MÚSICA

Paco Pérez, el DJ madrileño de 72 años que rompe pistas en Kenia: "Los jóvenes en Nairobi me piden fotos"

Este pensionista de Galapagar se ha hecho popular en Nairobi, donde llegó en su juventud como músico de hoteles

Su avanzada edad y su aspecto exótico han hecho de este madrileño una estrella de las redes keniatas

DJ Paco Pérez nos abre las puertas de su casa en Galapagar

DJ Paco Pérez nos abre las puertas de su casa en Galapagar / Fede Carrillo

David López Frías

David López Frías

“¿Que por qué me metí a músico? Pues por ligar, hombre. Como todo el mundo. Nos juntamos varios en el cole que no pillábamos nada: “¿Tú ligas algo? Yo que voy a ligar, mira la nariz que tengo… Pues me han dicho que los músicos ligan muchísimo”. Y agarramos cada uno un instrumento, sin haber estudiado música ni nada, y montamos una banda.

Don Prudencio Hergeta Pérez, de 72 años, le cuenta su historia a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en un bar de su pueblo, Galapagar. Allí le llaman Don Paco. Viste rebequita de punto y hace vida de jubilado. Atrás quedaron ya sus días de músico de orquesta en hoteles de playa. Pero aún tiene por delante sus mejores años pinchando en salas de África Oriental.

Porque tras su aspecto de pensionista retirado de todo, de anciano con pinta de aburrirse a diario, se esconde un tipo que rompe pistas en Kenia. Hasta allí le llevó la vida, se quedó porque se enamoró de una keniata (que al final fueron dos), tuvo tres hijos y se acabó convirtiendo en DJ Paco Pérez.

Ahora acaba de volver a España tras hacerse unos bolos en Nairobi. “He pinchado en Carnivore y en Watami, que son eventos que montan en salas, clubes o restaurantes y lo mismo se pueden juntar más de mil personas”, explica, con la maleta aún por deshacer. Va a quedarse unos meses en su casa de Galapagar, porque no volverá a actuar en Kenia hasta navidades. Aquí en Madrid luce una pulsera con la bandera keniata y un llavero con el nombre de la nación. No tiene la nacionalidad, pero se siente un keniata más. Un keniata blanco pensionista y nacido en Madrid que se ha convertido en una estrella de las pistas de baile africanas.

Músico de hoteles

Lejos queda su primera toma de contacto con el mundo de la música. “Yo nací en el 49 en Madrid, aprendí a tocar la guitarra con 13 años y con 15 ya estaba tocando y dando vueltas con orquestas para ganarme la vida. En aquella época se contrataba mucha música en vivo en los hoteles de 5 estrellas y así me recorrí medio mundo. Estuve mucho tiempo trabajando y viviendo en el sur de Gran Canaria, pero he actuado en El Cairo, en Hong Kong, en Beirut…”

Un vídeo promocional de una discoteca keniata con Paco Pérez de estrella

EPE

“Yo he tocado de todo. Música para guiris. La Charanga del Tío Honorio. Saca el whisky cheli… El nivel de las canciones era infame, pero hicimos dinero”, recuerda. La vida del músico itinerante, que tuvo su paréntesis por la mili y que retomó después en hoteles de Maspalomas. Pero el negocio fue cambiando.

“Poco a poco fueron contratando menos orquestas. Muchos hoteles sustituyeron la música en vivo por un pinchadiscos, que era más barato. Y como vi que se me acababa el curro, pues me puse a poner discos. Lo que tocaba. Aprendí por mi cuenta, igual que aprendí a tocar la guitarra sin haber estudiado música nunca”. Y en esa nueva faceta le surgió la posibilidad de irse a África.

El desmadre

“Fue a finales de los 70, no recuerdo el año. Estaba yo en Canarias y me encontré con un amigo músico que venía de tocar en el Continental Hotel de Nairobi. Me dijo que le había gustado mucho y que por qué no montábamos una discoteca en Nairobi”. De una idea peregrina una noche de copas acabaron en Kenia, arrimándose a unos ingleses que hicieron de socios capitalistas, “porque nosotros no teníamos un duro para montar nada”.

La experiencia fue intensa “A mí Kenia me encantó desde el principio porque es un desmadre generalizado. Yo estuve un tiempo viviendo en Dusseldorf, Alemania, donde un día me pusieron una multa por cruzar la calle con el semáforo en rojo. De peatón. En Kenia nadie respeta los semáforos. Ni las plazas de aparcamiento, se montan en cualquier lado. A mí ese desmadre me encanta”.

