CRÍTICA
'Las fechas exactas', de Mario Amadas: una precisión tras otra
Con esta novela, el autor se revela como uno de los escasos salientes originales de la previsible prosa española
Las fechas exactas, última novela de Mario Amadas (Barcelona, 1986), se presenta ante el lector como un diario de viaje. El narrador, convengamos que el propio autor, se desplaza a Ghana para participar en una suerte de ecoaldea. Amadas lo desconoce todo sobre Ghana (más allá de que es un país africano y costero) y se lanza al viaje con el propósito de ser una de esas personas que sale de su ciudad para abrir la mente a como se expande el mundo.
El libro se abre con una serie de felices reflexiones donde Amadas cuenta con mucha más precisión que yo en el precipitado párrafo anterior sus ideas sobre lo que supone viajar y quedarse un tiempo en un sitio. Aunque la narración se adentra después en territorios muy variados, el lector encontrará en estas primeras páginas una muestra del despliegue mental de Amadas: imprevisible (incluso cuando afronta asuntos tan manidos), afectuoso y preciso, aterradoramente preciso.
Vertientes
Esta precisión afecta a las dos vertientes de su prosa. La primera se sustenta en la recreación de momentos singulares de la experiencia, que son singulares no tanto por su excepcionalidad o rareza, sino por la minuciosidad con las que se reconstruyen las sensaciones, el clima o las texturas del momento. Descripciones tan vivas que no suenan a descripciones y que invitan a abrir el ojo de la mente.
La segunda vertiente es una suerte de continuo escrutinio moral y político de la actividad que le envuelve, donde el narrador se revela como una criatura hipersensible a la incompetencia, la deslealtad, la pereza y el abuso. Una mirada que intimidaría si no fuese por las ráfagas de buen humor que la atraviesan, por la rectitud bondadosa que la sostiene y por su contagioso entusiasmo por la vida.
El libro se desarrolla en dos tiempos que son a su vez dos maneras de recorrer el espacio. Los días encerrados en la ecoaldea y los días libres recorriendo las ciudades de Ghana: las semanas descubriendo las deficientes relaciones laborales que sostienen la ecoaldea y las semanas reconociendo las marcas que el colonialismo ha dejado en el país (sin dejar, claro está, de quejarse por la insistencia de las propinas y el retraso de los taxis). Y termina con un breve y espléndido capítulo de recuento donde el autor repliega su ánimo viajero: "Ahora tengo ganas de un invierno largo".
El narrador se revela como una criatura hipersensible a la incompetencia, la deslealtad, la pereza y el abuso
Quedaría mucho por comentar de este libro, pero el espacio es el espacio y prefiero dedicarlo a algo más urgente. Conviene llamar la atención no solo sobre Las fechas exactas sino sobre todo lo que lleva escrito Amadas, uno de los escasos salientes originales de la más bien cumplidora y previsible prosa española.
Les recomiendo que empiecen por este o por El día que pase algo (Colectivo La Máquina, 2021) o por su diario de Brooklyn (Ril Editores, 2019)... por cualquiera que encuentren, porque esta aventura literaria transcurre de momento en tiradas diminutas.
Los motivos de esta aparente clandestinidad responden a cegueras editoriales que no es el momento de analizar, pero sí les invito a que contribuyan a despejar este desconocimiento leyendo alguno de estos diarios. Serán los principales beneficiarios.
'Las fechas exactas. Setenta días en Ghana'
Mario Amadas
Colectivo La Máquina
210 páginas
14 euros
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