Análisis

Bienvenido a la familia empresaria

Representan el 78% del empleo privado y el 68% del PIB.

Las familias empresarias se enfrentan a numerosos retos. Saber utilizar las herramientas disponibles es indispensable para poder superarlos.

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Imagen de un trabajador con un ordenador portátil. 

Imagen de un trabajador con un ordenador portátil. 

El 88% de las empresas españolas tienen una familia propietaria detrás, y por lo tanto conviene prestar atención, gestionar y planificar los temas de familia con al menos la misma dedicación que los del negocio. Representan el 78% del empleo privado y el 68% del PIB. La mayoría son pequeñas, como el tejido empresarial de nuestro país; pero también son familiares las principales empresas, como Inditex, El Corte Inglés, Mercadona; Boluda, Osborne; Pikolin, Planeta, Barceló, ACS .... o el Banco de Santander (¿o es que la familia Botín no determina la estrategia del mismo?).

Suele ocurrir que las urgencias del negocio absorben la atención a los importantes temas de la familia propietaria. La atención a los suministros que no llegan, a los cobros y pagos, a los costes.... pueden anular dedicar tiempo y recursos a implicar y formar a los continuadores, a acordar la solución a los problemas previsibles de las relaciones entre la familia y la empresa.

En ocasiones se puede aprender mucho de las guerras familiares, como las de la Gullón, Lladró, Font, Carbonell..., o la que se está cociendo en Jofemesa; pero al analizarlas debemos ser conscientes de que solo conocemos una parte de la realidad. Y se puede también aprender mucho de las familias empresarias que no son noticia por conflictos, como los Fisas, Puig o Uriach. Que no sean noticia no quiere decir que no hayan tenido o vayan a tener conflictos; tal vez es que lavan la ropa sucia en casa evitando las penas de telediario; o que tienen mecanismos para controlar la intensidad y duración de los mismo. Muchas familias empresarias prefieren mantener un perfil bajo, para no llamar la atención en lo que no sea el puro negocio. Hay que ser una familia empresaria muy fuerte, como familia y como empresa, para compartir las interioridades reales (la página web no suele explicar toda la historia).

¿Implicados o rentistas?

Gestionar la familia empresaria es de las cosas más excitantes que se puede hacer con la ropa puesta. Dicen que a la pareja la conoces en la separación, a los hermanos en la herencia y a los hijos en la vejez; yo añadiría y a la familia en la empresa. ¿Es una familia implicada con el negocio, trabaje en él o no; o es una familia puramente rentista? Hoy en día con la mala prensa que tiene en algunos sitios ser empresario es muy grande la tentación de dedicarse al sexo, drogas y rock & roll, en lugar de a crear riqueza y puestos de trabajo en los que las personas puedan desarrollarse. Además, con el alargamiento de la esperanza de vida de las personas y el acortamiento del ciclo de vida de los negocios, la probabilidad de ver desaparecer el negocio que se ha creado o recibido es muy alta. Por eso es esencial mantener el espíritu emprendedor de los fundadores, del que el ADN no garantiza la transmisión.

Las familias empresarias tienen numerosos retos. Hacer que el negocio sea rentable, tenga futuro y sea atractivo (recuerdo un cliente cuyo hijo no quería seguir con la explotación ganadera intensiva, porque era ecologista). Que haya una auténtica comunicación empática bidireccional en la familia respecto a la empresa, y de esta con aquella. Profesionalizar el trabajo (evitando los nepotismos), sistemas y estructuras de gobierno (de la empresa y de la familia). Implicar a los continuadores como propietarios responsables. Y planificar el relevo, en la propiedad, en el gobierno y en la dirección (los accionistas de Vueling por el hecho de serlo no tienen derecho a pilotar sus aviones, y no es lo mismo pilotar un avión que dirigir el tráfico aéreo).

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Y para ayudar a las familias empresarias a superar estos retos disponemos de herramientas, que, al igual que un cuchillo, debemos saber utilizar. El diagnóstico de las fortalezas y áreas de mejora de la empresa y de la familia. El menos común de los sentidos: el sentido común; que nos dice, entre otras cosas, que lo que es bueno para la empresa a la larga es bueno para la familia. Las estructuras de gobierno de la empresa (consejo de administración o asesor) y de la familia (consejo y asamblea), que han de ser adecuadas a sus tamaños respectivos. Y la constitución o protocolo familiar, que consiste en poner blanco sobre negro porque queremos continuar juntos y como regulamos las relaciones.

Escribir sobre familias empresarias es delicado, hay que respetar los sentimientos, muchas veces legítimos, de todos; y recordar que se puede afectar al futuro de una empresa de la que dependen muchas personas. Al ayudar a las familias empresarias hay que tener presente que las decisiones últimas corresponden a la familia; que el externo hace como la comadrona: ayudar en el parto.