Celebrar cada título como si fuera una Champions

Tres heridas se encuentran en el palmarés del Atlético. Milán, Lisboa y Bruselas. Tres derrotas crueles y sin consuelo para los rojiblancos en Champions. Dos, para más dolor, contra el gran rival, el Real Madrid. Y aun así, nada impide al equipo haber celebrado a lo grande cada triunfo logrado en O’Donnell, los Metropolitanos o el Vicente Calderón. Porque cada partido es una ceremonia de confraternización para una afición rebelde que disfruta tanto en el camino hacia la victoria como en ella. 

El Pupas ya no lo es, como entonó Vicente Calderón tras la derrota en la Copa de Europa ante el Bayern de 1974. Mucho ha pasado desde la primera Liga de 1940. Como poco, otros 10 campeonatos domésticos, a los que hay que sumar 10 Copas del Rey, la última ganada en el Bernabéu al Real Madrid, a quien también tumbó en su última Supercopa de Europa. Porque el Atlético ha sonreído en los campos del Viejo Continente, con tres Europa Leagues y una Recopa, además de un sinfín de desplazamientos masivos que han coloreado las gradas, embajadas de la particular filosofía rojiblanca.

La defensa de una camiseta con la que echar raíces

Ser jugador del Atlético de Madrid siempre ha sido más que firmar un contrato y abrazar los latiguillos en rueda de prensa. Desde el inicio, los jugadores que han saltado de rojiblanco al césped se han convertido en fieles a una causa que no siempre ha sido fácil de defender. Sin necesidad de un estilo de juego único, bajo la batuta de hombres como Zamora, Luis Aragonés, Antic o Simeone, estos 120 años han dejado algo claro: ser futbolista ‘colchonero’ implica dejar cada gota de sudor en el campo.

Los que no lo hicieron, fueron y serán unos inadaptados en un Atlético donde han sobresalido jugadores de distinto pelaje. 

Desde el habilidoso Ben Barek hasta el aguerrido Adelardo, con sintonías varias, que van de la samba de Luis Pereira al rock n roll de Futre o las sinfonías de Collar y Gárate, además del tempo de Pantic. Artistas con relevo generacional a través de Torres o Koke. Referentes de un club donde el honor no se consigue con una simple suma de partidos, de ahí que el Atlético tuviera que cambiar su ‘Paseo de Leyendas’ por el ‘Paseo de los Centenarios’. Porque ser rojiblanco implica serlo hasta el final de tus días. No es cuestión de números.

Un futuro para no dejar de creer en rojiblanco

Si hay un equipo con futuro, ese es el Atlético. No es cuestión de proyectos o economía, que podrían presentar más o menos asteriscos, es una tendencia vital. La del no dejar de creer y, sobre todo, haber sido capaz de transmitir la pasión de padres a hijos sin demasiado esfuerzo. Como si el coraje y corazón que reciben al visitante del Metropolitano fueran argumentos más que suficientes para dar mover el destino de un club tanto o más acostumbrado a perder que a ganar sin que ello importe más de la cuenta. 

A lo largo de estos 120 años, el Atlético ha conseguido construir una tercera vía futbolística en España, de la que forman parte otros equipos históricos, pero que en el caso rojiblanco debe desafiar al equipo más ganador del mundo con el que convive y batalla en su ciudad. Pero Neptuno siempre espera a que llegue la marea rojiblanca, con sus cánticos por los tres goles de Falcao al Chelsea en 2012, el gol de Saúl al Bayern en 2017, el acierto de Irureta ante Independiente en 1974, la diana de Forlán al Fulham en 2010, el gol de Kiko al Albacete en 1996…

Y tantos otros que llegarán para un club históricamente singular sin miedo a que los aniversarios le pasen por encima.