ENTREVISTA

Sigrid Kraus y Valeria Ciompi: "Lo peor en el mundo editorial es engañar"

Responsables durante más de dos décadas de Salamandra y Alianza, este año han decidido desvincularse de sus respectivas editoriales y charlan en exclusiva con 'ABRIL' sobre cómo ha cambiado el sector y los retos más importantes que afronta

Las editoras Valeria Ciompi y Sigrid Kraus, fotografiadas en una librería de Madrid

Las editoras Valeria Ciompi y Sigrid Kraus, fotografiadas en una librería de Madrid / Alba Vigaray

Inés Martín Rodrigo

Inés Martín Rodrigo

Uno de los abuelos de Sigrid Kraus (Gunzenhausen, Alemania, 1964) escribía libros de no ficción y, un verano, su editor fue a visitarlo. Se encerraron en su despacho y, durante horas, trabajaron en un manuscrito. En aquel momento, ella descubrió que existía ese trabajo, el de editor, y supo que se dedicaría a eso. Tenía catorce años y, desde entonces, sólo dudo si hacerse pediatra, pero desechó la idea después de trabajar en un hospital de Brasil donde la pobreza era extrema. Pasó el tiempo, fundó, junto con Pedro del Carril, Salamandra, una de las editoriales más importantes de las últimas décadas en la literatura hispanoamericana, y se convirtió en una editora de referencia, respetada por autores y lectores.

Valeria Ciompi (Caserta, Italia, 1957), en cambio, empezó en el periodismo, aunque lo que más le gustaba era trabajar los textos, corregirlos, leerlos. Estuvo en el Ministerio de Cultura, en la Filmoteca... Hasta que se abrió la puerta de Alianza y decidió entrar. En los veintiún años que ha estado como directora de la histórica editorial, ha publicado a Peter Handke, Amin Maalouf o Yasmina Khadra, entre muchos otros.

Ahora, ambas han decidido echarse a un lado, no jubilarse, porque ese verbo es imposible de conjugar en este oficio que en realidad es una forma de vida. Pero sí priorizar lo personal. Porque, como dice Kraus, "hay cosas que hay que dejar ir para ganar otras". No se conocían, y ABRIL fue testigo de lo que podría ser el comienzo de una bonita amistad.

P. Una vez tomada la decisión, ¿qué piensan al mirar atrás?

Valeria Ciompi: Como editora, yo siempre me he sentido muy cómoda en la sombra. Lo que debe tener visibilidad son los autores y el catálogo, que es algo que puedo compartir con Sigrid. Estos 21 años han pasado volando. El reto era mantener vivo un proyecto editorial con una líneas muy claras y muy válidas, y estoy bastante contenta, porque Alianza sigue siendo Alianza.

Sigrid Kraus: Nuestra generación empezó con grandes editores de modelo. Beatriz de Moura y Jorge Herralde dominaban absolutamente. Ellos decidían lo que se leía en España. Nosotros, desde el día uno, tuvimos que ganarnos la vida con la editorial, era una manera de editar más pragmática. Tenía que ser rentable, pero sin renunciar a hacer lo que nos gustaba. Y Salamandra eso lo ha sabido conjugar bien, hemos sabido sobrevivir y, a la vez, hemos hecho una línea que nos gustaba.

P. ¿Quién define la línea de una editorial: el editor, los autores...?

V. C.: La línea es el catálogo, es la suma de los libros que vas publicando. Pero es curioso, porque hay libros que dices: no, este no... Cuando hablamos de los años 60 y 70 de la edición en España, se estaba construyendo la lista de lectura de este país, todo era nuevo. Ahora, la competencia es muchísima y los editores nos preguntamos si deberíamos reducir el número de novedades… Sí, pero ¿cuáles dejas de publicar?

Kraus: "cuando un autor salta mucho de editorial en editorial, está súper comprobado que eso arruina su carrera"

P. Está claro que es una industria. ¿Por qué hay reparo en reconocerlo como tal, en llamarlo mercado?

V. C. : ¿Cree que hay reparo?

S. K. : Sí, hay reparo. Hay mucho tipo de editor, también. A mí nunca me ha interesado publicar para minorías, pero respeto totalmente a los editores que les da igual que sus libros los lean 700. A mí me interesó siempre poder llegar a la máxima cantidad de gente y me frustraba muchísimo cuando no ocurría.

V. C. : En eso ha habido un cambio, también. Yo se lo digo siempre a los jóvenes editores que se van incorporando, el editor de la mecedora y la pipa no existe.

P. ¿Existió en algún momento?

V. C.: Yo creo que sí. Pero porque el mundo era distinto, los lectores estaban pendientes de los libros que publicaba ese mes una editorial porque había muy poco. En este momento, el editor tiene que tener dos miradas: una, la rentabilidad...

