Comunidad Valenciana

La citricultura languidece en Castellón y echan el cierre cooperativas y comercios

En dos décadas Castellón ha perdido la mitad de las cooperativas de naranjas y los comercios privados

Mujeres trabajando con naranjas en una cooperativa citrícola

Mujeres trabajando con naranjas en una cooperativa citrícola / Gabriel Utiel

3
Se lee en minutos

La naranja made in Castellón factura en el exterior más de 700 millones de euros al año y en plena temporada da empleo a unos 25.000 trabajadores, pero quienes hace décadas que viven de ella aseguran que el sector no gana para disgustos. Los altísimos costes de producción, la entrada cada vez más masiva de fruta foránea y, sobre todo, unos precios en origen que apenas dan para cubrir los gastos mínimos han sumido a la citricultura en una crisis permanente. Y eso que este año las primeras operaciones en el campo parece que han devuelto un poco de ilusión al sector.

Con el inicio de la temporada a la vuelta de la esquina (la nulera, la variedad reina en la provincia, suele empezar a recolectarse sobre el 10 de octubre), los productores de Castellón miran de reojo lo que sucede a miles de kilómetros. Sudáfrica y Egipto ganan poder en Europa -los envíos de cítricos desde la provincia han retrocedido el 24% desde 2020, mientras que los de estos dos países han aumentado el 13%- y, además, exportan en condiciones muy ventajosas. Y un ejemplo es que, según datos de la Red de Alerta Rápida para productos Alimenticios y Piensos (RASFF), cada vez se detectan en los puertos europeos una mayor cantidad de cargamentos de fruta fresca procedente de terceros países con restos de pesticidas prohibidos en España, por lo que las organizaciones agrarias demandan que se realicen un mayor número de controles.

Tanto al Unió Llauradora como la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) llevan tiempo alertando de que Europa es un coladero de naranjas que contienen restos de plaguicidas vetados, pero hay otro problema, y de los grandes: el peligro de la entrada de plagas. Solo durante el pasado agosto, se registraron 11 interceptaciones de partidas de cítricos sudafricanos infestados de Phyllosticta citricarpa, el nombre científico del hongo que causa la temida mancha negra.

Abandono de fincas

Todos esos problemas, unidos a la baja rentabilidad del cultivo, han acabado por disparar el abandono de numerosas fincas y eso, como es lógico, se ha traducido en un importante reducción del número de operadores. De hecho, en apenas dos décadas Castellón ha perdido la mitad de las cooperativas de naranjas y los comercios privados y apenas quedan 68 operadores.

El último movimiento en el sector se ha conocido recientemente. La citrícola Greenmed de Almassora, la empresa con la que el grupo Martinavarro comercializa buena parte de sus cítricos, ha decidido cesar la producción y trasladarla a otros almacenes de Valencia. La mercantil, que pertenece al gigante hortofrutícola español Citri&Co, quiere destinar el almacén que posee en el municipio castellonense solo a la refrigeración de la fruta, lo que en la práctica implicará la salida de buena parte de la plantilla.

Noticias relacionadas

Con el fin de la producción de Greenmed, Castellón pierde otro operador citrícola y lo hace menos de un mes después de que se anunciara el cierre de Cítrics de Nules, la única cooperativa que quedaba en el municipio considerado la cuna de la variedad clemenules. La entidad comunicó su intención de solicitar un concurso de acreedores al no poder asumir una deuda que llega a los 21 millones de euros.

Otra firma histórica que también ha desaparecido es Peris Agost Hermanos, con sede en Almassora, que a finales del año pasado bajó la persiana tras constatar que no podía hacer frente a los pagos y dejó en la calle a casi 200 trabajadores. Pero no todo son malas noticias: mientras hay empresas que desaparecen otras se unen para intentar ganar en competitividad. Es el caso, por ejemplo, de la cooperativa San Alfonso de Betxí y Grupo Clasol de Burriana, que acaban de anunciar su integración.