ESTUDIO

Los menores comen menos golosinas, pero más comida rápida

La comparación entre estudios de obesidad infantil y hábitos saludables publicados en 2002 y 2019 muestra los cambios en la alimentación y los hábitos de vida de los menores entre 8 y 16 años a lo largo de estos años

Medición del perímetro de cintura de los alumnos en un colegio por parte de la enfermera.

Medición del perímetro de cintura de los alumnos en un colegio por parte de la enfermera. / LA OPINIÓN DE MURCIA

María Jesús Hernández

El consumo de comida rápida en la población de 8 a 16 años ha aumentado un 20%, al tiempo que ha disminuido la adhesión a la dieta mediterránea y no se consumen suficientes verduras al día. Como dato positivo, se detecta una bajada del 12% en la ingesta diaria de golosinas; y el aceite de oliva, el pescado y los frutos secos tienen más presencia en la alimentación de los menores.

Estos son algunos de los resultados que arroja el análisis comparativo que se lleva a cabo desde la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria sobre los resultados de los estudios de obesidad infantil y hábitos saludables publicados en 2002 y 2019, respectivamente. El informe se enmarca dentro del estudio nacional PASOS -obesidad, sedentarismo y actividad física en la población española- promovido por la Gasol Foundation -creada en 2013 por los hermanos Pau y Marc Gasol-, en el que participa el grupo de investigación en Nutrición de la ULPGC que dirige Lluis Serra Majem, con Estefanía Herrera Ramos como coordinadora regional del proyecto.

PASOS nació para tener una radiografía precisa sobre la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso en la población infantil, así como de sus causas, de cara a impulsar políticas eficaces para combatir este problema de salud pública. Tuvo una primera edición en 2019 y este año emprende la segunda para evaluar el impacto que la pandemia ha podido tener en los hábitos de alimentación y vida de los menores.

PASOS 2019, en el que participaron 245 centros educativos de toda España, 12 de ellos en Canarias -seis en Primaria y seis en Secundaria-, y casi 4.000 estudiantes de 8 a 16 años, confirmó que España sufre una epidemia de obesidad infantil que afecta de forma relevante al desarrollo de niños y adolescentes. Un 14,2% de la población infanto-juvenil padece esta problemática, medida según el Índice de Masa Corporal (IMC), y un 24,5% presenta obesidad abdominal. De sus resultados se deduce que la prevalencia de obesidad infantil ha crecido en las dos últimas décadas un 1,6% según IMC y un 8,3% según obesidad abdominal; y que más del 60% de los menores no cumple con la recomendación de actividad física

Con los datos facilitados por el estudio Enkid publicado en 2002, -el primero que determinó que ya había una mala adherencia a la dieta mediterránea y un alto porcentaje de obesidad infantil-, y el PASOS 2019, la investigadora de la ULPGC, Estefanía Herrera Enkid, trabaja en un artículo comparativo para determinar cómo ha evolucionado el perfil de los niños de 8 a 16 años. En ambos estudios se utilizó el cuestionario kidmed, desarrollado por el investigador Lluis Serra Majem, rector de la ULPGC, uno de los más utilizados en el mundo para medir la adherencia a la dieta mediterránea en la población, al ser uno de los modelos más saludables en alimentación.

‘Fast food’

Según destaca la investigadora del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias (iUIBS), la adherencia a la dieta mediterránea en las últimas dos décadas ha disminuido, mientras que el consumo de comida rápida (fast food) más de una vez por semana, se ha elevado en casi un 20%. Una situación que explica en base a la mayor disponibilidad de establecimientos respecto a hace 20 años, y a la exposición al marketing de los mismos. "Una de las causas que podrían explicar este incremento es que desde hace 20 años hasta ahora se han duplicado los establecimientos de fast food. Además, recientes estudios de la OMS y otras instituciones científicas corroboran que los locales que se publicitan para estos rangos de edad son precisamente los de comida rápida, es decir, el de los alimentos no recomendados como los altamente procesados o con alto contenido de azúcares".

Entre los datos positivos, la coordinadora en Canarias del estudio PASOS señala un aumento en el uso de aceite de oliva en torno al 15%, además del consumo de pescado de forma regular, frutos secos y la ingesta de yogures y quesos superior a 40 gramos diarios.

"Un dato importante es que hemos visto que se come en torno a un 12% menos de golosinas por día, y como aspecto negativo, la dieta diaria sigue suspendiendo en el consumo de verduras, que sigue siendo insuficiente", señala la investigadora, bióloga y doctora en Ciencias de la Salud de la ULPGC, sobre el artículo que evalúa la comparación en el grado de adherencia a la dieta mediterránea entre 2002 y 2019.

En el primer estudio de PASOS, además de evaluar los hábitos de alimentación y medir la altura, peso y circunferencia de la cintura de los menores participantes, se analizaron los hábitos de vida, desde las horas que pasan ante el televisor, jugando a videojuegos, la actividad física que realizan, horas de sueño... Además, se les facilitó un cuestionario a sus padres o tutores para conocer su peso y altura, índice de masa corporal, sus hábitos de alimentación, actividad física, empleo… "Ahora emprendemos PASOS 2022, para tener una fotografía en el tiempo, longitudinal, comparando los datos con los mismos niños y adolescentes que participaron en 2019 -aunque la muestra se va a ampliar-, a fin de analizar el efecto de la pandemia de Covid-19".

Como aportación a la comunidad científica internacional, cabe destacar que el estudio de 2019 logró validar un cuestionario de actividad física denominado PAU-7; y en 2022 se actualizará el test sobre la adherencia a la dieta mediterránea kidmed, desarrollado por el catedrático Lluis Serra Majem y que fue validado en el primer estudio Enkid realizado entre 1998 y 2000. "PASOS 2022 busca optimizar y actualizar ese cuestionario de alimentación, de adherencia a la dieta mediterránea, que tiene un gran valor para la investigación futura en esta área de la epidemiología. Entre mejores diseñados, validados, calibrados y con concordancia estén los cuestionarios, mejor y más reales será los resultados que agreguemos después", concluyó Estefanía Herrera.