Comunidad Valenciana

Grandes desafíos en el azulejo en el año del 50º aniversario de Porcelanosa

El azulejo es el buque insignia de la economía de Castellón y desde hace más de un año atraviesa momentos convulsos

La compañía Porcelanosa Grupo

La compañía Porcelanosa Grupo / 'activos'

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Los inasumibles precios del gas, la principal fuente de energía que utilizan las empresas del clúster para fabricar las baldosas, han dejado tiritando a un sector del que dependen más de 25.000 empleos en la provincia (70.000 si se incluyen también los puestos de trabajo indirectos) y que cerró 2022 con números rojos: las ventas cayeron el 13%, mientras que la producción se hundió el 15%, la mayor caída registrada en 13 años.

2022 fue un annus horribilis para una actividad que representa el 19% del producto interior bruto (PIB) industrial de la Comunidad Valenciana y el 41% en la provincia de Castellón, y este año parece que los datos no son mucho mejores. De enero a julio, el nivel de producción bajó el 16% respecto al mismo periodo del ejercicio pasado y en los seis primeros meses las exportaciones disminuyeron el 15%. Y la patronal azulejera Ascer calcula que el año se cerrará con una caída de ventas de entre el 20% y el 25% y un descenso en la facturación del 15%. "La situación es bastante mala y todavía puede ser peor a final de año", advertía hace tan solo unos días Vicente Nomdedeu, presidente de Ascer.

El principal sector económico de Castellón continúa sin levantar cabeza y, además, lo hace con pocos apoyos por parte de la Administración. El Gobierno de Pedro Sánchez anunció en diciembre del 2022 ayudas directas de 450 millones de euros para las empresas gasintensivas, pero el dinero continúa sin llegar. "Las ayudas no han venido y me temo que no vendrán, mientras que a los demás países productores sí les han llegado y les siguen llegando", se queja el máximo responsable de la patronal azuleja. La cerámica no espera mucho del Ejecutivo central, pero la que sí ha reaccionado ha sido la Generalitat Valenciana. Lo hizo con el Gobierno de Botànic y ahora es el presidente Carlos Mazón quien ha anunciado que triplicará la ayuda financiera al sector a través del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).

Otro reto al que tiene que hacer frente la principal industria de Castellón es a la descarbonización. Europa no afloja y exige al clúster reducir en un 55% las emisiones en 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050. Compañías como Pamesa y Porcelanosa llevan la avanzadilla en la fabricación 100% libre de emisiones, pero el hito puede llegar con la planta de hidrógeno verde (Hyval) que proyecta la multinacional BP en el polígono del Serrallo, en el Grau de Castelló.

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Los desafíos a los que se enfrenta el azulejo no son pequeños y en el sector no dejan de sucederse los movimientos. El último, la venta de la empresa Baldocer (considerada una de las cinco grandes del sector en España) a la multinacional mexicana Lamosa. Ese gigante, segundo productor mundial de cerámica, no es un desconocido en Castellón, dado que hace dos años adquirió la división cerámica del grupo Roca, una operación que incluía a Cerámica Belcaire, con sede en la Vall d’Uixó. Se trata de unas compras que permiten a Lamosa hacer de Europa uno de sus grandes mercados. Baldocer pasa a capital foráneo, pero en los últimos años ha habido en el sector otras operaciones de calado. Y entre las más significativas destaca la venta de Keraben Grupo a la multinacional británica Victoria. 

Pero más allá de los problemas a los que se enfrenta el azulejo, de los procesos de concentración y de la entrada de capital extranjero, este 2023 pasará a la historia como el año en el que Porcelanosa, una de las marcas españolas más conocidas internacionalmente, cumple medio siglo. La firma, que en 2022 facturó 903 millones de euros, cuenta con 4.800 empleados, 57 centros logísticos y 1.089 puntos de venta en 137 países.