PERFIL

Gonzalo Torné: un ensayo bala

En su último libro logra lo que todo buen ensayo aspira a conseguir: que volvamos a enamorarnos de los debates que ya parecían manoseados

El escritor Gonzalo Torné

El escritor Gonzalo Torné / JOAN CORTADELLAS

Manuel Guedán

Manuel Guedán

¿Se acuerdan de Gonzo? El muppet azulón que, con un vitalismo temerario, a las primeras de cambio se enfundaba un casco y, cual hombre-bala, se disparaba desde un cañón para aterrizar cuanto más lejos mejor. Esa, la del narizón Gonzo, es la foto de perfil que gasta en Twitter Gonzalo Torné y su actitud es la que el escritor ha adoptado para escribir su último libro: La cancelación y sus enemigos (en nuevos cuadernos Anagrama).

"Lo peor de promocionar un ensayo (y mira que es breve y flamenco) es que ante la perspectiva de cada nueva entrevista me tengo que repasar el libro a ver qué digo allí. Las ideas no paran de matizarse y de moverse. No se están quietas", tuiteaba hace unos días el autor. Reivindicar el carácter cambiante y dialéctico del pensamiento no es un lugar común en este caso, pues son características que el texto lleva inscritas en su misma concepción.

Me explico: el ensayo viene firmado a cuatro manos y consta de un primer artículo de Torné, una respuesta epistolar de Clara Montsalvatges y una última contestación de aquel. Y si no hemos hablado de la foto de perfil en Twitter de esta misteriosa coautora es porque se trata es un personaje que habita, de una u otra forma, en casi todas las novelas de Torné. Un recurso este, el del interlocutor ficticio en un ensayo, tan sugerente como arriesgado, por la tentación de utilizarlo para dar réplicas simplistas que realcen las ideas propias.

Combate de ideas

No es el caso. Aquí el combate de ideas es sofisticado y productivo; lean qué cosas apunta Clara: "La imaginación de un novelista (o de un cineasta, o de un buen cómico, o de un ensayista) es libre, pero no es irresponsable, siempre se está midiendo con el mundo al que trata de comprender y replicar".

El ensayo parte de algunas cuestiones elementales: ¿de dónde viene la cancelación?, ¿es una censura de sesgo puritano o una sobreactuación con la que unos pocos tratan de protegerse de las críticas?, ¿se pueden separar la esfera estética y de la moral de una obra? Respecto a esto último, los dos interlocutores coinciden: no, no se puede. Y eso significa que los aspectos políticos deben ser tenidos en cuenta para juzgar la obra, como que no pueden ser el único criterio válido para desestimarla. 

Las dos voces están de acuerdo en tomar Orientalismo, de Said, como punto de referencia para una crítica de la representación, y de ahí saltan al legado de Shakespeare, Proust, Dickens o Balzac para ilustrar sus argumentos; también crean y refutan conceptos nuevos—audiencias emancipadas, la cancelación positiva o la cancelación interior— con los que, sin perder el espíritu lúdico e intrépido de Gonzo, dotan al tema de mayor perspectiva histórica y abren nuevos pliegues de sentido. Así logran lo que todo buen ensayo aspira a conseguir: que volvamos a enamorarnos de los debates que ya parecían manoseados.

'La cancelación y sus enemigos'

Gonzalo Torné.

Nuevos cuadernos Anagrama.

104 páginas.

10,90 euros.