Campaña de la renta

¿Qué significa que el resultado de tu declaración de la Renta te salga en negativo?

Dependiendo del símbolo del saldo, el contribuyente sabrá si tiene que pagar o no

¿Qué significa que el resultado de tu declaración de la Renta te salga en negativo?

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Redacción

La campaña para hacer la declaración de la Renta ha comenzado ya y se alargará hasta el 1 de julio. Y ante una responsabilidad tan importante es normal que aparezcan dudas de cómo hacerla, si se está obligado y qué significa el resultado. Para esta última pregunta hay dos respuestas: positivo o negativo. Un saldo positivo indicaría una cantidad a pagar, mientras que un saldo negativo implica que es Hacienda la que tiene que devolver una cantidad al contribuyente.

Así, si la declaración sale positiva, significa que Hacienda ha estado reteniendo menos dinero del que toca según las características del contribuyente, por lo que este último deberá pagar al Estado la diferencia próximamente. El saldo positivo se indica sin ningún signo y significará que hay que pagarle más a Hacienda. Este pago puede realizarse de una sola vez o en dos pagos, fraccionados. Si se elige la primera opción, habrá que pagar el total cuando se presente la declaración.

Sin embargo, si se opta por fraccionar el pago y abonarlo en dos plazos, se deberá abonar el 60% en el momento de presentar la declaración y el 40% restante a finales de año.

¿Por qué sale positivo?

La documentación presentada se utiliza para calcular el saldo de todos los ingresos y gastos del año fiscal anterior del que se está. Esto puede ser positivo o negativo, dependiendo de las retenciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Es importante hacerlo bien, porque si se cometen errores al preparar y presentar la declaración electrónicamente, Hacienda te multa.

Un saldo positivo, en definitiva, indica una falta de retención. Y es que el Impuesto sobre la Renta grava distintos componentes que hay que tener en cuenta. Los principales: los ingresos laborales, los ingresos de capital, los ingresos de actividades económicas y las ganancias o pérdidas de bienes personales.

Es cierto que no se grava la totalidad de la renta, puesto que se deducen otros gastos como las contribuciones a la Seguridad social. Si Hacienda retiene menos de lo debido en alguno de estos conceptos, el saldo de la declaración será positivo. Así que habrá que pagar.

¿Por qué se debe hacer la declaración?

La Constitución Española exige, en su artículo 31, la contribución de todos y todas al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.

Los tributos -impuestos, tasas y contribuciones especiales- son medios para obtener los recursos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos. Pagar impuestos contribuye a financiar los servicios públicos de las administraciones estatal, autonómica y local.

¿Qué es el IRPF?

El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) es un tributo que deben pagar al Estado los ciudadanos residentes en España. Grava la renta que se ha obtenido a lo largo de un año, teniendo en cuenta las circunstancias personales y familiares de cada persona.

La renta del contribuyente es la totalidad de sus rendimientos, ganancias y pérdidas patrimoniales y las imputaciones de renta que se establezcan por la ley, con independencia del lugar donde se hubiesen producido y cualquiera que sea la residencia del pagador.

Existe un mínimo personal y familiar que, por destinarse a cubrir las necesidades vitales del contribuyente y de las personas que de él dependen, no se somete a tributación. Asimismo, está exenta la renta que se califique expresamente como tal en la normativa de IRPF o en otra ley. No se puede invocar la exención fuera de los casos recogidos en las leyes.

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Los tramos para la declaración del IRPF 2023 son los siguientes:

  • Desde 0 hasta 12.450 euros: retención del 19%.

  • Desde 12.450 hasta 20.199 euros: retención del 24%.

  • Desde 20.200 hasta 35.199 euros: retención del 30%.

  • Desde 35.200 hasta 59.999 euros: retención del 37%.

  • Desde 60.000 hasta 299.999 euros: retención del 45%.

  • Más de 300.000 euros: retención del 47%.

Por último, el contribuyente no tributa por la totalidad de sus ingresos al tipo de retención más alto, sino que los porcentajes se van aplicando uno a uno, empezando por el inferior. Por ejemplo, si una persona ingresa 22.000 euros brutos al año, no paga por el IRPF el 30% de ese total, sino un 19% por los primeros 12.450 euros, un 24% de los siguientes 7.750 euros (segundo tramo) y un 30% por los restantes 1.800 euros (tercer tramo).