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José Piñero, el diseñador de los grandes chefs

El Taller de Piñero conquista desde Alcoy a los más prestigiosos cocineros del panorama nacional con sus singulares y atrevidas vajillas

José Piñero contempla en el taller que lleva su nombre uno de sus atrevidos diseños.

José Piñero contempla en el taller que lleva su nombre uno de sus atrevidos diseños. / JUANI RUIZ

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"Si no existiera el Taller de Piñero habría que inventarlo". De esta forma se refiere el cocinero Albert Adrià a la empresa del alcoyano José Piñero, un diseñador al que le gusta autodefinirse como "fabricante de ideas" y al que la revista Forbes incluyó en 2020 en su lista de los 100 españoles más creativos del mundo de los negocios. ¿El motivo? Sus singulares y alucinantes vajillas, con las que ha sabido conquistar a los más prestigiosos y galardonados chefs del panorama nacional, quienes las utilizan como un atractivo más de sus propuestas de alta gastronomía.

Los hermanos Ferran y Albert Adrià, Dabiz Muñoz, Paco Roncero, Dani García, Quique Dacosta, Mario Sandoval, Kiko Moya... Todo un universo de estrellas Michelin que se han surtido de vajillas y piezas de coctelería del que está considerado como el maker (diseñador) de los chefs. Una historia de éxito que, sin embargo, empezó mucho tiempo atrás, nada menos que hace 32 años, en el municipio alicantino de Alcoy, en un momento en el que Piñero ni tan siquiera había soñado con trabajar para estas grandes figuras del universo gastronómico.

Los inicios de este interiorista y diseñador industrial se encaminaron hacia la decoración de espacios de hostelería, todo ello a través de pintura mural y, según recuerda, "haciendo uso de un aerógrafo impulsado por el compresor de una nevera". Con el tiempo, sin embargo, fue incorporando volúmenes, haciendo uso para ello del corcho y la madera, en una época en la que las tabernas irlandesas estaban en pleno auge. También la impresión digital de gran formato pasó a formar parte de su repertorio. Su buen hacer propició que empezaran a llamarle cada vez con más frecuencia establecimientos de alto nivel y que algunas grandes franquicias como Cervezas San Miguel y Pepsi se interesaran por sus servicios para el diseño de elementos publicitarios.

El negocio fue creciendo casi sin darse cuenta, lo que le permitió incorporar a la empresa maquinaria y a un buen número de artesanos, como herreros, carpinteros, lacadores, interioristas y diseñadores. "En definitiva, una especie de arca de Noé de los oficios, con la conseguimos superpoderes para afrontar todo tipo de proyectos".

Y fue en ese contexto cuando dio el salto al mundo de las vajillas casi por casualidad. Inspirado por un cartel que vio pegado en una pared y en el que se podía leer «vendo caracoles», decidió convertir este molusco en una especie de marca personal, lo que propició que pasase a fabricar caracoles de gran formato. Un amigo que elaboraba ropa de mesa para restaurantes empezó a regalarlos a sus clientes, entre los que se encontraba Albert Adrià. «Fue allí -destaca Piñero- cuando empezó todo, porque me dijo directamente que yo era la persona que podía convertir en realidad el tipo de vajillas que él tenía en su mente».

Circo del Sol

Y dicho y hecho, porque ahí se adentró en una aventura con los hermanos Adrià, la que estrenaron en 2015 en el restaurante ibicenco Heart. Era un espectáculo multisensorial en el que se combinaban la alta cocina creativa con los números del Circo del Sol y en el que la vajilla jugaba también un papel destacado. Hongos, calaveras, arañas, sillas, ranas... Esos eran los platos que contenían las delicias que degustaban unos comensales totalmente alucinados con el espectáculo visual de los atrevidos recipientes salidos del Taller de Piñero. 

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"La suerte -reconoce el propio diseñador-, es que a los Adrià les gusta compartir experiencias con otros chefs, de manera que no tuvieron problema con que esta vajilla se democratizara". Así que fue extendiéndose por restaurantes de alto nivel, con creaciones igualmente atrevidas, como pinzas de cangrejo, tentáculos de pulpo, cabezas de elefante o globos terráqueos, entre otras propuestas. 

Un negocio que hoy continúa funcionando a pleno rendimiento, como lo demuestra el hecho de que el año pasado la empresa se dividió en dos: una dedicada a la decoración y la otra a las vajillas. En conjunto facturaron alrededor de tres millones, de los que el 40% correspondieron a los artículos relacionados con la gastronomía. Y todo, insiste Piñero, en un arca de Noé situada en Alcoy en la que en la actualidad trabajan cerca de 60 profesionales que cubren todas las necesidades de una firma que también está empezando a dar pasos en materia de internacionalización, al exportar el 15% de su producción.