RUGBY

El Ciencias, la última burbuja del rugby español

Su plantilla se negó a viajar a Valladolid por los impagos del club, que denuncia que un patrocinador y el Ayuntamiento no cumplen lo pactado

La historia se repite, como con el MARU o La Vila, y los jugadores pagan las consecuencias de un rugby subvencionado como el español

Imagen de un partido del Ciencias Rugby

Imagen de un partido del Ciencias Rugby / Juan Carlos Ogazón

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

El Rugby español anda lamentándose en las últimas horas por la decisión de los jugadores del Ciencias de no acudir a jugar su partido contra el VRAC como respuesta a los impagos que se están produciendo por parte del club científico a la plantilla. Una muestra más de enorme cinismo que campa por el oval patrio, deporte absolutamente amateur en el que los jugadores son los que se sacrifican y pagan los platos rotos siempre ante los delirios de grandeza de sus dirigentes.

El caso del Ciencias es uno más de una lista en la que aparecen entre toros el MARU, primer proyecto de club profesional de nuestro rugby, La Vila o alguno de los clubes de Santander nacidos al calor de un patrocinador. De hecho, hay alguno más que va camino de engrosar esa lista si no corrige la deriva financiera que lleva. La explicación es sencilla: el rugby español está subvencionado. Desde la Federación (que vive de la partida anual que le concede el CSD, las migas de World Rugby y el apoyo del programa del deporte femenino de Iberdrola), a los clubes (que se financian mayoritariamente con las aportaciones de gobiernos regionales, diputaciones y ayuntamientos). No hay club en las categorías llamadas ‘de élite’ sin subvención y se cuentan con los dedos de una mano los equipos soportados por los patrocinadores y sus socios.

Un título en las Bodas de Oro

El Ciencias explicaba los impagos en un comunicado en el que se lo siguiente: “Los pagos pendientes de un patrocinador y la ausencia del apoyo prometido por parte del Ayuntamiento de Sevilla han desencadenado esta crisis financiera en el club”. Sin embargo, el asunto tiene una explicación sencilla. En 2022 el Ciencias Rugby celebró su 50 aniversario y lo quiso hacer por todo lo alto, en su derecho estaban. Para ello decidió armar una plantilla para pelear por un título y fichó a varios internacionales españoles como Jordi Jorba, los hermanos Mateu, Manu Mora, Alvar Gimeno o Vicente del Hoyo. Tiró la casa por la ventana, dentro de lo que es el rugby. Fichó “profesionales” del rugby que en la mayoría de los casos ni cotizan como tales en la Seguridad Social ni reciben una contraprestación ajustada a esa condición. En el rugby español ningún jugador se va a retirar con dinero ahorrado en el banco tras colgar las botas. Viven al día, aumentando los 600, 900, 1.200 o 1.500 euros que cobre, según su estatus y el del club, con otros bonus por asistencia a entrenamientos, trabajo con la cantera o temas tangenciales. Además, en muchos casos, por no decir la mayoría, comparten piso con otros “profesionales” del equipo. Pisos cedidos por patrocinadores que pagan en especies su colaboración. Y a veces ni siquiera cobran dinero porque juegan a cambio de la matrícula en un grado o un máster en alguna Universidad afín.

A partir de esta estructura se conforman unos presupuestos anuales que difícilmente cuadran al final del ejercicio porque en un deporte de tanta exigencia física y mental siempre hay contratiempos. Desde jugadores que se lesionan de larga duración y hay que fichar a otros, con el consiguiente coste, a jugadores que se acaban cansando y regresan a casa antes de tiempo. Presupuestos ajustados al milímetro en los que se utilizan todo tipo de trucos para ‘rascar’ de un lado o de otro, como la ya clásica maniobra de incorporar a los extranjeros en octubre para ahorrarse dinero en septiembre, aunque sea hipotecando un par de jornadas de Liga. Ahí está el Ciencias, que además no pudo ganar el título para el que diseñó la plantilla en 2022, al caer en la final de Copa en La Cartuja ante El Salvador (26-27).

MARU, La Vila, Ciencias...

Pasados los fastos de las Bodas de Oro del Ciencias, en cuyo foto de familia resultaba muy tentador aparecer para patrocinadores y políticos de las instituciones, la burbuja explotó y ahora el club ve cómo un patrocinador y el Ayuntamiento, con la gobernanza de otro partido, les deja en la cuneta. Mala solución tiene el asunto y es algo que afecta no solo a los jugadores, también a sus familias, que alguno la tiene con ellos en Sevilla. El rugby español tiene la mala costumbre de vivir por encima de sus posibilidades, de disparar las expectativas y no ser previsores. Lo vimos en su día con aquel MARU que ganó la Liga en Alcobendas en 2002, y también con La Vila, equipo que ganó la Liga en 2011 y ahora se ha estabilizado en División de Honor B. Pero es un caso recurrente en decenas de clubes que sufren económicamente para salir adelante año tras años. Ahora la 'burbuja rugbera' pasa factura a este Ciencias que vive en el alambre, como otros equipos de la División de Honor que no están muy lejos de la situación de los sevillanos.

Imagen de los equipos de cantera del Ciencias Rugby de Sevilla

Imagen de los equipos de cantera del Ciencias Rugby de Sevilla / Juan Carlos Ogazón

Es recurrente en el rugby español ver de vez en cuando este tipo de movimientos en los que hay equipos que se refuerzan sorprendentemente y pasan de la parte media de la tabla a ser candidatos a los títulos. Un movimiento que siempre trae aparejada la misma pregunta: “¿Quién pone el dinero?”. No ha habido un solo ‘club burbuja’ en el rugby que haya aguantado un lustro en pie, ni tan siquiera un trienio. Fuese un capricho de algún emprendedor o una postal turística de una Diputación o un Gobierno regional, estas apuestas siempre han nacido con la fecha de caducidad marcada.

En el caso del Ciencias extraña que un club señero del rugby español con una cantera que siempre ha sido su pilar fundamental se haya metido en esta vorágine. Cantera que, por cierto, también se abastece de las de otros clubes pequeños a los que no siempre tratan con el respeto exigible. Fea costumbre que trasciende al Ciencias y al rugby y es denominador común del deporte. Un patrocinador y el Ayuntamiento se han bajado del carro del Ciencias en marcha. Tan cierto como que el club no ha rebajado las expectativas tras la celebración de las Bodas de Oro y ahora le ha explotado la burbuja en la cara. Y el problema es que lo están pagando los jugadores, como todo lo que ocurre en el rugby español.  

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