Paco, durante su juventud, en uno de los grupos que le llevó a tocar a Nairobi

Paco, durante su juventud, en uno de los grupos que le llevó a tocar a Nairobi / EPE

Fue allí donde nació Paco Pérez. “Porque mi nombre real es Prudencio Hergeta Pérez. Pero cuando me preguntaban el nombre no sabían pronunciarlo. Un día le dije a un que me llamaba Paco y ese lo dijo bien. Con Paco Pérez me quedé, que eso lo aprendían fácil”. Un nombre tan común en España es un exótico trallazo en Kenia, y más si lo porta el único DJ blanco de Nairobi.

Paco fue ganando popularidad, pero los ingleses pagaban poco y emprendió de nuevo camino a Canarias. “Eso y que a mí me gustaba mucho la fiesta, pero me había juntado con una keniata. Yo salía mucho, bebía, la engañaba. Y ella era una fiera. Unas peleas… Me pegaba cabezazos. Total, que decidimos cambiar de aires a ver si mejoraba y nos vinimos los dos a Canarias. Pero aquí no mejoró, se volvió peor todavía y regresamos a Nairobi”.

Cambio de vida

Aquella mujer falleció, Paco siguió dando vueltas y estuvo casado un tiempo con una catalana: pero se acabó separando y regresó a la fiesta africana, que era lo que más le tiraba. Se estableció en Nairobi y se puso a pinchar en una sala llamada Boomerang en la que alternaban discoteca y música en vivo. Allí conoció a Janet, una keniata de 55 años que hoy es su esposa.

Paco reside en Madrid, pero lleva llaveros y pulseras de Kenia, su segunda patria 

Paco reside en Madrid, pero lleva llaveros y pulseras de Kenia, su segunda patria  / Fede Carrillo

“En aquel sitio solían traer cantantes bastante malillas. Una noche trajeron a una chica que cantaba jazz y me di cuenta de que lo hacía muy bien. Empezamos a hablar y ya llevamos 30 años casados”, explica. Tienen dos hijos, el mayor vive con ellos y la menor reside en Marbella en la organización de eventos musicales.

Janet la cambió la vida. “Me hice cristiano y me ayudó mucho. Dejé la fiesta, la bebida y la mala vida. Me hice vegetariano y estuve 6 años sin comer nada de carne. Janet me cambió la vida como me la cambió en su momento Aretha Franklin, que la primera vez que la escuché me quedé embobado y desde entonces solo pincho soul y funky.

Aunque ahora tiene su residencia establecida en Galapagar, sus viajes a Nairobi han sido constantes. Ha seguido manteniendo relación con el país africano y pinchando. Y eso, junto a la importancia de las redes sociales, ha hecho que en los últimos tiempos haya repuntado su popularidad. No es habitual ver a un DJ de 72 años en una cabina. Si encima es blanco en Kenia, se convierte en una atracción.

Estrella en redes

Es precisamente en las redes sociales donde se ha granjeado la fama. Comparte sus sesiones en la página Soundcloud, donde algunos de sus trabajos tienen más de 20.000 escuchas. En total cuenta con más de un millón y medio de reproducciones, lo que le convierten en uno de los DJ con más predicamento en Kenia. Paco reconoce que su popularidad se circunscribe únicamente a ese país, pero para él es suficiente.

Paco Pérez, durante una de sus actuaciones en una sala de Nairobi

Paco Pérez, durante una de sus actuaciones en una sala de Nairobi / EPE

“A mí en el mundo no me conoce nadie, solo me conocen los keniatas. Pero allí soy bastante popular. He ido a actuar a Estados Unidos porque hay una comunidad de keniatas importante. He actuado en Boston, en Dallas y en Las Vegas. He estado pinchando en fiestas de la selección de rugby 7, que es un deporte muy popular en Kenia y cada vez que juegan en EEUU me llaman. Y se hacen fotos conmigo. Que yo digo “si yo soy feo de narices, para qué querrán fotos conmigo”, pero me las piden igual y siento el cariño de la gente”, concluye.

Su siguiente actuación en Nairobi está programada para Navidades. Tocará en la Boomerang, la misma sala en la que conoció a su mujer. No es que Paco siga teniendo caché en Kenia; es que en los últimos tiempos ha subido como la espuma. Su carisma, su aspecto exótico, su edad y el espectáculo que ofrece cuando pincha, le han convertido en una estrella. Algo que en su familia ven con agrado, pero con cierta preocupación: “Mi mujer y mis hijos me dicen que pare, que ya va siendo hora. Pero yo pienso seguir pinchando hasta que me aguanten las fuerzas y los keniatas”.  

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