P. No puede perder de vista la cuenta de resultados...

S. K. : Exacto.

V. C. : Es cierto que hay proyectos editoriales que pueden sobrevivir y gozar de buena salud vendiendo 700 ejemplares, pero nadie puede permitirse no mirar eso. Entre otras cosas, porque lanzar tres libros puede ser fácil; diez, también, pero cuando empiezas a tener un catálogo de 50 títulos te tienes que enfrentar a las devoluciones, a los pagos...

P. El problema es que a veces se mira con cierto romanticismo al sector, desde fuera se idealiza, ¿no?

S. K. : Sí, hay una romantización de nuestro oficio. Yo misma, antes de meterme, tenía esa idea romántica del editor, pensabaque era el trabajo más bonito del mundo...

V. C. : Yo creo que es el trabajo más bonito del mundo, pero para poderlo hacer tienes que tener esa otra parte de la cabeza enfocada a…

S. K. : Y eso te tiene que gustar, también; o sea, a mí me gusta eso, quieres éxito, quieres que funcione.

P. ¿Y hay una tendencia a pensar que si un libro vende es malo?

V. C. : En eso tenemos un poco la culpa todos. En algún momento, se ha confundido a los lectores…

S. K. : A propósito, claro. 

V. C. : Sí, presentando como literatura lo que simplemente es una narración de oficio que puede ser muy entretenida. Eso ha llevado a la percepción de los lectores más críticos, más exigentes, de que lo que se vende es malo. Pero, ¿le echamos la culpa a los responsables de marketing, también? (ríen).

Ciompi: "En algún momento, se ha confundido a los lectores presentando como literatura lo que simplemente es una narración de oficio que puede ser muy entretenida"

P. Cuando ustedes empezaron, el marketing no formaba parte del oficio y de repente define al sector...

S. K. : Sí, define mucho. Es profesionalizar algo que el editor automáticamente ya hace. El problema es cuando esta persona se disocia demasiado de lo que es la edición, no conoce el libro y no sabe muy bien lo que tiene que hacer. Yo sigo pensando que el poder máximo tiene que estar en la figura del editor y todo lo demás tiene que derivar. Cuando tú adquieres los derechos de un libro, tienes una visión, te imaginas cómo será en el futuro y por qué venderá. Esa visión vale oro y hay que preservarla durante toda la cadena. Cuantas más trabas se le ponen a esa visión, cuanto más se interrumpe, menos posibilidad tiene el libro de tener el éxito que debe tener. Y esa es, un poco, la problemática del departamento de marketing que manda sobre el de edición.

V. C. : A mí lo que me preocupa de eso es la uniformización. Al decir «no podrás dejar de leer», «una lectura indispensable»... ¿qué le estás contando al lector? Y esas son las grandes apuestas de marketing.

Pero el último ejemplo de un gran éxito en España, El infinito en un junco, de Irene Vallejo, no tuvo campaña de marketing.

V. C. : Ese es el milagro de la edición. Si los departamentos de marketing supieran de entrada cuáles son los libros que se van a vender, los editores no seríamos necesarios.

S. K. : Hay una presión muy grande sobre el proceso editorial para simplificarlo y eliminar pasos. Por eso el momento actual es peligroso.

P. ¿Y qué es lo que está en peligro?

S. K. : El que digas: una corrección menos, nadie lo va a notar, este libro es muy largo, vamos a dejarlo, total, si hay cuatro erratas tampoco pasa nada… Que gente que piensa así gane sobre gente que piensa lo contrario. Es una batalla dura a medida que esto se hace más grande y más comercial y haya cada vez menos margen. Ahora, con la inflación, es un problema, ¿por dónde ahorras?

V. C. : Nos hemos beneficiado durante años de la estabilidad absoluta del precio del papel. Ahora, a lo mejor alguien se plantea: si tiene 50 páginas menos, a lo mejor puedo actuar más sobre el precio… En tiempos de crisis de lectura, los aspectos formales del libro son más importantes que nunca.

Ciompi: "¿Cómo podemos contratar libros que no han sido escritos? Hay autores de un libro al año, y el mercado español no resiste eso"

P. Por cierto, ¿cómo ha cambiado la relación entre el editor y el escritor?

S. K. : Oh, mucho. Ahora, prácticamente no hay escritor que no tenga agente, y es más difícil tener una relación cercana cuando hay alguien en medio. El autor también se ha profesionalizado, es una persona mucho más consciente de la parte monetaria, necesita mucha información, que me parece súper válido y muy correcto. Antes había muchos autores a los que les daba igual.

V. C. : Sí, eso es cierto, pero yo creo que los autores se sienten muy a gusto cuando tienen un editor con el que hablar de los proyectos, con el que comentar cosas… De hecho, a veces la decisión de publicar en una editorial u otra depende de quién es el editor. Y, a lo mejor, ahora, por ese cambio de modelo editorial va a haber autores que se van a encontrar un poco huérfanos... Eso pesa.

