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La aventura de vivir en un barco en Alicante

Desde jubilados hasta solteros, familias con hijos y parejas jóvenes, los perfiles de las personas que residen en barcos en los puertos de la provincia son diversos y, aunque muchos de ellos tienen conocimientos de navegación, no es un requisito imprescindible

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La aventura de vivir en un barco en Alicante

La aventura de vivir en un barco en Alicante / ÁXEL ÁLVAREZ

En la costa de Alicante, la vida en el mar se está convirtiendo en una opción de estilo de vida cada vez más popular y atractiva. Las ventajas de vivir en un barco van más allá de lo meramente práctico: para algunos, se trata de la pasión por navegar y explorar nuevos horizontes; para otros, representa la libertad de no estar atados a una hipoteca o a un estilo de vida convencional en tierra firme. Esta tendencia hacia la vida en el mar está en constante crecimiento en la provincia, y cada vez atrae a perfiles de ciudadanos más diferentes.

"Lo que más me gusta de vivir en el barco es la independencia que tienes, no estás atada a nada, es una paz y una libertad que no se puede comparar con nada", confiesa María José García, una madre de familia que reside junto a su marido y su hijo en un velero en Santa Pola desde hace más de diez años. "Venimos de vivir toda la vida entre ladrillos, no los queremos, no son para nosotros. Aquí en el barco tienes paz desde que te levantas hasta que te acuestas, algo que genera un sentimiento de hogar incomparable. Es otra sensación, un sentimiento de plenitud", explica García.

Como ella, cada vez son más las personas que deciden dejar su vida en "tierra firme" para lanzarse a vivir nuevas experiencias. Durante el año 2023, se matricularon un total de 319 embarcaciones en Alicante, lo que representa el 6% del mercado nacional de naves de recreo en España, según los datos facilitados por la Dirección General de la Marina Mercante de 2023.

Aunque todavía pueda parecer poco convencional, residir en un velero o un barco a motor es una tendencia que está ganando terreno como un estilo de vida cada vez más común en Alicante. En la provincia, la mayoría de los residentes de embarcaciones son extranjeros. En lugares como Torrevieja, alemanes y rusos son predominantes, y optan por veleros en lugar de naves a motor. Sin embargo, los españoles también están explorando esta tendencia.

Según Alejandro Osorio, profesor de Sociología en la Universidad de Alicante, esta elección de estilo de vida está relacionada con la renuncia a lo material y al consumismo. "Aquellos que deciden vivir en un barco son personas que optan por la libertad y la austeridad, rechazando el consumismo y la obsesión por la propiedad y el éxito material. Prefieren un estilo de vida más libre, en contacto con la naturaleza y alejado de las convenciones sociales urbanas. Sin embargo, entre ellos a veces destaca la ausencia de lazos sociales, son personas suelen ser individualistas, no en un sentido negativo de egoísmo, sino en el disfrute individual de la vida y la autonomía emocional", explica Osorio.

Antonio Fernández, un jubilado con un amor profundo por el mar, vive en el Club de Regatas de Alicante.

Antonio Fernández, un jubilado con un amor profundo por el mar, vive en el Club de Regatas de Alicante. / ÁXEL ÁLVAREZ

Usuarios

La vida en el mar está ganando terreno como una opción de estilo de vida cada vez más popular en la provincia. Los perfiles de las personas que residen en barcos en estos puertos son diversos y variados. Desde jubilados que disfrutan de su retiro en solitario o en compañía, hasta solteros, familias con uno o dos hijos y parejas jóvenes que están dando sus primeros pasos en esta aventura. Aunque muchos de ellos poseen conocimientos básicos de navegación, no es un requisito imprescindible para sumergirse en esta experiencia.

Uno de los aspectos que favorece la vida en el puerto es la seguridad y los servicios que se ponen a disposición de los usuarios. Este particular vecindario a la intemperie cuenta con sistemas de vigilancia y el acceso a cada pantalán está restringido mediante una tarjeta que solo los usuarios poseen, lo que garantiza la privacidad de cada residente. Además, en el caso de la mayoría de marinas, su ubicación estratégica a pocos metros del centro urbano brinda a sus residentes una sensación de cercanía con el entorno por lo que pueden llevar la misma vida que si residieran en un céntrico piso.

La familia García Blasco en el puerto de Santa Pola.

La familia García Blasco en el puerto de Santa Pola. / ÁXEL ÁLVAREZ

Alejandro Osorio, profesor de Sociología en la Universidad de Alicante, existen dos perfiles predominantes entre aquellos que eligen esta forma de vida. "El primer grupo consiste en individuos acomodados o ricos que tienen yates lujosos y no necesariamente viven en ellos, optando por hospedarse en hoteles al atracar en puertos. El segundo grupo, el mayoritario, son personas que renuncian a la vida en la ciudad para adquirir barcos más modestos, como veleros, y vivir en ellos de manera más austera, pero confortable, generalmente con una situación económica estable que les permite vivir con comodidad. Estos suelen tener una educación medio alta y no necesariamente son extranjeros", explica Osorio.

