Agricultura

La sequía y la guerra en Ucrania merman la cosecha de maíz en Europa

La industria cárnica española depende de las importaciones y obliga a asegurar el transporte de la materia prima desde el país en conflicto

Campo de cereales en Zamora.

Campo de cereales en Zamora.

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Alejandro Bermúdez

El maíz continuará vendiéndose a precios inusualmente altos en el próximo año, según indican los datos de la cosecha, que ya está concluyendo en todo el hemisferio norte. España es importador neto de cereales para cubrir las necesidades de alimentación de su enorme cabaña ganadera, pero el maíz es con diferencia el grano en el que tenemos mayor dependencia externa, importando más de 9,5 millones de toneladas anualmente.

El inicio de la invasión rusa a Ucrania disparó el precio del maíz el pasado mes de febrero, un subidón que se ha corregido solo parcialmente en los últimos meses, especialmente desde que la Comisión Europea liberalizó el barbecho para permitir a los agricultores de los Estados miembro sembrar en esas parcelas cultivos como el maíz que se solían importar del país invadido.

La incógnita está en si las hectáreas “extra” plantadas de maíz –y de girasol– dentro de la UE cubrirán la cantidad que Ucrania no pueda aportar este año o si, por el contrario, habrá que buscar proveedores en terceros países.

Los mercados ya aventuraban al inicio del verano que Ucrania no podría satisfacer la demanda como venía haciendo en años anteriores. La guerra, la falta de mano de obra por la movilización de jóvenes al frente y la ocupación de varias provincias por parte de los rusos se tradujo en una reducción significativa de la cantidad de superficie cultivada en este país.

La organización EOS Data Analytics (EOSDA), reconocido proveedor mundial de análisis de imágenes de satélite impulsados mediante inteligencia artificial, y expertos en agricultura de precisión en Ucrania, llevó a cabo un proyecto personalizado para ofrecer análisis de datos sobre la siembra en este país del este de Europa en la campaña de 2022. Los datos de su estudio reflejaban que la siembra primaveral ha ocupado un tercio menos de superficie que en el año anterior.

Una vez iniciada la cosecha de maíz, los datos del Ministerio de Agricultura ucraniano confirmaban estas previsiones. Según el Gobierno la cosecha de maíz se sitúa en 27 millones de toneladas, frente a los 42 millones de toneladas cosechados en 2021, una caída del 35% que los oficiales atribuyen a la invasión por parte de Rusia.

En un año típico, Ucrania era el sexto productor de maíz a nivel global, pero era el primero en el continente europeo y el principal vendedor de este grano a los países de la UE.

Otra dificultad añadida está en el transporte de la materia prima desde el país en guerra hasta sus destinos. Pero el nuevo dominio ruso del mar Negro –y de varios puertos capturados– no inspira confianza a los importadores, incluso después del corredor pactado por los dos países y por Turquía para permitir la evacuación de buques cargados de cereales hacia el mar Mediterráneo.

Por eso se han buscado vías de transporte alternativas. Renfe y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana movilizaron un tren que cargó 600 toneladas de maíz en la frontera de Polonia con Ucrania para recorrer 2.400 kilómetros por vías férreas hasta Barcelona.

Por otro lado, el citado corredor marítimo permitió la llegada a Barcelona de dos buques con 63.000 toneladas de maíz y 27.000 toneladas de cebada.

Mientras tanto, en Europa occidental, la sequía ha mermado las cosechas, y los barbechos sembrados no han servido para compensar las pérdidas provocadas por la climatología. En España, por ejemplo, la producción de este cereal ha caído un 30% respecto a la campaña anterior. Este cultivo depende del regadío, que ha sufrido restricciones en varias cuencas hidrográficas de la península ibérica.

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Este escenario dentro y fuera de Ucrania explica que el precio del maíz no haya descendido en los mercados internacionales ocho meses después del inicio del conflicto bélico. En la bolsa de materias primas de Chicago los futuros de maíz para diciembre cotizaban esta semana a 683 dólares por 5.000 fanegas, unos precios similares a los de febrero, aunque inferiores a los de abril y mayo, cuando se alcanzaron máximos que rondaban los 900 dólares.

Hay que tener en cuenta que el principal destino del maíz en España es la alimentación animal, por lo que sus precios repercuten en la industria cárnica, una de las más importantes del país.