P. ¿Los autores actuales son conscientes del papel que el editor tiene en la carrera de un escritor?

S. K. : Yo creo que en este nuevo sistema muchas veces los agentes están cogiendo el papel del editor.

P. Pero un agente no es un editor.

S.K. : No debería, no...

V. C. : Es un lector, debería, por lo menos, ser un lector.

S.K. : Van a ser, cada vez más, agencias de servicios que se meten en todo, en publicidad, en marketing, trabajan el manuscrito... Y eso se debe también a que el editor de verdad cada vez tiene menos tiempo para dedicarse a eso, porque tiene que asumir una cantidad de trabajo de gestión que antes no tenía.

V. C. : A veces me pregunto si el número de personas que escribe no es mayor que el número de personas que lee... La mejor venganza del editor frente a la autoedición sería publicar los manuscritos tal como llegan a la editorial (ríen).

Kraus: "Si las grandes editoriales no se dan cuenta de la importancia de la figura del editor, otros la van a coger"

S. K. : El del editor con el autor es un vínculo muy especial, muy firme, de gran responsabilidad, por un lado, y, por el otro, de gran confianza. Y está en peligro. Si las grandes editoriales no se dan cuenta de la importancia de esa figura, otros la van a coger. La figura es necesaria. En la autoedición faltaría ese filtro, esa persona que hace de puente entre autor y mercado, es como poner un material en bruto.

P. ¿Y ese vínculo entre el editor y el escritor debe ser duradero?

V. C. : Es como las historias de amor: mientras dura la pasión, bien. Hay un momento en que esa relación se puede llegar a desgastar por la propia trayectoria de la editorial, por la propia trayectoria del autor…

P. ¿Por cuestiones monetarias?

V. C. : Por cuestiones monetarias, y luego hay otra cosa, y es que a veces dices: a lo mejor tienes que llevarte este proyecto a otra editorial donde empezar desde cero.

S. K. : Yo lo veo muy complicado. Hay muchos ejemplos de que, si acompañas a un autor durante una larga trayectoria, puede florecer y dar lo mejor de sí, y creo que le compensa. Pero, desde el punto de vista del mercado, es muy difícil mantener un libro tras otro que no llega a estas ventas, en un sistema en el que el librero compra de acuerdo con la venta anterior. Como editor, ¿en qué momento dices: no puedo acompañarte más? Cuando un autor en el que crees te da un libro flojo, lo deberías publicar, pero tienes que saber que eso va a hacer daño a tu marca, el coste es muy alto, pero lo haces pensando que en el futuro habrá una novela mejor. Por otro lado, cuando un autor salta mucho de editorial en editorial, está súper comprobado que eso arruina su carrera, es malísimo para su carrera, porque el público ya no sabe dónde encontrarlo, el librero tampoco… A mí me pasa que cuando un autor ha estado en muchas editoriales, aunque el libro me guste, muchas veces tengo que decir que no, porque, después de haber hecho todo eso, es imposible que ahora sea un éxito. Pero es un drama para los autores.

V. C. : En algunos casos, el autor es consciente de que es un libro pequeño, y le das una dimensión que no dañe el resto de la trayectoria, pero no es nada fácil.

S. K. : No, porque también al autor le va a decepcionar. Pero, si lo haces, lo que no debes hacer jamás es mentir. Si tú consideras que es un libro menor, lo tienes que publicar como un libro menor. Lo peor que hacemos en el mundo editorial es engañar y engañar y engañar.

V. C. : No podemos engañar al lector y al librero y a los medios.

P. Tampoco al autor...

V. C. : Pero, a veces, algunos autores, tengo en mente algunos pero no los vamos a nombrar, son conscientes de que es un producto menor, pero lo que quieren es que sus libros estén en catálogo...

Sigrid Kraus y Valeria Ciompi, fotografiadas poco después de su entrevista con 'ABRIL' en una librería madrileña

Sigrid Kraus y Valeria Ciompi, fotografiadas poco después de su entrevista con 'ABRIL' en una librería madrileña / Alba Vigaray

P. ¿Y qué piensan de esa tendencia, muy generalizada, a que el autor tenga que publicar cada dos años?

S. K. : No, yo no lo creo para nada. Se dice que, si no, desapareces, que eres una marca que se tiene que alimentar, pero no, para nada.

V. C. : No, y en España menos. En el mundo anglosajón a veces es una imposición del editor. Esto de contratar libros que no han sido escritos… ¿pero cómo podemos hacer eso? Hay autores de un libro al año, y el mercado español no resiste eso.

S. K. : Otra tendencia que nos preocupa a los editores es que el lector, por la gran cantidad de oferta, es más picaflor que antes. En la época en la que yo empecé, el lector era muy fiel. Ahora, es muy difícil conseguir que se quede con un autor. 

V. C. : Puedes tener una base, lo que yo llamo los 1.500 lectores que tienen los buenos autores, y esos son como fijos. Pero no sabes cómo vas a llegar a los que hay entre los 1.500 y los 50.000.