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Los libros como objetos de regalo

Existe una amplia gama de libros concebidos por los editores como "objeto de regalo", al margen de la calidad de su contenido

Interior de la librería El Teller.

Interior de la librería El Teller. / ARCHIVO

Es bien sabido, y lo reitero por si alguien se olvida, que "un libro" es el mejor regalo. Eso en sí mismo es una de las verdades más grandes y, sobre todo, tiene una aceptación universal a prueba de dudas. Lo es un libro de bolsillo de 6 euros, y lo son todos. Pero ahora me quiero referir a los libros que compramos para regalar en Navidades y Reyes, y en general en las celebraciones.

Existe una amplia gama de libros concebidos por los editores como "objeto de regalo", al margen de la calidad de su contenido, que las más de las veces es excelente. Últimamente se han sumado al carro varias editoriales, algunas especializadas, otras no tanto, pero todas estas iniciativas tienen un común denominador: son libros bellos en la forma.

Pueden ser ilustrados, como es el caso del catálogo de la editorial Alma, que agrupa clásicos tanto de la literatura como del ensayo, con ilustraciones de dibujantes internacionalmente reconocidos y cotizados. Todos ellos son excelentes escusas para regalar ese  libro. Impedimenta también lanzó hace ya unos años la colección Visita nuestro Museo, que en formato XXL nos pasea por el planeta, por la naturaleza, con ilustraciones verdaderamente fascinantes.

Los Libros del Zorro Rojo, Nórdica o Lunwerg publican sin regularidad magníficos libros ilustrados, encuadernados en tapa dura. Edelvives también tiene una colección de clásicos infantiles y juveniles ilustrada y todos son bellísimos: destaco, porque soy muy fan, Alicia en el país de las maravillas ilustrado por Rébecca Dautremer.

Tenemos grandes editoriales dedicadas exclusivamente al regalo, como Assouline, Taschen, Konemann, cuyos libros son objeto de coleccionista. También quisiera destacar una iniciativa de Literatura Random House, con los tres maravillosos libros ilustrados de García Márquez: Cien años, El amor en los tiempos y El coronel no tiene quien le escriba… Tres excelentes ocasiones para regresar al realismo mágico del Nobel colombiano.

Pero también hay opciones más ocultas. Y me olvidaré seguro de varios, involuntariamente y por no hacer una lista exhaustiva, ya que no es ese el propósito. Por ejemplo, los libros de Reino de Redonda; la colección inimitable de Alba Maior; algunos ensayos de Acantilado; la colección Ineludibles de Navona; los clásicos liberados de Blackie Books y varias ediciones de Galaxia Gutenberg. Son títulos que no están necesariamente concebidos para el regalo, pero que por el cuidado de la edición, en el fondo y en la forma, el tacto y la traducción, el papel y la encuadernación, y también porque el precio de venta es superior a la media, pueden ser objeto de regalo o incluso de auto regalo, cuestión esta última que practico siempre que puedo.

PUERTA A UN MUNDO DESCONOCIDO

¿Qué nos brindan estos libros, que no lo hagan las ediciones normales o de bolsillo? Creo firmemente que mucho. En bastantes casos, son el primer libro que entra por las puertas de la casa de un niño; regalado por su tía o sus abuelos, y le abre los ojos a un mundo desconocido y fascinante. Si entra bien, ya nunca se irá y atraerá a muchos más. Y mal es difícil que entre, aún en el siglo XXI. Puede que al principio quede arrinconado entre otros regalos que destellan más inmediatamente, pero pasado un tiempo una mirada se detendrá en él, una mano lo abrirá y la magia iluminará la vida de ese “loco bajito que se incorpora” –como bien los llama Serrat– y ya no habrá forma de que lo suelte, y de que pida más y más…

También son el regalo ideal para un padre, una madre o para los abuelos, siempre que sean lectores empedernidos, y que a estas alturas de la vida ya tienen el tiempo necesario para deleitarse con aquella larga biografía que antes no pudieron leer y quizás también les pueda apetecer una segunda o tercera lectura de  aquella Regenta que leyeron de jóvenes y que ahora leerán con otra mirada.

Son pequeños detalles de la vida cotidiana, que es la vida real, que nos dan mucho y que cuestan poco.