Opinión | OPINIÓN

Reivindicando a la generación de Martín Gaite

Carmiña formó parte de una generación que debería estar más viva ahora que nunca

La escritora Carmen Martín Gaite

La escritora Carmen Martín Gaite / Andreu Dalmau

La literatura de Carmen Martín Gaite era mágica. También la de muchos de sus compañeros de generación, como Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Alfonso Sastre, Josefina Rodríguez Álvarez, que después firmó sus libros como Josefina Aldecoa en homenaje a su marido, y Rafael Sánchez Ferlosio, el marido de Martín Gaite, al que le ocultó que se presentaba al premio Nadal, que ganó.

No lo hizo por miedo ni por presión psicológica. Fue más bien una ocultación intelectual. Sánchez Ferlosio había ganado el Nadal en 1955 y Martín Gaite no quería interferencias literarias. Y escribió Entre visillos. Se llevó el premio dos años después.

Martín Gaite fue una pedazo de intelectual en sus novelas y en sus ensayos. ¡Menuda mujer, y en dictadura! Cuando llegó la democracia, su generación siguió dando evidencias de inteligencia serena. Posiblemente, esa calma interior y exterior nació obligada por aquellos años donde todo se debía decir al revés para que la evidencia no delatara.

Y ese sentido de profundidad y contenido lo esparcía en sus conferencias, en sus charlas, en sus entrevistas, en las conversaciones más anodinas, o no, con un simple grupo de periodistas. Tuve la suerte de estar en unas cuantas. Con esa gorra ladeada y su tristeza.

Si perder a un hijo es lo peor que le puede pasar a un ser humano, a Carmiña le ocurrió en dos ocasiones. La primera se trataba de un bebé. La segunda vez fue más duro y de ese dolor apareció Caperucita en Manhattan, el libro que más he recomendado en mi época de librero.

Lo publicó Siruela, la misma editorial en la que ahora aparece De viva voz. Conferencias, una obra que nos ayuda a recordar a la escritora y su voz, que se apagó hará ahora 23 años. Justo el día de las próximas elecciones. Una generación que debería estar más viva ahora que nunca. Todo está en el conocimiento. Y el suyo fue mucho. Nuestro equilibrio está en juego.