TURISMO

Conoce la travesía idónea para llegar a Caravaca de la Cruz en su Año Jubilar 2024

El Camino de la Cruz de Caravaca es un conjunto de caminos de peregrinación para llegar hasta la que es una de las cinco ciudades sagradas de la cristiandad. Entre ellos, el Camino de Levante comienza en la ciudad alicantina de Orihuela y culmina en el Santuario de la Vera Cruz

Peregrinos llegando a Caravaca de la Cruz haciendo el Camino de la Cruz.

Peregrinos llegando a Caravaca de la Cruz haciendo el Camino de la Cruz. / Turismo Región de Murcia

Juan Daniel González

Caravaca de la Cruz se convertirá el año que viene en uno de los principales destinos del turismo religioso con motivo de su Año Jubilar 2024. Fue en 1998 cuando el que por entonces era Papa, San Juan Pablo II, le concedió a esta tierra de la Región de Murcia el Jubileo In Perpetuum.

Y es que el municipio, junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Toribio de Liébana, es una de las cinco ciudades santas de la cristiandad.

Desde 2003, cada siete años, a la urbe acuden miles de peregrinos para contemplar la reliquia sagrada que atesora desde el siglo XIII, una de las astillas del Lignum Crucis en el que murió Jesucristo. Miles son los fieles que emprenden un viaje extraordinario hasta llegar al Santuario de la Vera Cruz que la alberga. Como miles son los trayectos que uno puede escoger para llegar hasta ahí.

De entre todos, uno de los trazados más óptimo y que llevan escogiendo los peregrinos desde hace años es el Camino de Levante, un recorrido que abraza la historia, la cultura, la naturaleza y la gastronomía del interior de la Región de Murcia, así como la espiritualidad, pues recorre algunos de los principales enclaves religiosos del territorio.

Se trata pues de un viaje extraordinario de 120 kilómetros que comienza en la ciudad alicantina de Orihuela y que culmina en el Santuario. Una travesía que discurre en gran parte junto al río Segura, por la huerta de la Región y por la montaña, y que descubre al que se abarca en ella lugares únicos.

Vista aérea Basílica – Santuario Santísima y Vera Cruz de Caravaca

Vista aérea Basílica – Santuario Santísima y Vera Cruz de Caravaca / Turismo Región de Murcia

Cinco tramos para ganar el Jubileo: Orihuela, punto de partida

El camino consta de cinco tramos. Para el primero de ellos, de unos 24 kilómetros, la gran mayoría de los caminantes parte de la Catedral oriolana del Salvador hasta llegar a orillas del río Segura.

En el Segura, la señalética del camino guía al viandante hasta la Región de Murcia. Uno puede admirar el Trasvase Tajo-Segura hasta llegar a la pedanía murciana de Beniel. El camino, en la que se pueden contemplar las norias de huerta tan típicas de esta parte del país, continúa hasta El Raal, otra pedanía de la capital en la que se puede disfrutar del Belén Viviente si se visita por Navidad. Los que vayan a paso más ligero, sin pararse demasiado a visitar los distintos monumentos, podrán completar este trayecto en unas seis horas. En bicicleta se reduce a unas dos horas y media.

Muy cerca del Raal se encuentra por fin la ciudad de Murcia, donde comienza el segundo tramo del camino. Desde la capital se parte en dirección a Alguazas. Se trata de un recorrido de unos 26 kilómetros que se completa en unas seis horas y media y en el que se puede disfrutar de primera mano de los entresijos de la huerta murciana.

Señalización que se encontrarán los peregrinos del Camino de Levante.

Señalización que se encontrarán los peregrinos del Camino de Levante. / Turismo Región de Murcia

Los peregrinos suelen concentrarse en el Malecón para emprender la marcha. Por el camino uno podrá descubrir los orígenes del sector primario en la capital, gracias al Museo Etnológico de la Huerta en la localidad de Alcantarilla, en el que se exponen productos y tradiciones. La gran rueda de la Ñora, uno de los monumentos huertanos más distintivos de la Región, suele ser otra de las paradas obligatorias. Acequias y agricultores trabajando a pleno sol son una constante durante este trayecto.

Paso a paso, caminando junto al río, el recorrido llega hasta Molina de Segura, donde muchos peregrinos deciden hacer un alto en el camino para visitar la Ermita de Nuestra Señora de la Consolación, que se construyó en el siglo XV, pero que todavía se encuentra bien conservada.

El sendero que conduce hasta Alguazas es la Vía Verde, situada en las antiguas vías ferroviarias. Una vez en esta localidad, arranca el que sería el tercer tramo del Camino de Levante, que conduce hasta Mula. Otros 26 kilómetros, conocidos como la tierra de castillos y badlands. Estos últimos son un imponente paisaje, muy característico de la zona, producido por la erosión del agua y el viento.

Peregrinos ante la Basílica-Santuario de la Vera Cruz.

Peregrinos ante la Basílica-Santuario de la Vera Cruz. / Turismo Región de Murcia

La presa de Los Rodeos, junto al río Mula, es uno de los enclaves cuya visita es imprescindible durante este viaje, pues en esa zona se sitúa el antiguo asentamiento de Campos del Río, con sus casitas típicas de pueblo y un encanto especial. El camino sigue hacia Albudeite, donde continúa la travesía espiritual con la visita de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, una de las pocas enclavadas sobre una mezquita.

