CRÍTICA

'A tren perdido', de Jocelyne Saucier: un deambular ferroviario y vital

Esta novela es una especie de 'train trip' contemporáneo poblado por numerosos personajes variopintos y en el que el tren es el hilo conductor

La escritora canadiense Jocelyne Saucier

La escritora canadiense Jocelyne Saucier / EPE

Valèria Gaillard

Tras Y llovieron pájaros (2018) y Los herederos de la mina (2020), Minúscula publica la última novela de la escritora canadiense Jocelyne Saucier (Clair, Nueva Brunswick, 1948), A tren perdido. El libro incluye, para empezar, un mapa que nos guía por una geografía salvaje, de bosques y lagos, siguiendo la investigación de un narrador fascinado por una mujer mayor a la que ni conoce: Gladys.

Sin saber por qué, esta mujer, la felicidad y la simpatía personificada, decide un día abandonar a su hija, una treintañera con tendencias suicidas, y lanzarse a recorrer el norte del Canadá cogiendo diferentes líneas de tren.

Se trata de una especie de train trip contemporáneo en el cual el tren es el hilo conductor, puesto que pronto descubrimos que lo que une al narrador y a la mujer es la pasión por los trenes. El narrador lucha para que no se supriman antiguas líneas ferroviarias caídas en desgracia tras el despliegue de carreteras, mientras que Gladys mantiene un vínculo especial con este medio de transporte. Saucier aprovecha su historia para contar la historia de los school train, trenes que llevaban la escuela en las zonas más remotas del norte de Ontario, habitadas por las tribus autóctonas y por inmigrantes de Finlandia, Ucrania y del centro de Europa. Gladys, hija del maestro, lleva el traqueteo en la sangre.

La intriga por descubrir el motivo de la huida de Gladys tensa un relato vivo y poblado por numerosos personajes variopintos, algunos de ellos habitantes del curioso pueblo de Svastika, donde vive la protagonista, y que conforman una sólida comunidad que reivindica este nombre al margen de la mala fama que le imprimió Adolf Hitler.

Sociedades aisladas

Saucier ofrece, por otro lado, un sólido fresco de estas sociedades que viven aisladas y ligadas al paso del ferrocarril. Mujeres que juegan a contar el doble ruido del paso de los vagones por encima de los raíles, los train buff –turistas que recorren las líneas de trenes, y si están en vías de extinción mejor– y camareras que siempre van con las maletas a cuestas en una vida nómada, en busca de un nuevo empleo y de un nuevo amor.

Soucier se inspiró en una mujer que conoció en un tren con destino a Toronto, y a ella le dedica el libro

Saucier, una celebridad en Quebec, también describe de manera cautivadora la fascinación que origina el bosque y los seres singulares que en él habitan. El narrador, del cual no conocemos su nombre y que va tomando volumen a medida que avanza el relato para conseguir el protagonismo en la segunda parte, es un hombre que afirma: "Siempre he querido estar en otro lugar, sin estar allí". Antihéroe y romántico, el viaje de Gladys representa para él todo un reto: el de escribir la crónica de su insólita huida, y para ello está cuatro años hablando con los diferentes testigos y personas de su entorno. En este sentido, la novela concluye con una mise en abyme predecible, pero reconfortante.

Según ese narrador –alter ego de Soucier, que se inspiró en una mujer que conoció en un tren con destino a Toronto y a quien le dedica el libro–, esta es "una historia de un deambular ferroviario que deambula a su vez por los trenes", pero que va más allá de la pasión por todas estas líneas férreas que unen puntos remotos. Una historia profundamente humana, tierna y con una pizca de humor pese a abordar temas duros, como la depresión y el suicidio, que ya estaban presentes en Y llovieron pájaros. Una novela nostálgica y a la vez luminosa que trata de la felicidad, la fragilidad, el amor y la amistad.

'A tren perdido'

Jocelyne Saucier

Traducción de Luisa Lucuix Venegas

Minúscula

216 páginas

19,50 euros