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Tráfico ultima el uso de drones para suplir a los helicópteros Pegasus en la vigilancia de las carreteras

El aparato dotado con el sistema de radar con cámaras ya ha sido retirado de Andalucía y pronto lo será del noroeste y de la Comunidad Valenciana y Murcia

En primer término, uno de los drones de Tráfico, y detrás, un helicóptero con sistema Pegasus similar al que se retira del Noroeste.

En primer término, uno de los drones de Tráfico, y detrás, un helicóptero con sistema Pegasus similar al que se retira del Noroeste. / DGT

El primer helicóptero de Tráfico dotado con el sistema Pegasus entró en funcionamiento en 2013. Ahora, al aparato con base en Alvedro (La Coruña) y Valladolid, que venía vigilando desde entonces las carreteras del noroeste de España (Galicia, Asturias, Cantabria y el norte de Castilla y León) le llega su jubilación. Su mantenimiento tiene un coste tan alto que la DGT ha decidido retirarlo. De hecho, lleva desde mayo inoperativo. Está ocurriendo en toda España. Ya ha sido retirado el Pegasus que sobrevolaba Andalucía y próximamente lo hará el que patrulla las vías de la Comunidad Valenciana y Murcia.

Eso no quiere decir que Tráfico renuncie a la persecución de las infracciones desde el aire. La vigilancia por medio de helicópteros será sustituida por la de drones, que ya comenzaron a actuar en 2018. Tráfico se hizo entonces con una flota de 39 drones.

Con una autonomía de 20 minutos, estos drones operan a una altura de 120 metros y tiene un radio de acción de medio kilómetro. Vigilan la circulación con una cámara de alta definición, cuyas imágenes las recibe el operador del dron en una pantalla acoplada a los mandos del aparato. Las imágenes captadas pueden utilizarse como prueba para tramitar denuncias.

El Pegasus ha tenido una historia un tanto azarosa. En marzo de este año se estrelló uno de los helicópteros en Robledo de Chavela, en Madrid. El piloto, que se marchó del haciendo autoestop, dio positivo en cocaína y anfetaminas. El 11 de agosto se estrelló otro helicóptero, esta vez en La Mojonera (Almería), en el aparcamiento de un restaurante en el que el piloto intentaba aterrizar para comer. Por otro lado, algunos juzgados habían puesto en duda que pudiesen recabar pruebas para multar por no guardar la distancia de seguridad.