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Laporta pasa del 'nuñismo sociológico' al 'madridismo sociológico'

De por qué pagamos 7.3 millones de euros al segundo del arbitraje español, para qué, dónde fueron a parar esos millones o si, al final, el dinero o parte de él volvía a bolsillos de unos impresentables, de eso mejor no hablar

"Andá pallá Bobo", el blog de Emilio Pérez de Rozas

"Andá pallá Bobo", el blog de Emilio Pérez de Rozas

Misión 1. Tengo que salir a dar la cara porque esto se está saliendo de madre y Madrid lleva ya mucho tiempo apretándonos, llevan la voz cantante (como casi siempre) y esto está tomando un aire que no me gusta nada.

Misión 2. Debemos escoger el sitio, bien escogido. Vayamos a Catalunya Radio, campo propio y, sobre todo, solos, nada de tertulianos, nada de preguntas como "oiga ¿y usted por qué le cuatriplicó el salario a Negreira".

Misión 3. Mucha grandeza del Barça y poco ‘caso Negreira’. Mucho nos temen y poco hablar de la carnaza que le hemos suministrado a 'la caverna' gastándonos 7.3 millones de euros en informes que fueron, directamente, a la basura. Cómo es posible que tres presidentes tan distintos (Sandro RosellJosep María Bartomeu y Joan Laporta) paguen por algo que es nada. Y paguen tanto.

Misión 4. Si en su día fui el abanderado del ‘nuñismo sociológico’ inventemos, ahora, el ‘madridismo sociológico’ (¡ojito!, presentador, que no es lo mismo que el ‘socialismo madrileño’, que nos liamos peligrosamente), que teme que el Barça de Xavi Hernández, no solo gane, otra vez, la Liga sino hasta la Champions (blanca). Eso sí, pidámosle al ‘madridismo sociológico’, es decir, a los madridistas que presiden los centros de poder de la capital, que, si pueden, por favor, nos concedan la final del Mundial-2030 para el nuevo Spotify Camp Nou. La 'pela' es la 'pela'.

Y misión 5. Fundamental: ganarme a los míos, volver a juntar al rebaño (por favor, en el buen y mejor sentido de la palabra), recuperar a los descarriados, volver a tener junto a mí, por y para mí, a los 30.184 que me votaron y, en ese sentido, nada mejor que aglutinarlos en torno a dos ideas. Una, repito, nos persiguen, temen volver a sufrir al nuevo Barça esplendoroso, que está llegando. Y dos, pidamos la amnistía para Puigdemont y todos los que sufren (si puede ser, emocionémonos al pedirla, hagamos una paradita teatral, pidamos agua al presentador) y así cerraremos el círculo perfecto de la España que nos persigue, que quiere vernos hundidos.

Joan Laporta, durante su entrevista en Catalunya Ràdio

Joan Laporta, durante su entrevista en Catalunya Ràdio / CATALUNYA RÀDIO

No hablemos, por tanto, de cómo se está gobernando el Barça familiar, repleto de amigos y espías en todas las secciones. No hablemos de cómo vendemos parte del patrimonio, a veces falsamente pues no se cobra, aunque ya nos ha servido para inscribir jugadores (del cobro, ya hablaremos otro mes, otro año), no hablemos de la lista de profesionales que se fueron y por qué se fueron y, sobre todo, no recordemos que pagamos 7.3 millones de euros al nº 2 de arbitraje español, para nada, para papel de la basura.

Laporta cree que le persiguen, persiguen al Barça, "porque Madrid tiene pánico a que repita mi éxito de hace años, con el mejor equipo de la historia"

Laporta sabe, mejor que nadie, por eso volvió a ganar con una lona, sin programa electoral, sin técnico, sin junta, sin avales, que al culé lo que más le convence es alguien que le diga que Madrid no quiere (y Madrid no es solo el Real Madrid, ni siquiera Florentino Pérez, sino el ‘todo Madrid’, eso, el ‘madridismo sociológico’) el bien, la victoria, el esplendor del Barça “y, ahora, teme al presidente que más pánico les dio”.

De los pagos, ni hablamos

Por eso, lo mejor, la misión vital de ahora, a tres días de una asamblea donde el presidente protagonizará un paseo triunfal por las redes, sin oposición alguna (ni la verá), es coger el micrófono, decir que nos persiguen (perdón, ¡jamás han dejado de perseguirnos!) y pedir la amnistía, que eso mola.

De por qué pagamos 7.3 millones de euros al segundo del arbitraje español, para qué, dónde fueron a parar esos millones o si, al final, el dinero o parte de él volvía a bolsillos de unos impresentables, de eso, repito, mejor no hablar. Ni admitir preguntas, por descontado. Para y por eso jugamos en campo amigo.