Opinión | MIRADAS

Mayo de devoluciones

Tras Sant Jordi, viene la calma del goteo de retornos aquellos libros que han tenido menos suerte ese día

Una imagen de la celebración de Sant Jordi en Barcelona el pasado 23 de abril

Una imagen de la celebración de Sant Jordi en Barcelona el pasado 23 de abril / Jordi Otix

"Después de la tempestad, viene la calma". En el caso del sector editorial, la calma no suele ser necesariamente buena. Porque necesita alicientes externos para lograr buenas cifras de facturación. Algún que otro Premio Nobel ha ayudado a cerrar el año con mejores ventas de las previstas. Alguna muerte, también. Y las fiestas y las ferias son puntales en los que el sector se apoya.

Tras Sant Jordi, viene la calma del goteo de las devoluciones de los libros que han tenido menos suerte ese día. Para los editores en lengua catalana, pueden llegar a significar el 50%, y para los que publican en castellano y tienen más territorio de venta, el 20% de la facturación anual, con lo cual las devoluciones que llueven en mayo -y primeros de junio, pues no siempre la velocidad de la devolución da tiempo al editor y al distribuidor a abonarlas en el mismo mayo y se alargan hasta junio- son muy altas si no se ha dado en el clavo o cerca de él.

Pese a que las ventas pueden concentrarse en unos pocos títulos aireados por la prensa, en realidad también se vende mucho libro de fondo y libros caros. El 10% es un aliciente importante para muchos bolsillos y para algunos editores exquisitos, cuyos precios de venta no pueden ser de 19 euros, y muchas veces suben de los 45 euros. 

Obviamente, las ventas se concentran el 23 de abril, pero en los días anteriores y en los posteriores también se hacen buenas cajas. Hay lectores que prefieren la calma de una librería que no rebosa clientes y compran los libros -suelen ser más de uno- uno o dos días antes o uno o dos días después. Pero siempre en abril. El mes más esperado y a veces el más temido.

En todo caso, mayo sí que da miedo a los editores. No hay aún feria del libro de la ciudad en concreto y no se empieza a pagar la declaración de la renta. No es el peor de los meses, pero se comporta irregularmente. Por experiencia propia contrastada por las consultas con editores, distribuidores y libreros, la conclusión a la que se llega es que al menos el 20% de los libros se devuelve. Una vez contabilizados, estos son los que nos pueden dar una cifra del movimiento en ejemplares y en dinero de lo que significa cuantitativamente Sant Jordi.

Recuerdo que en otras épocas, para que todos los agentes salieran beneficiados, se esperaba hasta el 10 de mayo para cerrar contablemente abril, pero era una práctica muy rudimentaria que no todos los partícipes llegaban a acordar. Por lo tanto, poco a poco se ha ido desvaneciendo y cada mes es cada mes. Cada uno con sus características que lo hacen diferente del siguiente por temas intangibles como los meteorológicos: más calor, más libros en la playa; más vacaciones, menos libreros abiertos.

No obstante, debemos saber que no hay abril sin mayo. No hay venta sin devolución en nuestro sector. Si la devolución mensual media de un editor o un distribuidor cauto roza el 25%, en algún año puede subir o bajar. Pero no voy a ponerme quisquilloso porque el tema no lo amerita, es un tema de grandes números, de grandes ventas de uno o varios títulos y de cientos de miles de personas comprando libros ese mismo día. La tradición lo avala. 

No voy a dar cifras de este último Sant Jordi porque este quiere ser un artículo que hable en general de este factor. Punto arriba, punto abajo, en las mismas condiciones se reproducen año a año. De la misma forma que todo el sector ya sabe que la fiesta del libro es siempre el 23 de abril y llega tarde o no llega con aquella novedad o aquel libro ideal para Sant Jordi.

Quedémonos con la idea real de que las ventas de Sant Jordi hay que matizarlas con las devoluciones de mayo. Uno sin lo otro es imposible. Igual que ese día origina reimpresiones, también tumba posibilidades de venta de muchos títulos que deambularán durante todo el año en busca del tiempo perdido, de la ocasión malograda.