EMPRESAS

El calzado español impulsa su propio 'Ecoembes' para dar una segunda vida a los zapatos

La organización, que dirige la presidenta de la patronal, Rosana Perán, está evaluando qué contenedores se podrían utilizar

Un expositor en una de las últimas ediciones de Futurmoda, antes de la pandemia.

Un expositor en una de las últimas ediciones de Futurmoda, antes de la pandemia. / ÀXEL ÀLVAREZ

4
Se lee en minutos
María Pomares

Anualmente se consumen en España en torno a 200 millones de pares de zapatos, con una rotación de vida media que se sitúa en los tres años. Todo con un matiz importante: el calzado usado termina en vertederos, cada par emite entre 12 y 17 kilos de CO², y, al final, sólo un 10% de los artículos desechados acaban entrando en ciclos de reutilización y reciclado. El resultado es el que es: 70 millones de pares de zapatos convertidos en residuos y, por consiguiente, 1,19 millones de toneladas de CO². Estos puntos de partida, junto a los cambios legislativos que la Unión Europea impone en materia de economía circular y gestión de residuos, es lo que ha llevado al sector a empezar a buscar fórmulas que permitan el adecuado reciclaje del producto y de los residuos asociados a su industria una vez finiquitada su vida útil. Hasta el extremo de que nueve empresas, desde Pikolinos hasta Pablovski, Mascaró o Callaghan, pasando por Unisa, Wonders, Mustang, Zahonero o Pons Quintana, han optado por crear Gerescal, una sociedad sin ánimo de lucro que pretende seguir la estela de la labor que hace Ecoembes en la parcela de los envases domésticos ligeros en España. El objetivo ahora es llegar a todas las firmas del sector.

La presidenta de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE) y vicepresidenta de Pikolinos, Rosana Perán, que está al frente del consejo de administración de Gerescal, no puede ser más elocuente a la hora de resumir el propósito de esta nueva sociedad: «El objetivo es que los zapatos que se desechan no acaben en los vertederos, sino que vayan a otras empresas y puedan tener otras salidas porque, además, las materias primas están limitadas y, por ejemplo, es posible darle una segunda vida a los cordones o los pisos», sentencia.

Un mensaje que, de hecho, es el que ya le han venido trasladando tanto a la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica en la Comunidad Valenciana -al ser la autonomía que produce el 65% del calzado en España- como al Ministerio para la Transición Ecológica en la presentación de este sistema colectivo de gestión de la responsabilidad ampliada del productor en el calzado, como lo definen las propias industrias. Un sistema que, además, cuenta con el apoyo de la patronal nacional FICE, así como de la Asociación Española de Empresas de Componentes para el Calzado (AEC), de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal) y del Centro Tecnológico del Calzado (Inescop).

El origen del proyecto no es en absoluto casual, normativas medioambientales al margen. La industria zapatera, de hecho, es consciente de que el reciclaje del calzado usado es mucho más complejo que el de otros productos por su carácter multimaterial. El calzado, de promedio, suele componerse de hasta cinco materiales diferentes ensamblados con adhesivo o cosido lo que complica, y mucho, su posterior desmontaje.

La cosa, sin embargo, no acaba ahí. Una vez separados y clasificados los distintos materiales, deben ser procesados mediante reciclaje mecánico, lo que pasa por procesos de triturados, fundidos o purificados, por ejemplo, para que puedan integrarse en nuevas aplicaciones. Se suceden así una serie de etapas técnicas muy costosas para un resultado que, como alertan desde las propias empresas, lamentablemente, no es tan competitivo como el uso de materias primas vírgenes desde el punto de vista técnico, económico y ambiental. Peor aún: los residuos, al final, difícilmente pueden ser reciclados o, si lo son, proporcionan una baja calidad del material resultante, principalmente por bajas propiedades mecánicas o por la presencia de ciertos contaminantes y otras sustancias heredadas que producen olores o colores no deseados, o hacen inviable su uso en determinadas aplicaciones. La consecuencia es que, en última instancia, se limita la aplicación del material reciclado con la consiguiente reducción del impacto ambiental esperado.

Noticias relacionadas

Por eso mismo, lo que busca Gerescal son vías para convertir los residuos del calzado en nuevas fibras o materiales que permitan crear posteriormente nuevos productos o materias primas circulares de alto valor en la industria. Para ello, y aprovechando esta alianza, pretenden desarrollar los mecanismos que permitirán, en un futuro próximo, la incorporación en el sector del calzado del ecodiseño, el uso de materiales reciclados, la adecuada gestión del calzado al final de su vida útil y la trazabilidad de todo el proceso, evitando el destino final en un vertedero de los zapatos usados y dando así cumplimiento a la nueva legislación sobre residuos.

Dentro de la hoja ruta para conseguir esos propósitos, como explica Rosana Perán, ya están examinando los contenedores que existen en estos momentos en el mercado, para ver en qué medida los puede utilizar Gerescal, y se van a mantener reuniones con los propios comercios para estudiar si sería viable que los depósitos también se pudieran emplazar en los establecimientos y que allí puedan entregar los consumidores los zapatos retirados. En paralelo, se están haciendo pruebas de triturado de calzado para analizar qué encaje puede tener el elemento resultante como materia prima para la confección de nuevos pares.