionalistas".
Al hilo de sus reflexiones, Pla define el fascismo como una "plutocracia proteccionista" y nacionalista que, pese a su poco peso parlamentario, se ha ido adueñando de las masas que apoyaban el socialismo. "Cuando estalla la guerra europea, Mussolini (…) se convierte en intervencionista, militarista y patriota, y funda, expulsado del socialismo, Il Popolo D’Italia", recuerda Pla. Pero es con "los descontentos de la paz", después de la Gran Guerra, que se crea el fascismo, añade.
La Italia de la tranca
Esta deriva, continúa Pla, se ve particularmente en las ciudades umbras y toscanas, como Perugia y Florencia, así como en las de Emilia Romaña, entre ellas Ferrara y Bolonia. Una urbe, esta, que el catalán considera uno de los epicentros del fascismo cuando este movimiento empieza, después del asesinato de 10 fascistas en diciembre de 1920, a crecer rápidamente en Emilia Romaña y expandirse desde ahí en el resto del país.
La razón es que, "habiéndose apoderado el fascismo de los sindicatos agrícolas (…) quien no es fascista no come", le explica a Pla un fascista, cuyo testimonio el catalán transcribe en De Florencia Bolonia en un tren fascista. De ahí también que, después de consumarse la Marcha sobre Roma, como suele ocurrir en las dictaduras, el régimen fascista muestra su cara más cruel. Entonces, "muchas personalidades del partido socialista y popular" tienen que pasar por "la repugnante humillación de tener que engullir un buen vaso de ricino ante las chirigota de una escuadra fascista armada hasta los dientes". En Italia "ya no gobierna más que la tranca".
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