En familia

En el puerto de Santa Pola, la familia García Blasco ha encontrado su hogar entre las aguas tranquilas del Mediterráneo. Para Joaquín Pedro Blasco, padre de familia, la tradición marítima es algo que corre por sus venas. "Lo de la vela es parte de mi familia, ya son varias generaciones en este mundo. El abuelo de mi abuelo ya se dedicaban a construir barcos y fueron ellos un poco los que me aficionaron. Venir a vivir al barco fue un paso natural para nosotros. Evidentemente, no nos falta de nada, pero no tenemos cosas superficiales, renunciamos a todo eso en favor de vivir aquí", explica Blasco.

Para su mujer, María José García, asegura que mudarse a vivir a un barco fue un paso "natural". "Al principio empezamos pasando los fines de semana, después se convirtieron en quincenas completas y cuando pudimos comprar este velero, que es más grande, ya dimos el paso de venir a vivir aquí. La verdad es que le cogimos rápido el gusto, lo llevamos en la sangre", apunta García.  

La familia García Blasco ha encontrado su hogar en el puerto de Santa Pola.

La familia García Blasco ha encontrado su hogar en el puerto de Santa Pola. / ÁXEL ÁLVAREZ

Criado entre velas, Joaquín Pedro Blasco, hijo del matrimonio, asegura que el mar es "su pasión". "Yo me he criado aquí en el barco. Al principio fue un poco raro porque estaba lejos de mis amigos, pero luego ya me he ido acostumbrando. En verano tengo pandilla en el puerto y son todos gente de mi edad y ahora que voy al instituto en Santa Pola estoy más cerca desde el puerto que si estuviera en casa", asegura Blasco.

En el puerto de Torrevieja, a bordo de un barco vive la familia Nanuk. Alex Nanuk, originario de Rusia, comparte el inesperado giro que los llevó a establecerse en la costa española. "Mi familia y yo salimos en barco todos juntos para hacer un viaje largo, pero justo cuando íbamos a regresar, comenzó la guerra en Ucrania. No podíamos volver a Rusia, ni quedarnos en Turquía, donde estábamos en ese momento. Así que nos dirigimos a Alicante, donde teníamos amigos que nos ofrecieron quedarnos de forma legal. Ahora vivo en el barco con mis dos hijos y mi perro, un auténtico lobo marino. Mis hijos van al colegio en Torrevieja y aquí estamos cómodos", señala Nanuk.

Alex Nanuk, originario de Rusia, comparte el inesperado giro que llevó a su familia a establecerse en Torrevieja.

Alex Nanuk, originario de Rusia, comparte el inesperado giro que llevó a su familia a establecerse en Torrevieja. / ÁXEL ÁLVAREZ

Jubilados en alta mar

En el prestigioso Club de Regatas de Alicante, la vida transcurre al ritmo de las olas y el viento marino. Antonio Fernández, un jubilado con un amor profundo por el mar, asegura que desde que se retiró cambio su apartamento por un velero. "Empecé hace muchísimos años a pasar largas temporadas en el barco porque me gusta, incluso me pilló aquí dentro la pandemia. Ahora vivo 6 meses a bordo y seis meses en una casa que tengo en la provincia de Palencia, que es mi tierra natal. Un barco tiene sus incomodidades, lógicamente, pero cuando eres navegante y te gusta el mar, pues esas dificultades se soslayan y se compensan con muchas ventajas", explica Fernández.

Miguel Llodra, un jubilado francés, ha encontrado en el Club de Regatas de Alicante su hogar durante los últimos 14 años. Con una sonrisa en el rostro y una larga historia detrás, comparte su experiencia. "Decidí venir a vivir con el barco a Alicante porque es el mejor sitio del mundo por el tiempo. Yo he vivido en París 30 años y en Argelia otros 20 años, y aquí es donde mejor se está. Aquí vivo con mi perro Opium, un pastor alemán de diez meses, y mi familia está en París y de vez en cuando vienen a visitarme. Yo quiero seguir viviendo aquí todos los años que pueda, que espero que sean muchos", asegura Llodra.

Miguel Llodra, un jubilado francés, ha encontrado en el Club de Regatas de Alicante su hogar durante los últimos 14 años.  ÁXEL ÁLVAREZ

Miguel Llodra, un jubilado francés, ha encontrado en el Club de Regatas de Alicante su hogar durante los últimos 14 años. / ÁXEL ÁLVAREZ

Aventureros

Desde el puerto de Torrevieja, Eva Martínez y Juan Hernández, están listos para iniciar una travesía en alta mar. Con la jubilación llegó el momento de cumplir su sueño de navegar y conocer el mar Mediterráneo. "Cuando nos llegó la jubilación mi pareja y yo lo vimos claro: era el momento de echarnos a navegar. La desconexión que te aporta estar en mitad del mar, es una sensación de paz que yo no he encontrado en otra parte", señala Martínez.

Desde el puerto de Torrevieja, Eva Martínez y Juan Hernández, están listos para iniciar una travesía en alta mar

Desde el puerto de Torrevieja, Eva Martínez y Juan Hernández, están listos para iniciar una travesía en alta mar / ÁXEL ÁLVAREZ

Juan Hernández, por su parte, cuenta emocionado su preparación para la travesía. "Hace un año que me jubilé, vendí la casa y me compré un barco. He estado arreglándolo durante estos meses y mi intención es, junto con mi pareja, irnos a navegar por el Mediterráneo. Sobre todo nos interesa llegar a Grecia. Mucha gente se imagina que vivir en un barco tanto tiempo es incómodo, pero se puede vivir perfectamente, es adaptarse al espacio", indica Hernández.