PERFIL

Violaine Bérot: ¿quiénes son los salvajes?

Tras dejar su trabajo de informática, la autora de 'Como bestias' se instaló en los Pirineos sin electricidad ni agua corriente para dedicarse a la crianza de cabras y caballos

La escritora francesa Violaine Bérot, autora de 'Como bestias' (Las afueras)

La escritora francesa Violaine Bérot, autora de 'Como bestias' (Las afueras) / Stéphane Lessieux

Dídac Peyret

Violaine Bérot (Francia, 1967) transmite el aura de la gente que vive lejos de la ciudad. No tiene nada que ver con ninguna extravagancia. Es más bien una energía tranquila. Como si vivir en la montaña la protegiera de la irritabilidad urbanita. Pero no siempre fue así.

Antes de escoger una vida rústica, se ganaba la vida como informática viajando de ciudad en ciudad. Hija de payeses, las dificultades económicas hicieron que sus padres le transmitieran la idea de otra vida como algo aspiracional. Bérot, que escribía desde pequeña, escogió filosofía y se obsesionó con la lógica, su puerta de entrada a la informática. Un trabajo que no le impidió publicar su primer libro, Jehanne, a los 27.

Tres años después tuvo una revelación durante un vuelo de trabajo: aunque ganaba mucho dinero, solo tenía ganas de pisar la montaña. “Necesitaba cambiar mi vida: Iba a perder dinero pero ganar en felicidad”, reconoció durante unas jornadas sobre naturaleza y literatura en 2021.

Bérot se instaló definitivamente en los Pirineos sin electricidad ni agua corriente para dedicarse a la crianza de cabras y caballos. Fue entonces cuando vivió una experiencia que inspiraría su novela Como bestias (Las afueras). Acogió a niños de un hospital psiquiátrico y descubrió la relación especial que puede surgir entre las personas que consideramos anormales y los animales. Una mezcla muy potente porque invitaba a revisar nuestra animalidad, y lo hacía con personas que la sociedad coloca en los márgenes.

Miedo a lo diferente

Ese miedo que tenemos a nuestra naturaleza animal, y en general, a todo aquello que vemos como diferente atraviesa el libro. El protagonista, un joven mudo con una fuerza insospechada y un don para sanar a los animales, funciona como resonancia de la violencia con la que podemos llegar a reaccionar ante lo distinto. Sobre todo, cuando se corre la voz en el pueblo de que va acompañado a menudo de una niña.

En el libro, muchas declaraciones emborronan la frontera entre hombre y animal. Lo vemos cuando uno de los pastores recuerda que “si curó a mi cabra puede curar a un ser humano”. O cuando uno de los vecinos marca una distancia con los comisarios. “Supongo que no es fácil de entender para alguien como usted, que viene de la ciudad. La relación entre los animales y los humanos les resulta demasiado ajena”.

Bérot logra, con el formato de los interrogatorios policiales, un estilo ágil y una inmersión directa a la historia. Y lo consigue superando dos retos: dar una voz diferente a cada testimonio y mezclar el realismo de los diálogos con el toque de magia de las hadas, que actúan como los coros de una tragedia griega.

Como bestias es también un libro de ausencias (padres que ni están ni se les espera), maternidades instintivas (madres que luchan por dar dignidad a sus hijos al margen de las convenciones) y humanos de aspecto convencional que actúan como salvajes (hombres que les trae sin cuidado el consentimiento).