MISCELÁNEA

He venido a hablar de mi libro: Claramore

'Un Van Gogh en el salón' es el libro que me habría gustado sujetar entre mis manos en aquellos momentos en los que me sentí indefensa ante la magnitud de ese objeto sagrado que es la obra de arte

La historiadora del arte y divulgadora cultural Clara González Freyre, 'Claramore'

La historiadora del arte y divulgadora cultural Clara González Freyre, 'Claramore' / EPE

Claramore

Suelo decir que la historia del arte fue mi serendipia. No me gusta romantizar la idea de descubrir tu vocación por casualidad, pero, de no haber sido rechazada en Periodismo, tal vez jamás me habría atrevido a estudiar una carrera que se vendía como un pase directo a la cola del paro. Aunque siempre fui una persona creativa y sensible, no lograba conectar del todo con las artes visuales. No me pasaba lo mismo con la música, por ejemplo. Lo cierto es que nunca acabé de sentirme identificada con el aura fría, elevada y a menudo calificada de elitista que solemos pensar que rodea a este tipo de creaciones.

Acabar la carrera no mejoró la situación. Fue justo en ese momento, entre la indefensión ante un futuro incierto y la necesidad de un cambio, cuando la idea de mi libro se asomó por primera vez a mi cabeza. ¿Y si pudiera contarse el arte de una manera más amena, cercana y amable para el común de los mortales? ¿Y si rompiéramos de una vez por todas con la eterna división entre la supuesta «alta cultura» y el entretenimiento?

Ante la falta de medios, el proyecto empezó siendo un tímido perfil en redes sociales. Años más tarde, cuando las editoriales empezaron a llamar a mi puerta, supe que había llegado el momento de intentar hacerlo real. Quería escribir un libro que mezclara las maravillas del arte con la frescura de las revistas adolescentes.

Oscuridad y reflexión

Quería escribir un libro que fuera diferente en cada página, colorido y cercano, cuyas historias se sintieran como si te las contara una amiga mientras tomáis un café confidente. Quería crear la Súper Pop de la historia del arte y que además tuviera su parte crítica; que fuera más allá de Europa, se posicionara en temas polémicos como la cultura de la cancelación y trajera a las mujeres al lugar en el que  históricamente siempre debieron estar. No es solo un libro de cotilleos y anécdotas, también está lleno de apartados más oscuros y reflexivos.

Así nació Un Van Gogh en el salón. Su nombre se eligió como una declaración de intenciones: la obra favorita de la familia de este pintor holandés, Almendro en flor, una de las pocas de las que jamás se desprendieron, estuvo durante mucho tiempo colgada en el salón, sobre el piano. Una anécdota que te ayuda a conectar (todas las personas tenemos nuestra obra favorita) pero que curiosamente pasará desapercibida en la mayoría de manuales, comúnmente centrados en aspectos mucho más técnicos que, aunque relevantes, no calan en la memoria del lector. 

¿Por qué lo hice? Solo puedo decir que es el libro que me habría gustado sujetar entre mis manos en aquellos momentos en los que me sentí indefensa ante la magnitud de ese objeto sagrado que es la obra de arte. Es un abrazo, un camino en compañía para todas aquellas personas que no logran disfrutar del todo de la visita a un museo o que quieren descubrir sus maravillas desde perspectivas que no se habían planteado antes. Porque, ante todo, lo que quiero es demostrar que el arte no está tan lejos de la vida como pensabas.

'Un Van Gogh en el salón'

Claramore

Temas de Hoy

472 páginas. 21,90 euros