FRANCIA
El exguardaespaldas de Macron irá un año a la cárcel por violencia en una manifestación en 2018
El Tribunal Correccional de París ha condenado a Alexandre Benalla a tres años de prisión, dos de ellos exentos de cumplimiento
El que fuera responsable de seguridad del presidente francés es culpable de los hechos ocurridos en una manifestación en 2018, el uso fraudulento de pasaporte diplomático y de llevar armas sin autorización
Alexandre Benalla, que hasta 2018 fue responsable de la seguridad personal del presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha sido condenado este viernes a tres años de cárcel, dos de ellos exentos de cumplimiento, por violencia en la manifestación del 1 de mayo de 2018 y uso fraudulento de pasaporte diplomático.
El Tribunal Correccional de París le ha condenado también por llevar armas sin autorización y le ha impuesto 500 euros de multa, la prohibición de ejercer cualquier función pública en cinco años y la confiscación de sus armas.
El año de cárcel deberá cumplirlo bajo arresto domiciliario con un brazalete electrónico en casa de su madre, ya que la sala consideró que Benalla ofreció falsos justificantes de domicilio, según han apuntado los medios franceses.
El juicio empezó el pasado 13 de septiembre y los casos por los que tuvo que sentarse en el banquillo supusieron su caída profesional y marcaron el primer escándalo del mandato del actual jefe del Estado.
Benalla, que ahora tiene 30 años, se había ganado la confianza de Macron durante la campaña electoral de 2017 y, una vez en el Elíseo, fue ganando peso como responsable de su seguridad, pese a que su puesto no figuraba en el organigrama oficial.
El diario 'Le Monde' reveló en julio de 2018 un vídeo en el que aparecía equipado con un casco policial durante la manifestación del 1 de mayo anterior reduciendo de forma violenta a militantes de la extrema izquierda.
Benalla: "No me ajusto a las normas"
"No soy un ángel, no me ajusto a las normas (...) ¿Eso me convierte en un delincuente?", había afirmado Benalla en este proceso, en el que consideró normal "haber detenido a personas que acababan de agredir a policías". Los informes oficiales desacreditaron esa tesis asegurando que tenían la situación bajo control.
Benalla admitió en cambio que el uso del pasaporte diplomático en viajes a África o a las Bahamas tras haber sido expulsado del Elíseo fue "una tontería": "No me parecía ilegal porque durante diez años vi a políticos hacerlo. No usurpé ninguna función", añadió en declaraciones recogidas por el canal BFM TV.
Tras haber escrito un libro con su versión de lo sucedido, Benalla sigue alejado de la primera línea mediática. Su caso provocó el primer gran escándalo de la era Macron apenas un año después de su llegada al Elíseo, en 2017.
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