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Las “cocinas fantasma” copan más de la mitad del mercado de la comida “online” a domicilio

Particulares elaboran sus platos en locales sin habilitar, los ofrecen en plataformas como Glovo y se convierten en la gran competencia de los restaurantes | Los hosteleros advierten: “Algún día habrá una intoxicación”

Repartidor esperando en plena calle sin ningún local a la vista.

Repartidor esperando en plena calle sin ningún local a la vista. / RICARDO GROBAS

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La cocina a domicilio se ha convertido en un auténtico motor económico para la hostelería en los últimos años. Cada vez son más los restaurantes que han incorporado esta modalidad a sus servicios visto el importante nicho de negocio supone: son muchas las personas que, especialmente desde la pandemia, se han acostumbrado a pedir comida o cena para que se las lleven a casa a través de aplicaciones como Glovo, Just Eat o Uber Eats, las tres más conocidas. Pero en los últimos tiempos, aunque son muchos los locales hosteleros de Vigo presentes en estas plataformas, se ha ido acelerando un fenómeno que ya ha copado el mercado, suponiendo más de más de un 50% de la oferta de la comida a domicilio de la ciudad.

Se trata de lo que se conoce como las cocinas clandestinas o fantasma, locales dedicados exclusivamente a la venta online, sin mesas, camareros ni un establecimiento acondicionado para servir al público.

Solamente unos cuantos cocineros, materias primas para elaborar los platos, fogones y perfiles en las diferentes plataformas de comida a domicilio. Cuando uno va a buscar información sobre estos establecimientos en Internet, únicamente ponen por lo general una ubicación aproximada, pero ni siquiera hay número de teléfono. Tampoco ningún cartel en la puerta o rótulo que anuncie la presencia de una cocina.

Pero también hay otro tipo de cocinas fantasma, cada vez más habituales, y es el de particulares a los que se les da bien un determinado tipo de cocina y deciden empezar a hacer negocio con ella, elaborando platos en su propio domicilio o en un local que tengan disponible y ofreciéndolos a través de esas aplicaciones móviles. Es el caso de un establecimiento que ofrece todo tipo de platos de pollo y que está ubicado en la calle Barcelona. Con un simple vistazo a su nombre comercial se comprueba que dicho nombre no está registrado oficialmente y que la ubicación en la que se anuncia es una vivienda. Al igual que este caso, un negocio que ofrece bocadillos en Travesía de Vigo u otro de comida venezolana por la misma zona. En muchos casos, ni siquiera tienen un número de teléfono o datos de contacto, por lo que si se quiere reclamar habría que ponerse en contacto con Glovo o Just Eat.

El sector de la hostelería es consciente de estas prácticas y alertan de que “están creciendo a una velocidad desmesurada”. El presidente de la Federación de Hostelería de la Provincia de Pontevedra (Feprohos), César Ballesteros, explica que “la normativa actual permite que cualquier particular que sepa hacer una croqueta pueda comercializarla a través de esas aplicaciones”. “Lo que hay que preguntarse es dónde está la garantía sanitaria. Porque tengo claro que algún día habrá una intoxicación. ¿Y quién se hará cargo? Las grandes plataformas se lavan las manos en estos casos, y hay un alto desconocimiento de cuál es la situación de las cocinas fantasma. ¿Están emitiendo las facturas correctamente? ¿Alguien controla lo que hacen?”, se pregunta el presidente de la patronal de los hosteleros. Los empresarios no han puesto ninguna denuncia al considerar que deben de ser las administraciones las encargadas de “verificar” que las cocinas fantasma cumplen con todos los requisitos financieros (pagos de impuestos, por ejemplo) y sanitarios para poder ejercer una actividad como esta.

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Estos negocios clandestinos solo ofrecen comida a domicilio (algunos también para recoger) y únicamente se puede conocer su existencia o bien a través de esas plataformas de comida online o bien por la presencia física de los repartidores que recogen allí in situ el pedido para llevárselos al cliente, que por lo general no suele sospechar que se trata de establecimientos de este tipo cuando realiza el encargo. Hay algunos por ejemplo que se cambian el nombre en cada plataforma en la que están anunciados. Otros tienen varios perfiles: en uno anuncian platos de cocina venezolana y en otro algo tan radicalmente opuesto como pollos asados. Todo en la misma cocina. ¿Y dónde se ubican estos fogones fantasma? Pues aquí viene el principal problema. Porque en algunos casos se utilizan incluso viviendas para ello, o anexos como garajes que difícilmente pueden estar correctamente equipados y habilitados para ejercer como cocina.

Hace unos meses precisamente el Colegio Oficial de Administradores de Fincas de Galicia (Coafga) alertaba del incremento de las “cocinas fantasma donde se elabora y reparte comida de forma habitual y cuyos propietarios no cuentan con los permisos y licencias necesarios para realizar esta actividad”. La “falta de instalaciones adecuadas y seguras pone en riesgo a las comunidades de propietarios que viven en esos edificios”, advierten. Y todo ello puede provocar ruidos, olores y aglomeraciones a las puertas de estos establecimientos que acaban sufriendo los vecinos.

Los 24 horas amenazan a los supermercados

El número de tiendas 24 horas que hay en la actualidad en Vigo se triplicó en comparación con antes de la pandemia y se cuentan ya por más de una veintena. Se ubican fundamentalmente en los barrios: O Calvario, Traviesas, Travesía de Vigo o Coia son algunas de las zonas donde más han abierto algunos de los nuevos locales. Algunos, además, se han lanzado a competir directamente con los supermercados, al menos en la venta online, pues se ofrecen en las diferentes aplicaciones de envío de compra a domicilio, como Glovo. Y también en días festivos.