También son visitables durante este tramo múltiples restos de la época romana, como el yacimiento de la Villa Romana de Los Villaricos o el Castillo de Alcalá, en la Puebla de Mula.

Tras caminar unos pocos metros más el trayecto conduce hasta Mula, donde culmina este tercer tramo y comienza el siguiente. En esta cuarta parte del recorrido, a pesar de ser algo más corta (21 km.), se dificulta ligeramente el seguir avanzando debido a sus cuestas. Se trata de un viaje entre paisajes y viñedos que conduce hasta Bullas.

Se recomienda tener una cámara en mano y los ojos muy abiertos, pues la fauna está muy presente. Y es que cerca se encuentra el Parque Regional de Sierra Espuña, uno de los entornos naturales más preciados de la Comunidad.

Camping La Puerta en Moratalla.

Camping La Puerta en Moratalla. / Turismo Región de Murcia

Siguiendo siempre la Vía Verde del Noroeste, el sendero llega hasta El Niño de Mula, lugar habitual de peregrinación e ideal para reponer fuerzas. Septiembre es el mejor mes para acudir a este lugar, pues es cuando el pueblo conmemora la aparición del Niño Jesús a un pastor de la zona.

Una vez superado este enclave, Bullas, tierra de viñedos y productos de calidad que cuentan con Denominación de Origen propia, estará a la vuelta de la esquina. Para cargar las pilas de la espiritualidad es obligatorio visitar la iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

Una vez en Bullas, tan solo 21 kilómetros separan al peregrino del final de su viaje. Un quinto y último tramo que pone al límite la resistencia del viandante, pues es el más duro y montañoso. El antiguo trazado ferroviario conduce hasta el canal del Taibilla. Desde ahí, llega hasta el paraje Cristo Carrascalejo, donde se ubica la bodega más antigua de Bullas, en la que se celebra un besapiés durante la Cuaresma.

Uno de los últimos tramos atraviesa Cehegín, un municipio cuyo casco antiguo, declarado Conjunto Histórico, vale la pena recorrer. Las ruinas de Begastri, una antigua ciudad romana que fue sede episcopal entre los siglos VI y VIII, es una de las paradas obligatorias en esta visita.

Celebrando la llegada a Caravaca de la Cruz.

Celebrando la llegada a Caravaca de la Cruz. / Turismo Región de Murcia

Una vez cruzado Cehegín, el final del camino está cada vez más cerca. Tras avanzar varios metros por la carretera y después de haber caminado cientos de kilómetros, los peregrinos se adentrarán por fin en Caravaca de la Cruz. Allí, en lo alto del cerro, arropado por miles de feligreses, aguarda su destino: el Santuario de la Vera Cruz, dando por concluido uno de los viajes más espirituales y religiosos que puede hacer uno en vida.

Fecha ideal para hacer el camino

Una de las fechas ideales para visitar Caravaca el año que viene y completar la peregrinación es en primavera.

El municipio acoge del 1 al 5 de mayo una de las fiestas más espectaculares de su calendario, las de la Santísima y Vera Cruz, declaradas de Interés Turístico Internacional y que incluyen dos espectáculos únicos en todo el mundo: las fiestas de Moros y Cristianos y los Caballos del Vino.

Las calles se tiñen de blanco y rojo, al tiempo que resuenan las campanas, la tronería y los cascabeles de los corceles al galope.

Dos visitantes, en el interior de la iglesia de El Salvador de Caravaca de la Cruz

Dos visitantes, en el interior de la iglesia de El Salvador de Caravaca de la Cruz / Turismo Región de Murcia

Los Moros y Cristianos rememoran las luchas que tuvieron lugar en la Edad Media, en la época en la que la localidad murciana era tierra fronteriza con el Reino Nazarí de Granada. Kábilas y grupos cristianos desfilan junto a sultanes y reyes, luciendo sus mejores trajes y levantando al público de sus tribunas a ritmo de espectaculares coreografías y marchas moras.

El 30 de abril arrancan las fiestas con la Noche de las Migas. Por las calles discurren charangas y batucadas, se tiñen con el colorido de las peñas migueras, que se reúnen en la Plaza del Hoyo para elegir las mejores.

El 1 de mayo se celebran la Ofrenda de Flores, el Concurso de Caballos a Pelo y la Exposición de Mantos, auténticas obras de arte tejidas con seda e hilos de plata y oro, con las que se engalanan los caballos al día siguiente.

Carrera de los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz.

Carrera de los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz. / Turismo Región de Murcia

El 2 de mayo Caravaca vive su día de fiesta más intenso, con la mítica carrera de los Caballos del Vino. Se trata de una competición que hace honor a la tradición, a la fuerza de la naturaleza y a la simbiosis del hombre con el caballo.

Un máximo de 60 peñas compiten en una contrarreloj de velocidad, con sus respectivas cabalgaduras, evocando así el momento en el que un grupo de caballeros cristianos consiguieron romper el cerco impuesto por los moros, portando pellejos de vino para aliviar la sed de los presos en el alcázar.