CRÍTICA

'Fábulas de robots', de Stanislaw Lem: androides como nosotros

Impedimenta continúa su recuperación de Stanisław Lem con ‘Fábulas de robots’

El escritor Stanislaw Lem.

El escritor Stanislaw Lem. / EPE

Franco Torre

Al rey Boludar le perdió la curiosidad. Coleccionista de singularidades cósmicas, no cejó hasta conseguir la rareza definitiva: un Homo antropos vivo, Paliducho. Aquel engendro se convirtió en la atracción de la corte, despertando la curiosidad de los súbditos y de la princesa Electrina. La joven se acercó a la jaula en la estaba recluido Paliducho, quien logró con artimañas que la princesa le diese su más preciado bien: la llave con la que, cada noche, daban cuerda a su entendimiento. Sin ella, Electrina quedó sumida en un sueño perpetuo.

Esta historia es una de las Fábulas de robots, libro de relatos de Stanislaw Lem (Leópolis, 1921-Cracovia, 2006) recuperado por Impedimenta en su esfuerzo por ordenar, resituar y reivindicar su obra. Se trata de una selección de cuentos, con el tono y la estructura de los cuentos de hadas o las fábulas, pero protagonizados por seres cibernéticos ambientados en galaxias lejanas y mundos extintos. Pese al carácter robótico de los personajes, no faltan reyes y princesas, monstruos y magos, dragones y paladines.

También hay villanos, a menudo seres como el indigno Paliducho. Porque aquel Homo antropos no tardó en revelar que era el responsable del sueño de Electrina. Chantajeó al rey: si no lo liberaba, no le daría la llave para despertarla. Boludar accedió, lo sacó de su jaula y puso una nave a su disposición. Justo antes de emprender el viaje interestelar que pondría fin a su cautiverio, Paliducho gritó al rey: "¡Aquí está la llave! Me la llevo para que tu hija jamás se despierte, y así me vengaré por la humillación de convertirme en el hazmerreír de tus súbditos al encerrarme en la jaula de hierro".

SIN MORALEJA

En las Fábulas de robots no hay asomo de moraleja. Lo que reina es una fina ironía y cierto pesimismo existencial que emerge al relatar el amargo destino de urbes y planetas legendarios como Crionia y Argentio. Este último, junto con todos sus habitantes, es martirizado por una sucesión de monstruos enviados por los antiguos creadores de los argentios, unos seres "salidos del mar" que persiguen a los robots rebeldes por todo el universo, condenándoles a la destrucción por su desobediencia. "El cosmos es infinito y sin fronteras, y tampoco tiene límites su odio, y cada día, cada hora, puede alcanzarnos".

Boludar, en cambio, no se rindió ante el aciago destino de su hija. Puso precio a la cabeza de Paliducho, y prometió la mano de Electrina y el trono a quien lograse recuperar la llave. Acudieron los más grandes héroes, pero fracasaron.

Para esta edición, Impedimenta ha escogido la traducción clásica de la obra al español: la de Jadwiga Maurizio, realizada directamente del polaco y publicada originalmente por Bruguera en 1981. Prolífica traductora de Lem, Maurizio es una figura muy interesante, objeto incluso de algún estudio académico (La mujer traductora y su visibilidad en la traducción editorial. Estudio aplicado a Jadwiga Maurizio, traductora de Stanislaw Lem al castellano, trabajo de fin de grado de María Inmaculada Lluch Tornero).

Maurizio, que emigró a España con su marido en 1942, acumuló experiencia como intérprete antes de dedicarse a la traducción. Es a partir de los 70 cuando comienza a traducir a Lem para Bruguera. Gracias a su labor, el público español trabó contacto con obras clave como esta Fábulas de robots, pero también La investigación, La fiebre del heno, Un valor imaginario (conocida como Magnitud imaginaria) y Ciberíada.

Con estas dos últimas, Fábulas de robots guarda estimulantes conexiones. Respecto a Un valor imaginario, prólogos de libros imaginados, está esa misma premisa de revisar en clave irónica, incluso subvertir, los géneros literarios, así como su condición de complemento respecto a otras obras del autor. Eso nos lleva a Ciberíada, que conecta con Fábulas de robots a través de los constructores Clapaucio y Trurl, protagonistas de los últimos relatos del volumen.

El último guerrero en partir fue Erg Autoexcitador. Tardó un año y seis domingos en volver, tras una epopeya cósmica, con la promesa de la muerte de Paliducho, la llave , una fabulosa historia y un secreto: nunca hizo tal viaje. Erg no era un guerrero, sino un cerrajero que esperó hasta que el resto de los competidores fracasaron. Solo entonces reapareció para devolver el entendimiento a la princesa. Reinó durante muchos años y, fue un gran gobernante.

'Fábulas de robots'

Stanislaw Lew

Traducción de Jadwiga Maurizio

Impedimenta

200 páginas

20,95 euros