DIARIO DE MALLORCA

A pie de obra en Mallorca: llamada de socorro de la construcción

Gisela sigue los pasos de su padre, Xim, los de su abuelo, y Neus se aparta de los de sus progenitores, son tres jóvenes ‘rara avis’ que se forman en FP en Construcción, un sector que clama por mano de obra

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Así se forman los futuros profesionales de la construcción en Mallorca.

Así se forman los futuros profesionales de la construcción en Mallorca. / GUILLEM BOSCH

Myriam B. Moneo

Hace más de veinte años que el formador Fran Aranda empezó a dar el tajo a pie de obra. "Legalmente empecé con 18 años. Mi padre trabajaba en esto". Aranda cambió el andamio por las aulas. El sevillano primero fue alumno también, pero no en sus inicios. "Yo aprendí a coscorrón", dice con sorna. De aquel día en el que se estrenó en una obra en Mallorca, en 2000 no se olvida: "Un compañero se rompió los tobillos. Insistimos mucho en la seguridad y la ergonomía".

Sus comienzos poco tienen que ver con los de tres de sus alumnos. Dentro de un aula. Gisela González, que sigue los pasos de su padre. O Xim Morales, nieto de un maestro de obras», los de su abuelo. O Neus Piccone, la benjamina. A sus 16 años cuenta que en su caso se aparta del camino profesional de sus progenitores, dedicados al turismo.

Vivir a pie de obra no es fácil. Hace pocos días los constructores lanzaban una llamada de socorro en una rueda de prensa en Palma. Reconocían que las empresas en Baleares están "desesperadas" por encontrar mano de obra cualificada o sin cualificar, cuando hay 3.600 parados en el sector. Su esperanza está en atraer a los jóvenes y a las mujeres a un sector que teme por el relevo generacional. Quieren romper tópicos y en una mañana en la Fundación Laboral de la Construcción son unos cuantos los que se resquebrajan. Hay 60 mujeres.

Por las instalaciones del centro de formación, en el polígono de Can Valero, en Palma, más los otras dos instalaciones en Menorca y Ibiza, pasan al año 3.500 alumnos. "Estamos bien en volumen", apunta Mario Guillén, gerente de la Fundación que nació en 1992 por iniciativa de la Confederación Nacional de la Construcción, CCOO y UGT. Se financia en un 50 % con las cuotas de las empresas. "Lo que más demanda el sector son los oficios. Necesitamos atraer gente de otros sectores y formarlos". Mandos intermedios, operadores de maquinaria, como gruistas, y albañiles especializados son las principales carencias.

Una de las jóvenes que se forma en la FP de Construcción de Mallorca, un sector que clama por mano de obra.

Una de las jóvenes que se forma en la FP de Construcción de Mallorca, un sector que clama por mano de obra. / GUILLEM BOSCH

La Fundación Laboral de la Construcción este año ofrece 300 plazas para formación de desempleados, 570 para recualificación de trabajadores que se forman en nuevos materiales y técnicas y 80 plazas de grado medio en FP. "Empezamos en 2018, con cuatro alumnos", rememora Guillén. Solo hay cinco comunidades autónomas que ofrecen este grado medio, además de Baleares, Aragón, Cantabria, La Rioja y Navarra.

"Yo empecé sin formación ninguna, aprendiendo de la gente mayor", explica Fran Aranda. "¡No me puedes dejar así el tajo (la zona de trabajo)!", advierte el profesor a uno de sus alumnos. Él es monitor de práctica, el modelo de docente que convive con el técnico universitario que forma a los alumnos. "Ha habido una imagen pésima del albañil, la del típico borracho, fumador y maleducado. No todos éramos así, pero la gente joven se desencantó de la profesión", se sincera el sevillano de 44 años. "Mi generación fue la última". "Ahora —continúa— las obras van muy rápido y es muy difícil formar a los que empiezan".

El profesor considera que la motivación mejora. "Este año ha sido el primero que hemos llenado el cupo", dice mientras observa cómo un par de alumnos "están haciendo mortero".

A los padres de Gisela, de 19 años, hija de albañil, les sorprendió "un poco" su rumbo. "No sé cómo será cuando vaya a las prácticas y vean a una mujer. Todos serán hombres y mayores. Puede haber burlas o comentarios", reflexiona la joven que llega desde Inca a clase "diez minutos tarde" cada día por la combinación del tren y el autobús incompatible con su horario escolar. Sueña con ser diseñadora de interiores, tener su propia empresa y también con ser policía: "Me serviría tener FP superior".

También Xim, de 18 años, sigue pasos familiares, en un trabajo que ve como "duro y con mucho peligro y, a la vez, divertido". "Quiero ser arquitecto técnico", confiesa. En el caso de Neus la sorpresa de sus padres fue grande. "Ahora mi madre está encantada, quiere que le haga su casa", dice sonriente. Le gustaría tener su propia empresa aunque lo vea "lejos".

Culpa de la crisis

Hay "prejuicios y una imagen del sector que no se corresponde con la realidad. Entre todos tenemos que cambiarla", barrunta Guillén.

¿Por qué este sector padece tanto la falta de mano de obra cuando cuenta con buena remuneración, "mejor incluso que en turismo?". "La crisis de 2008 rompió la cadena del relevo generacional, desaparecieron empleos y todavía lo estamos sufriendo", dice el gerente de la Fundación Laboral de la Construcción.

En Baleares se contabilizaron 26.045 accidentes laborales con baja en 2023, un 6% menos que en 2022. Hubo 21 siniestros mortales, frente a los diez del año anterior, según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Por sectores, destacan los accidentes en la hostelería, con 6.455 accidentes, y en segundo lugar los de la construcción, con 4.533.

"Puede ser que la siniestralidad genere una barrera desde afuera", reconoce Guillén, "pero se ha trabajado con formación preventiva y dentro de la del propio oficio".

En otra aula el ingeniero industrial Ricardo Pastor enseña a montar circuitos en el curso de Electricidad y Telecomunicaciones. Entre sus alumnos se recicla Lidia Lobato, de 37 años. Antes fue jardinera. "Me interesan los oficios y me gusta cambiar", cuenta. Mientras su profesor hace un apunte: "En Mallorca los gremios los mueven solo los hoteles, se limitan las salidas".

La construcción se ha convertido en una vía para los trabajadores inmigrantes. "Muchos llegan a través de Extranjería", acota Guillén. "Les derivan aquí para solicitar arraigo por formación". El sector también les necesita.