SÁHARA OCCIDENTAL

Cómo el referéndum del Sáhara se ha ido diluyendo en la ONU

El plan de las Naciones Unidas de celebrar un referendo de autodeterminación ha sido un fracaso y los expertos sostienen que a los largo de estos años la postura del organismo internacional se ha ido decantando a favor de las tesis de Marruecos

Banderas de la República Árabe Saharaui Democrática.

Banderas de la República Árabe Saharaui Democrática.

Idoya Noain

Este lunes, cuatro días después de que Pedro Sánchez diera un giro histórico en la postura de España sobre el Sáhara Occidental al respaldar por primera vez el plan autonomista de Marruecos para la antigua colonia española, Naciones Unidas ha reiterado “la importancia de mantener un compromiso pleno con el proceso político facilitado por la ONU en línea con las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad”.

“Sentimos que es muy importante que todas las partes implicadas sigan apoyando el trabajo del enviado personal (Staffan de Mistura) y nuestro enfoque basado en estas resoluciones”, ha dicho en su rueda de prensa diaria Stéphane Dujarric, portavoz del Secretario General, António Guterres.

Lo cierto es que esas resoluciones de la ONU han ido a lo largo de las décadas evolucionando en lenguaje y, por lo tanto y lo que es más importante, en contenido. Y con esos cambios, que para muchos expertos han ido inclinando la postura de la ONU hacia los intereses marroquís, el foco inicial en la organización de un referendo con el que los saharauis pudieran decidir su futuro se ha ido diluyendo y prácticamente desapareciendo.

Fue en 1991 cuando el Consejo de Seguridad estableció la Minurso, siglas en francés de la Misión de la ONU para el Referéndum en el Sáhara Occidental, que preveía un periodo de transición para preparar la celebración de una elegir entre la independencia y la integración con Marruecos. Y la consulta sigue en el nombre de la misión, renovada por última vez el pasado octubre, pero la posibilidad de que los saharauis decidan su futuro en las urnas ha quedado como una mera cuestión nominal en las resoluciones, que ya ni siquiera hablan del referendo.

"Sin precondiciones"

La resolución 2062 por ejemplo, la última que en octubre volvió a renovar la Minurso, utilizaba el lenguaje que se ha hecho común desde hace al menos dos décadas: llamar a “las partes” a retomar negociaciones “sin precondiciones y de buena fe” en busca de una “solución política realista, viable, duradera, aceptable por las partes y basada en la avenencia”.

Ese lenguaje lleva tiempo frustrando a los países que defienden el derecho de un referendo de autodeterminación para todas las naciones que antes fueron colonizadas. Y esa frustración la resumió en octubre Kenia, que tenía la presidencia de turno del Consejo, y cuya legación diplomática emitió un comunicado en el que pese a mostrar esperanza de que la misión podría acabar organizando el referendo urgía también a “ser honestos y admitir que este objetivo se está viendo oscurecido y frustrado”.

Esa frustración y los movimientos políticos que han lastrado a la ONU vienen de lejos. Ya en 1991, cuando Javier Pérez de Cuéllar era el secretario general de la ONU y la primera misión acudió al Sáhara para preparar el primer censo provisional, hubo lo que se ha denunciado como movimientos bajo presión de Francia, principal aliado de Rabat y con derecho a veto en el Consejo de Seguridad. En un artículo el pasado octubre, Joseph Alfred Grinblat, uno de los miembros de la primera Minurso, aseguró que Pérez de Cuellar modificó un informe que habían preparado y cambió una frase que decía que la ONU ejecutaría el referendo “tras consultas con las partes” por la frase “tras acuerdos con las partes”, dando a Marruecos el poder de evitar la organización de la consulta.

Los movimientos políticos también frenaron el avance de la consulta tras los Acuerdos de Houston en 1997 que firmaron Marruecos y el Polisario. Tras la muerte de Hassan II y la llegada al trono de Mohamed VI, Francia y EEUU animaron a Marruecos a alejarse de esos acuerdos. Y en la ONU, entonces con Kofi Annan al frente, se extendió el temor de que pudiera repetirse la violencia que se vivió tras otro referendo en Timor Oriental. Entonces fue cuando se empezó a pedir “una solución política mutuamente aceptable”, lo que llamaba a negociar una solución política antes de hacer la consulta.

Mandato más fuerte

Llegaron después los dos planes de James Baker, el enviado especial de Annan, y en 2003 el Consejo de Seguridad respaldó el segundo revisado, que daba más autoridad a los saharauis y planteaba organizar cuatro años después un referendo, en el que se que daba voto a quienes se habían asentado antes de 1999. Y aunque en 2004 se planteó dar un mandato más fuerte a la Minurso, se acabó simplemente reafirmando la voluntad de implementar una propuesta “en base al acuerdo de las dos partes”. Baker tardó poco en dimitir y la siguiente resolución que aprobó la ONU no tenía ninguna mención de sus propuestas.

Los intentos de negociación han proseguido, el último de ellos en 2018 y 2019, y se han sucedido también los enviados personales, el último, De Mistura, nombrado el año pasado tras un vacío de dos años. Y lo cierto es que en los textos de la ONU no se habla de referendo sino que se pide una "solución política" que sea "realista, viable, duradera y aceptable para todas las partes". El lenguaje de Marruecos que ahora respalda España.