CRÍTICAS

La memoria y sus cicatrices

En 'Rombo', la autora alemana Esther Kinsky indaga en las huellas del paisaje y la identidad tras los terremotos del Friuli de 1976

La autora alemana Esther Kinsky.

La autora alemana Esther Kinsky. / Pablo García

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Tembló después el tenebroso suelo con tal potencia que el temor me baña la frente de sudor cuando lo pienso", escribió Dante Alighieri en el canto III del Infierno de La Commedia. La palabra rombo describe en italiano el estruendo subterráneo que precede a una fuerte sacudida de tierra. Es el mismo temblor atronador que escucharon los habitantes de Friuli, en el noreste de Italia, por primera vez el 6 de mayo de 1976 –tres meses más tarde hubo una segunda– antes de que un terrible terremoto dejara un millar de muertos, miles de desplazados, además de un nuevo y desolador paisaje. El rombo fue desde entonces una cicatriz acústica en el recuerdo de los damnificados y cada trueno es para siempre un recordatorio de esta experiencia que no se puede borrar ni redimir, porque está más allá de las categorías del bien y del mal.

Esta vez, la autora alemana Esther Kinsky (Renania, 1956) intenta recuperar y reconstruir la vivencia traumática que aquella catástrofe produjo a su paso, con esa mezcla poética de realidad y ficción que ha llevado a comparar repetidamente sus libros con los de W.G. Sebald. De hecho, Rombo, que publica estos días Periférica, obtuvo en 2020 el premio literario que lleva el nombre del desaparecido autor de Los anillos de Saturno. La preocupación por las relaciones que existen entre paisaje, lugar, historia y memoria ya estaba en "Río" (2018) y "Arboleda" (2020), dos títulos anteriores de Kinsky. En este último, los escenarios naturales vuelven a ofrecerse al lector como textos sedimentarios, donde las emociones e historias colectivas e individuales se superponen, parecen enterradas, borradas y resurgen.

Los narradores itinerantes de Kinsky guardan sintonía con las particularidades del paisaje que tienen ante ellos: errantes activos en los procesos de rememoración de las novelas. En Rombo, el viajero habitual se convierte en un coro de personas afectadas por dos desastres de gran magnitud: los devastadores terremotos de mayo y septiembre de 1976. Edificios e iglesias convertidos en escombros, techos derrumbados entre nubes de polvo de mortero, caminos trillados interrumpidos para siempre. Se van alternando en el relato las voces de siete habitantes de un remoto pueblo de montaña: Silvia, Olga, Gigi, Toni, Lina, Mara y Anselmo. Sus testimonios, los de unos ancianos que recuerdan cuando eran niños, son a veces contradictorios o simplemente anecdóticos, se leen como entrevistas o historias orales, y forman una especie de orfeón documental, con un testigo poco fiable que es el terreno.

Portada del libro 'Rombo' de la alemana Esther Kinsky.

Portada del libro 'Rombo' de la alemana Esther Kinsky. / EPE

Cada capítulo está precedido por imágenes en blanco y negro de los fragmentos de un fresco descubierto en el ábside de la iglesia de Sant’Andrea Apostolo, en Venzone, 30 kilómetros al norte de Údine: los grabados de la época pasada de un pueblo que insistía en dejar un rastro de sí mismo aunque el trágico destino convirtiera más tarde en un cruel sarcasmo el afán de perpetuarse con las huellas.

En un plano de igualdad se sitúan los relatos de los aldeanos, sus desgarradoras historias, los mitos, y las minuciosas descripciones de la flora y fauna de la región. Kinsky es orfebre del lenguaje: "El eringio es un cardo autóctono. Avanzado el verano sus umbelas se tiñen de azul argénteo. Al crepúsculo, sus flores se alzan con un pálido fulgor entre la caliza. Es una planta de tierras estériles. Deja su impronta en el suelo, que, como en la memoria de ese cardo mustio, marchito y esparcido, ya no deja crecer nada en su lugar". (pag.98). Quienes hayan pisado el Karst o Kras, ese Carso telúrico que Scipio Slataper manejó como autobiografía lírica, entre los Alpes y el Adriático, donde la lengua italiana se funde con la eslava, saben que de qué manera habla o se explica allí la tierra.

Rombo ofrece un retrato caleidoscópico del paisaje, habitado por huellas de antepasados, criaturas, relatos y objetos. Si el marco elegido es una acumulación de historias y recuerdos, las identidades también lo son. Kinsky pide que tengamos en cuenta todo aquello que los desastres sísmicos destruyen, deforman o alteran para siempre dentro de un poderoso escenario natural que también es capaz de borrar cada rastro de nosotros mismos. Con una prosa poética bien estructurada y una buena disciplina narrativa, la autora de "Rombo" mezcla géneros, abunda en digresiones que jamás aburren e invoca a Dante y Heinrich von Kleist para que nos reconozcamos en lo irracional del mundo.

Rombo

Esther Kinsky 

Traducción de Richard Gross

Periférica, 2023, 256 páginas

19,50 euros