Las críticas de cine de la semana: 'Más que nunca', 'Medusa Deluxe', 'Cata de vinos' y 'Don Juan'

Debut en el largometraje del británico Thomas Hardiman, Medusa Deluxe es un whodunit ambientado en un concurso de peluquería: aparece un cadáver en el lugar en el que se celebra la competición. La cámara sigue, en un plano secuencia tan largo como la película, a peluqueras y participantes en un recorrido (sobre todo verbal y estético) para averiguar quién es el culpable del asesinato. El atractivo de Medusa Deluxe no está tanto en la construcción y desarrollo del misterio, aunque sin duda es una propuesta compacta y eficaz, como en el planteamiento de un universo tan insólito como llamativo (el mundo de la peluquería creativa) y en la presentación de un excéntrico catálogo de personajes que encuentran su fuerza en sus estilismos y en la palabra: es una película dialogada con ritmo y con gracia.

Lo primero no es ninguna tontería. No es fácil encontrar películas que propongan escenarios nuevos, los recreen desde el conocimiento y la fascinación (Hardiman, hijo de peluquera, es un fan confeso de ese entorno) y, lo más importante, los conviertan en protagonistas de la historias. Más que por el misterio, la película de Hardiman es hipnótica por su apuesta estética y por la manera en la que ese universo de peinados imposibles (el diseño de vestuario y peluquería de Medusa Deluxe es alucinante) se integra en la trama, la hace avanzar con frenesí y articula sus claves. - Desirée de Fez

El director francés Serge Bozon, antes crítico de cine y también DJ musical en festivales y eventos cinematográficos, proporciona en Don Juan una relectura de tintes posmodernos en torno al mito del clásico seductor surgido de las plumas de Tirso de Molina, José Zorrilla o Molière. La propuesta no es ni demasiado arriesgada ni convencional, pese a que en determinados momentos los personajes se ponen a cantar en el sentido clásico del género musical: es cantando cuando expresan mejor sus sentimientos. Pero más allá de estas fugas musicales, el relato se centra en el juego de espejos: Laurent es un actor de teatro, no especialmente seductor, pero si capaz de seducir a todas las mujeres que conoce, a quien su prometida, Julie, ha abandonado el mismo día de la boda. 

Laurent, obsesionado, ve en todas las mujeres el rostro de Julie. Está preparando un montaje de Don Juan en un teatro junto al mar y, debido a una serie de circunstancias, quien encarna a Elvira, la mujer del seductor, no es otra que Julie. Lo que ocurre en la representación teatral se traslada, con matices –y en estos reside el interés del filme– a la vida de los dos actores fuera del escenario, a su reencuentro y la segunda oportunidad de amarse que surge con él. Bozon parte de la mitología en torno al eterno seductor para ofrecer un retrato distinto y contemporáneo de la fragilidad de la seducción y del enamoramiento. - Quim Casas