CRISIS ENERGÉTICA

La subida de la luz y el gas agudiza el riesgo de una fuga de empresas de la gran industria a otros países

El Banco de España alerta de una pérdida permanente de competitividad de sectores industriales si se enquistan los altos precios y avisa de que puede empujar a empresas a la deslocalización definitiva fuera de Europa.

Las empresas españolas afrontaron un aumento medio de costes energéticos de más del 30% el año pasado, y las que más sufrieron fueron las compañías de ramas industriales y las más dependientes del consumo de gas.

Planta del grupo acerero ArcelorMittal en Gijón.

Planta del grupo acerero ArcelorMittal en Gijón. / J. L. Cereijido

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 La crisis energética, exacerbada por los efectos económicos de la invasión militar de Rusia sobre Ucrania, ha dejado al descubierto las extraordinarias vulnerabilidades de Europa (también de España) en materia de energía. Los combustibles fósiles siguen suponiendo tres cuartas partes del consumo, la dependencia de las importaciones del exterior es casi total, las interconexiones entre países se han confirmado como evidentemente insuficientes... Factores todos que han facilitado que el impacto para las economías europeas de la crisis -con la brusca reducción de compras a Rusia y un aumento disparado de los precios- fuera tan agudo.

La Unión Europea y sus estados miembros dieron una respuesta relativamente rápida (mucho más que los habituales ritmos comunitarios) para blindarse frente a escenarios aún más graves de cortes de suministro o de parones de actividad. Europa ha levantado un escudo reduciendo su consumo, buscando proveedores alternativos al gas y el petróleo rusos, impulsando reformas para allanar el despliegue de renovables y con medidas de protección milmillonarias frente al golpe para hogares y empresas.

La efectividad de las medidas se ha visto favorecida por factores coyunturales como la climatología benigna de un inverno sin temperaturas extremas (favoreciendo el ajuste de la demanda) y las menores importaciones por parte de China por su política de covid cero (que ha permitido a la UE a buscar más fácilmente proveedores alternativos a Rusia y contener relativamente los precios del gas). Pero son circunstancias favorables que pueden revertirse en los próximos meses o años y, sin expectativas de un fin rápido de la guerra, el miedo a una reagudización de la crisis energética persiste. Y ante esta posibilidad, los riesgos económicos se renuevan.

Miedo a deslocalizaciones

El Banco de España, que ha dedicado un capítulo completo de su Informe Anual 2022 sobre los retos pendientes frente a la crisis energética, advierte de que “no se pueden descartar nuevos tensionamientos en los precios del gas natural en Europa ni la posibilidad de que se produzcan episodios de desabastecimiento de este combustible en algunos países de la UE durante el próximo invierno”. Y además alerta de un peligro cierto de huida de grandes empresas industriales fuera de Europa si la subida de los precios energéticos se enquista y se prolonga demasiado.

“Si los precios altos persisten, si de manera estructural se mantienen los altos costes energéticos, puede haber un problema para la competitividad de las empresas y un riesgo de deslocalización en algunos sectores”, apuntaba Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística del Banco de España, en un encuentro con la prensa.

Durante la crisis energética los precios de la energía han aumentado de forma mucho más acusada en la UE que en la mayoría de las principales economías mundiales, y “si estas dinámicas

se consolidaran, previsiblemente, el consumo de energía en la UE seguiría reduciéndose, pero sería a costa de una pérdida significativa, y posiblemente estructural, en su tejido industrial”, alerta el supervisor en su informe anual.

Un riesgo para Europa y que se hace evidente también en España, donde la gran industria de sectores más intensivos en el consumo energético ya lleva años advirtiendo de sus problemas para competir con sus rivales europeos por soportar precios energéticos mayores y por disponer de menos ayudas públicas para afrontarlos.

El Banco de España ha realizado ejercicios de simulación económica que auguran que, si el aumento de los costes energéticos en la UE con respecto a los del resto del mundo continúan, se produciría un “descenso apreciable” de la producción industrial europea por la huida de empresas y que debería sustituirse por importaciones de otros mercados. Una fuga de empresas que afectaría especialmente a sectores de la gran industria como la metalúrgica, los productos químicos, las papeleras o el sector del plástico.

Impacto para las empresas en España

Durante 2022, en plena crisis energética, las empresas españolas sufrieron un incremento de sus costes energéticos de algo más de un 30%, con un mayor impacto en el caso de las compañías de las ramas industriales y para aquellas cuyo proceso de producción es más dependiente del consumo de gas, según las estimaciones del supervisor bancario español.

A pesar del golpe, el porcentaje de empresas que declararon un impacto negativo de este incremento de costes de la energía sobre variables reales de su actividad fue relativamente reducido: con efectos negativos en su producción para el 10% de las compañías, un 15% en las ventas y un 9% en el empleo, según la encuesta del Banco de España sobre actividad empresarial. El impacto fue mucho mayor en otras variables contables, ya que casi un 40% de las empresas señaló que el aumento de costes energéticos provocó un encarecimiento de sus precios de venta y un 46% apuntaron una caída en sus márgenes de beneficios.

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Las empresas españolas tuvieron que tomar medidas para protegerse de la subida de los precios de la electricidad, del gas natural y de los combustibles. Un 46% de las empresas renegociaron sus contratos de suministro, un 40% se volcó en aumentar su eficiencia energética, y un 30% realizó inversiones en energías renovables el año pasado (a las que hay que sumar otro 7% adicional que pretende hacerlo este año).

Sin embargo, fue menos frecuente la adopción de medidas con impacto directo sobre la producción, como las paradas temporales de actividad (5%), la sustitución de parte de su producción por materiales importados (4%) o el cambio de proveedores nacionales por extranjeros (5%). Las dos últimas opciones ya suponen de facto una deslocalización parcial de la producción.