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'Dreamin’ Wild': los granjeros que querían ser estrellas del rock

Se estrena en España la película que cuenta la vida de Donnie y Joe Emerson, dos hermanos granjeros apasionados por la música que, a principios de los 80, intentaron triunfar como cantantes

Maria, David, Rose Joy y Donnie Emerson, en una fotografía familiar de 1975.

Maria, David, Rose Joy y Donnie Emerson, en una fotografía familiar de 1975. / IMAGEN CEDIDA

Casi un año después de su paso por el Festival de Venecia fuera de concurso, llega a las pantallas españolas Dreamin’ Wild de Bill Pohlad. El que fuera productor de El árbol de la vida de Terrence Malick, Doce años de esclavitud de Steve McQueen y Un monstruo viene a verme de Juan Antonio Bayona, vuelve a ponerse tras la cámara para rodar otra película biográfica relacionada con el mundo de la música y las segundas oportunidades. Si en Love & Mercy (2014) abordó en la complicada existencia del líder de The Beach Boys, Brian Wilson, y su renacer creativo después de años de control por parte de su psiquiatra, en esta ocasión Pohlad se centra en la vida de Donnie y Joe Emerson, dos hermanos de Fruitland, en el estado de Washington, que durante su adolescencia, intentaron emprender una carrera musical con más voluntad que resultados.

"Es una historia de amor, lealtad, segundas oportunidades y la posibilidad de que los sueños se hagan realidad. Pero también trata del dolor, del arrepentimiento y de las complicaciones que pueden traer consigo los sueños", explicaba en el Festival de Venecia Bill Pohlad. "Dreamin’ Wild explora la fe y la familia, la culpa y la responsabilidad. En última instancia, se trata de sanar, y nunca como ahora necesitamos eso en nuestro mundo", defendía el guionista y productor que, durante el proceso de escritura y rodaje, no pudo quitarse de la cabeza Baby, canción cuyo "sentimiento y pasión cruda impregnan toda la película".

Baby es el tercer tema de Dreamin’ Wild, LP compuesto, producido, interpretado y grabado por Donnie y Joe Emerson en 1979, cuando no eran más que unos jóvenes apasionados por la música. No obstante, la ilusión y el esfuerzo que toda la familia Emerson puso en ese proyecto no fueron correspondidos y el disco ni siquiera fue comprado por los compañeros de clase de los muchachos. De hecho, hubo que esperar casi tres décadas hasta que, en 2008, el coleccionista de discos Jack Fleischer descubriera el disco en una tienda de segunda mano de Spokane, Washington, y comenzase a reivindicarlo. Gracias a Fleischer, Ariel Pink hizo una versión de en 2012 y, ese mismo año, el sello discográfico Light in the Attic reeditó el disco y lo distribuyó en todo el mundo.

"Hicimos Dreamin’ Wild con todo nuestro corazón porque realmente queríamos compartir nuestra música y pensábamos que teníamos algo especial. Por supuesto que éramos inocentes sobre cómo funciona el negocio de la música, pero creo que todo ha sucedido cuando Dios ha dispuesto", declaraba Donnie a la periodista de The Guardian Hermoine Hoby en 2014, antes de añadir: "Él consideró que entonces no era el momento y que es más adecuado ahora, cuando somos capaces de manejar mejor todo esto".

De derecha a izquierda, Mrs. Dale, Donna Smith, Trina Wagner, Chrystal Nichols, Arlene Bowe, Elaina Bowe, Don Emerson, Becky Claassen y Ron Bowe. 

De derecha a izquierda, Mrs. Dale, Donna Smith, Trina Wagner, Chrystal Nichols, Arlene Bowe, Elaina Bowe, Don Emerson, Becky Claassen y Ron Bowe.  / IMAGEN CEDIDA

Del tractor al pentagrama

oportunidad única para conocer otros géneros y artistas

Animados por lo que escuchaban, los hermanos comenzaron a componer e interpretar sus propias canciones con tanta dedicación, que su padre decidió pagarles la grabación de un disco de siete pulgadas en el que se incluirían dos canciones de Donnie: Take It y Thoughts In My Mind. A pesar de la ilusión de los hermanos, la experiencia no fue buena. Al hecho de las urgencias derivadas de que el estudio se alquilase por horas, se sumó que los técnicos no eran precisamente comprensivos con la juventud e inexperiencia de los chavales. En consecuencia, padre e hijos regresaron a casa bastante decepcionados.

"Un día les pregunté qué querían hacer y me dijeron que ellos no querían pasarse la vida ordeñando vacas, sino dedicarse a la música", recordaba Don Emerson que, a partir de ese momento, decidió apoyar más aún los sueños de sus hijos. Tanto es así que, cuando Donnie y Joe le pidieron regresar al estudio para grabar otro sencillo, su padre se negó. A cambio, les propuso construir un estudio propio en la finca familiar para que pudieran componer, ensayar y grabar sin prisas ni malos modos. La única condición era que se comprometiesen a producir algo tangible que se pudiera comercializar y, en la medida de lo posible, enjugar la inversión que iba a suponer todo el proyecto, nada menos que 100.000 dólares de principios de los años 70, gastados en acondicionar el lugar, en micrófonos, cables, una mesa de dieciséis pistas, un teclado Moog, una batería, una guitarra, un bajo eléctrico y sus correspondientes amplificadores.

"Posiblemente muchos padres nunca habrían hecho lo que hice yo. De hecho, creo que muchos de ellos incluso pensarán que estoy loco", declaraba a una cadena de televisión estadounidense Don Emerson que, una vez construido el estudio, pidió una segunda hipoteca sobre la propiedad familiar para convertir uno de los graneros en una sala de conciertos. "Nuestro padre ha puesto su dinero y algún día esperamos no solo devolvérselo, sino apoyarle económicamente nosotros a él", declaraba ilusionado Joe en la época, sin imaginar su aciago futuro en el mundo de la música.

Donnie y Joe Emerson, en dos fotografías promocionales de la época. 

Donnie y Joe Emerson, en dos fotografías promocionales de la época.  / IMAGEN CEDIDA

De fracaso a disco de culto

mandó a prensar 2.000 copias de Dreamin’ Wild

Sin contactos en el negocio de la música, a los Emerson les resultó imposible promocionar Dreamin’ Wild, lo que provocó que muy pocos se enterasen de que el disco existía, por lo que las copias no tardaron en acumular polvo en la casa familiar. A esta situación se añadió una mala racha económica que hizo que Don Emerson tuviera que desprenderse de grandes lotes de terreno, hasta dejar la propiedad en tan solo 26 hectáreas.

Mientras que Joe abandonó la música para ayudar a su padre en la granja, Donnie continuó componiendo, actuando y grabando sin demasiados resultados, al menos hasta que Matt Sullivan, propietario de Light in the Attic, decidió reeditar primero Dreamin’ Wild, al que siguieron las grabaciones que los hermanos habían continuado haciendo en los siguientes años y que fueron publicadas con el título de Still Dreamin’ Wild: The Lost Recordings 1979-81. Con el estreno de la biopic que narra sus vidas parece que, aunque tarde, por fin el sueño salvaje de los Emerson se ha hecho realidad.