ENTREVISTA

Juan Villoro, escritor mexicano: “La FIL de Guadalajara no desaparecerá. Sería un golpe terrible para la cultura hispana”

Con presentaciones de sus dos últimos libros, un título nuevo y una reedición, estos días en España, charlamos con el autor sobre el futuro de la Feria del Libro de Guadalajara tras el reciente fallecimiento de su presidente, Raúl Padilla

El escritor mexicano Juan Villoro en 2018.

El escritor mexicano Juan Villoro en 2018. / José Méndez - EFE

Juan Cruz

Juan Cruz

Juan Villoro (México, 1956) es uno de los grandes escritores mexicanos, cuya pasión literaria no conoce fin ni géneros, pues practica con éxitos parecidos el teatro, la novela y el periodismo, incluido en este último rubro el fútbol, a cuya adoración azulgrana le debe grandes páginas, muchas derrotas y una pasión que, siendo contradicha muchas veces con las pérdidas, le ha dado días de enorme inspiración narrativa. Entre sus libros están El testigo (premio Herralde de Novela), La casa pierde, Materia dispuesta, La tierra de la gran promesa o la última y recién publicada La figura del mundo (Random House).

En su país, y también fuera de él, en España, por ejemplo, Villoro es un referente para todo lo que ocurre en los ámbitos sociales, culturales o políticos de su país, aunque siempre mirando a España y a otras realidades hispanoamericanas. Como ha vivido la FIL (Feria Internacional del Libro) de Guadalajara desde que ésta nació evocando el nombre de Juan Rulfo, el gran autor de Jalisco, hemos querido saber de sus palabras un balance de esa feria, a la que siempre ha acudido y a la que ahora, tras el suicidio de su presidente y fundador, Raúl Padilla, conviene mirar porque de su porvenir depende, dice él, lo que significa ahora, gracias a ese importante evento anual, la literatura que se hace en los países de nuestra lengua. Él cree que la FIL no desaparecerá, y explica por qué desde la perspectiva del que la conoce, la ha vivido y la quiere.

P. ¿Cuál sería, en este momento, su balance de lo que supone la Feria del Libro de Guadalajara para la cultura literaria hispanoamericana?

R. Cuando comenzó la FIL yo tenía 30 y pocos años, de manera que en todo este tiempo la FIL se convirtió en una plataforma esencial para mí y para mi generación. Es la feria más importante en nuestro idioma y vende muchos ejemplares y recibe miles de visitantes. Pero lo esencial es que se convirtió en el foro de discusión cultural más importante de nuestros países. Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez propiciaron que se creara la Cátedra Julio Cortázar, de manera paralela a la Feria, y los países invitados siempre han rebasado su literatura. Llevan invitados de su cine, su pintura, su teatro, incluso su gastronomía. También ha sido un foro abierto a todas las ideologías políticas. Ahí se ha expuesto todo el pensamiento contemporáneo, para educación y aprendizaje de todos.

P. Y ahí ha estado Raúl Padilla todos estos años.

R. Raúl Padilla logró aglutinar también a políticos y empresarios, a figuras locales, nacionales e internacionales de altísimo nivel. Porque él tenía un sentido fino para la circulación de la cultura y la forma en que debía hacerse. Por eso su suicidio deja un hueco que es prácticamente imposible de llenar por su liderazgo único. Obviamente él tenía una agenda política personal, pero lo importante es que logró configurar la feria más importante en nuestro idioma, reconocida, por cierto, hace un par de años con el Premio Princesa de Asturias.

P. ¿Esta feria es la aportación más importante de México a su literatura y a las literaturas ajenas?

R. Es la principal contribución de México a la industria cultural de nuestro idioma. Sin duda alguna. Desde el punto de vista literario… no lo sé. Porque las literaturas avanzan de manera diferente. Diría que más que un fenómeno literario, la feria ha sido un fenómeno editorial. El más importante de los últimos tiempos. La industria cultural no sólo consta de cifras de ventas, sino también de tendencias culturales, tendencias que se difundieron o se crearon en la feria. Eso ha sido algo muy importante.

La feria es una maravillosa puesta en escena de la cultura. La gloria no es algo que llegue de manera divina, sino que se trata de un proceso productivo, hay que generarlo"

P. ¿Cómo la FIL fue dominando el ego literario de los grandes?

R. El éxito cultural es una representación. La feria es una maravillosa puesta en escena de la cultura. La gloria no es algo que llegue de manera divina, sino que se trata de un proceso productivo, hay que generarlo. Y la feria se ha encargado de hacerlo. Ahí se han dado a conocer autores o se han consagrado otros. No a todos se les ha dado la misma importancia, eso también es verdad. Pero siempre ha sido la gran oportunidad para conocer la literatura de otra manera o dar a conocer que se podía leer de otra forma.

P. ¿Cómo convivieron los autores consagrados con la FIL?

R. Ha dependido de la personalidad de cada uno. A Gabriel García Márquez no le gustaba mucho aparecer en público, pero sabía que a esa feria había que ir, sí o sí. Carlos Fuentes, que era un magnifico orador, siempre participaba en todas las ferias y también invitaba a escritores de distintas lenguas que él conocía. José Saramago hizo lo mismo y su presencia fue esencial. También ocurrió eso con actores como Damián Bichir, Diego Luna, Gael García Bernal… Los políticos también sabían que tenían que ir. Aunque esto no siempre tuvo buenos resultados. Recordemos la vez en que fue Enrique Peña Nieto, del PRI, y le preguntaron cuáles eran los tres libros que lo habían marcado y él fue incapaz de decir tres títulos. Eso lo retrató, ¿no?

