SEQUÍA

La borrasca Celia deja agua para dos meses en las presas de Málaga

Los pantanos reciben los aportes de la lluvia de los últimos días y suman 20 hectómetros cúbicos desde el lunes

El embalse de Guadalhorce, en una imagen de archivo.

El embalse de Guadalhorce, en una imagen de archivo. / Álvaro Cabrera

Virginia Guzmán, Ignacio A. Castillo

El paso de la borrasca Celia por

Málaga

por fin está dejándose notar en los pantanos de la provincia, necesitados de reservas por la situación de sequía. Hasta este miércoles por la tarde, los embalses malagueños habían sumado 20 hectómetros desde el lunes gracias a unas lluvias que, no obstante, han sido desiguales. Este caudal supone el consumo de la provincia en dos meses.

Si el domingo por la noche, las reservas de las presas se acercaban en Málaga a los 191 hectómetros, este miércoles el total era de 221 hectómetros cúbicos, según la información recopilada de la red Hidrosur, de la Junta de Andalucía. Es una cantidad que aún no sirve para alejar el fantasma de la falta de agua y no saca a la provincia de la declaración de excepcional sequía, pero sí da un alivio momentáneo, que va en aumento gracias a madrugadas como la pasada, en la que las lluvias han sido constantes y, más adelante, con la llegada de las escorrentías a los pantanos.

El embalse de La Concepción, que abastece a la Costa del Sol Occidental, ha ganado cuatro hectómetros cúbicos y suma 27, al 43% de su capacidad. Cinco ha sumado el del Conde del Guadalhorce, cuyas reservas ascienden a 20,25 hectómetros cúbicos y está al 30% de su capacidad.

Otros cinco hectómetros ha sumado el del Guadalhorce y la misma cantidad el de Guadalteba el pantano de La Viñuela, que presta servicio a la comarca de la Axarquía, y es el que presenta una peor situación, ha logrado sumar tres hectómetros. La provincia, en total, acumula un 34% de sus reservas, con los citados 211 hectómetros cúbicos embalsados.

En cuanto a las precipitaciones, las lluvias que han caído durante toda la noche sí se han dejado notar en los litros recogidos, llegando a casi 80 litros en 24 horas en puntos del interior como Benamargosa o Santo Pitar. En la capital malagueña se han acumulado hasta 50 litros en las últimas 24 horas, mientras que en zonas de la Axarquía y en los pantanos del Guadalhorce se han acercado a los 60 litros y en otros puntos del interior se han movido entre los 30 y los 40 litros.

El martes la lluvia fue protagonista secundaria de la jornada, que estuvo marcada por la intensa calima que tiñó de naranja los cielos de la provincia.

Se trata de un fenómeno poco frecuente en invierno, aunque no desconocido para los malagueños: una masa anaranjada, que procede del norte de África y que además de dificultar notablemente la visibilidad, acumula gran suciedad en aceras, fachadas, cristaleras y vehículos. La calima consiste en la suspensión de partículas de polvo o arena que viene del desierto del Sáhara desplazado en una gran bolsa de aire que ayer se dejó notar en buena parte de la península.

La borrasca Celia, además de dejar las primeras lluvias de intensidad de este invierno, cubrió el cielo malagueño de este polvo ocre. Esta neblina se apoya en un proceso motivado por la variabilidad del viento y la injerencia gradual en diversas capas de la atmósfera. Es polvo y la deposición es lenta.

La disminución de la claridad no es el único inconveniente ya que, si el fenómeno persiste a largo plazo, puede originar molestias en ojos, nariz y garganta, ya que estas partículas tienen la capacidad de penetrar por las vías respiratorias. Si la concentración de los aerosoles supera 50 ug/m3 que la normativa comunitaria fija como umbral tolerable, acarrea riesgos a la población, principalmente a la más vulnerable, en especial aquella que padece enfermedades crónicas respiratorias como el asma o la bronquitis.

Incluso, si coincide con precipitaciones, como es el caso, deja gotas de barro a su paso. Solo había que echar un vistazo a los parabrisas.