ELECCIONES GENERALES

El PSC afloja la presión al Govern catalán para no torpedear un pacto de Sánchez con ERC y Junts

Los socialistas catalanes piden huir de los "triunfalismos" y no forma parte de su agenda reclamar elecciones anticipadas en Cataluña pese a tener entre ceja y ceja la presidencia de la Generalitat

Salvador Illa.

Salvador Illa. / Ferran Nadeu

Sara González

Arrasó en las elecciones con 19 diputados, una docena más que los que obtuvieron ERC y Junts, y 1,2 millones de votos, más de lo que suman los dos partidos independentistas juntos. Pero el PSC pide huir de los "triunfalismos" y no forma parte de su agenda reclamar elecciones anticipadas en Cataluña pese a tener entre ceja y ceja la presidencia de la Generalitat. De hecho, ni tan siquiera ha hurgado en la pérdida de fuelle de sus contrincantes. Y es que al jefe de la oposición, Salvador Illa, le toca contemporizar, priorizar la necesidad que tiene Pedro Sánchez de contar con los republicanos y los posconvergentes para que su investidura prospere.

Los socialistas catalanes insistieron en campaña que Cataluña ejercería de adalid de la reedición Gobierno de coalición. Los resultados le han dado la razón, pero también han impuesto otra realidad: Cataluña y, muy en concreto, los partidos independentistas, pueden ser el mayor factor de inestabilidad. Sin ellos, la Moncloa es inalcanzable para el PSOE. Y por eso el PSC tiene que calibrar ahora cada movimiento en el Parlament y cada declaración pública que tengan como destinatarios los dos partidos.

Un juego de equilibrios

Illa ya ha puesto en práctica ese juego de equilibrios consciente de que, en estos momentos, le interesa más que nunca que los independentistas vayan a la par porque la consecuencia de que se atíe la disputa estratégica entre republicanos y posconvergentes puede ser que la investidura de Sánchez se vaya al traste. Que haya un frente común entre ambas formaciones, entienden los socialistas, les beneficia porque ratifica una actitud negociadora.

Por un lado, tras el 23-J Illa no ha hecho hincapié en el desgaste de Pere Aragonès al frente de la Generalitat tras encajar ERC un segundo correctivo electoral. Esa era la intención de los socialistas si ganaban las elecciones municipales, cuando la dirección del partido explicaba entre bambalinas que su victoria tendría repercusión en la legislatura catalana porque pasarían a una fase de apretar más las tuercas al Govern en minoría de los republicanos para intentar acortar el mandato.

La precipitada convocatoria de las generales y el escenario resultante ha, como mínimo, aplazado ese propósito. El líder de la oposición no va más allá de la manida consigna de que su partido sigue trabajando para construir una alternativa al actual Govern. Ni rastro de pedir elecciones ni ningún amago de activar una moción de censura, una vía que Illa no ha contemplado en ningún momento en esta legislatura.

Por el otro lado, el PSC se ha recetado también andar con pies de plomo con Junts. El líder de los socialistas catalanes, además de hablar desde la misma noche electoral de que toca liderar una España "plural y diversa", ha recordado que tienen muchos pactos municipales con los posconvergentes. Aunque en el partido de Laura Borràs y Jordi Turull aún escuece la jugada que arrebató la alcaldía de Barcelona a Xavier Trias, así como el pacto de los socialistas en las diputaciones de Barcelona, Tarragona y Lleida.

No pisar ningún callo en Waterloo

Los socialistas han dejado claro, eso sí, que la reclamación de un referéndum y de la amnistía es un muro infranqueable y que en las negociaciones para la investidura debe imponerse el "realismo". Al mismo tiempo, son conscientes de que es Carles Puigdemont quien tiene el botón en sus manos, por lo que también evitarán pisar ningún callo en Waterloo.

Lo que queda fuera de su alcance y puede distorsionar sus intenciones, eso sí, es el impacto que pueden tener decisiones judiciales que afecten al 'expresident' y a los líderes del 1-O con causas pendientes. Illa ya evitó cualquier ensañamiento esta semana con la orden de la Fiscalía del Supremo de reactivar las euroórdenes o con el retorno efímero con detención incluida de Clara Ponsatí.

La sesión de control del miércoles en el pleno del Parlament fue un termómetro del comedimiento y el pacto de no agresión de Illa con el independentismo para allanar el terreno de las negociaciones que marcarán las próximas semanas. Lejos de recordar el revés en las urnas sufrido por ERC y Junts, subrayó que la lección del resultado de las generales es que "la política útil es acordar en una sociedad plural". Pero también recordó a Aragonès, en un tono para nada inquisitivo ni agrio, que hay alianzas vigentes en materia presupuestaria por las que el Govern debería poner la "sexta marcha".

En la calle Pallars sostienen que es el PSOE quien deberá liderar la interlocución con unos y con otros y que su rol será el de "ayudar" en lo que haga falta. De momento, y a la espera de una nueva orden de Sánchez tras haber ordenado "calma" y vacaciones, la contribución del PSC es no encender ninguna mecha que incendie el necesario diálogo con los independentistas pese a la supremacía que ha ido consolidando en tres comicios consecutivos a la espera de dar la campanada en las próximas catalanas.