P. Pero luego los políticos han hecho a un lado la FIL, ¿no?

R. Sí. Porque la FIL recurrió a apoyos políticos y las alianzas que luego se rompen. Raúl Padilla fue muy cercano a AMLO [el presidente Andrés Manuel López Obrador], pertenecieron al mismo partido, el PRD, pero unos años después Raúl Padilla buscó otras alianzas y, en las últimas elecciones, él apoyó al PAN, es decir, cambió de bando, por decirlo en términos coloquiales. Entonces AMLO pensó que Padilla se había vuelto un conservador y, por lo tanto, alguien contrario a él.

P. Lo que pasó con el nombre del Premio Juan Rulfo, el más importante que entrega la feria, ¿fue algo simbólico?

R. Fue algo muy triste. Juan Rulfo es el principal narrador mexicano, nació en Jalisco, y era normal que el gran premio de la FIL llevara su nombre. Los herederos de Rulfo consideraron que se estaba abusando del uso de ese nombre por unas declaraciones que hizo uno de los ganadores del premio, Tomás Segovia, y utilizaron eso como pretexto para decir que mejor le quitaran ese nombre al premio. Hubo un pleito legal y la FIL ganó, pero los herederos apelaron y finalmente se tuvo que quitar el nombre. Fue un incidente, pero… un incidente muy, muy, lamentable. Y luego está lo del premio que se le dio a Alfredo Bryce Echenique, por los plagios que él había cometido y porque la FIL depende de la Universidad de Guadalajara que, por ejemplo, en sus tesis de grado jamás permitiría un plagio. Echenique tenía más de 40 plagios comprobados y eso fue algo tremendo.

P. Ahora viene la nueva edición de la Feria. ¿Qué porvenir le ve?

R. Tal vez sea difícil que sin Raúl Padilla la FIL siga teniendo los múltiples apoyos con los que ha contado. Cuando él fue rector de la Universidad de Guadalajara echó a un grupo armado que operaba dentro de la universidad con el permiso de su antecesor. Ese rector que le antecedió es el padre del actual gobernador de Jalisco. Entonces se dio una rivalidad importante y hoy la FIL no cuenta con el apoyo del gobernador ni con el apoyo de AMLO, como he explicado antes, y quién sabe si los apoyos que logró reunir continúen. La feria va a continuar, eso sin duda, pero quién sabe si perderá algunos apoyos.

P. ¿Ese es un verdadero peligro?

R. No, no. La FIL no desaparecerá. Eso sería un golpe terrible para toda la cultura hispana, pero… si no se protege, tal vez pueda convertirse en un evento más y deje de ser la gran plataforma cultural que ha sido. Hay que esperar a ver qué ocurre, pero no puede estar desamparada. Hoy, más que nunca, necesita del apoyo de todos.

P. Aquí en España casi no se ha hablado de estos hechos y de esta importante circunstancia, la ausencia de Raúl Padilla. Aquí sorprendió, además, que fuera suicidio la causa de su muerte…

R. Sí. Desde el primer día. Incluso había una nota que así lo acreditó, todos los investigadores del caso así lo catalogaron y ahora hay una investigación para esclarecer las causas. Raúl Padilla estaba enfermo, tenía presiones políticas, su padre y su hermano también se suicidaron y eso era algo que estaba en su imaginario y tal vez él también haya querido ejercer esa salvaje libertad. Por lo demás… pues, oye, qué pena que España no le esté prestando mucha atención al asunto, simplemente porque el país invitado próximamente es España. Así que… debería estar atenta, ¿no?  

Los Villoro se encuentran en las librerías

El padre de Juan Villoro (Barcelona 1922, México 2014) fue un filósofo mexicano que era, en vida y más acá de la muerte, tan famoso y tan querido como lo es ahora su hijo. Éste es un intelectual, un novelista, cuya brillantez arranca públicos igual que los arrancaron, dentro y fuera de México, Octavio Paz, Carlos Monsiváis o José Emilio Pacheco. Ahora el Villoro mayor y el Villoro joven se juntan en un libro que éste ha escrito, La figura del mundo. El orden secreto de las cosas (Random House), en honor del conocimiento que se debe al filósofo que fue su padre, y que filosofaba “hasta hablando de fútbol”.

A nuestro pedido, este es el retrato que Juan Villoro hace de Luis Villoro: “Este es un libro de memorias sobre mi padre. Escribirlo fue un viaje de autoconocimiento, que me llevó a entenderlo de otro modo. Cada hijo tiene un padre un tanto imaginario, en la medida en que construye mentalmente la imagen que tiene de él. Quise explorar el insondable misterio que te depara alguien próximo y al mismo tiempo ajeno, pero también describir una época del pensamiento y las luchas sociales. Mi padre fue un filósofo que fundó partidos políticos de izquierda, participó en el movimiento estudiantil del 68 y fue asesor de los zapatistas en Chiapas. La figura del mundo es una historia íntima y social en la que descubro secretos familiares a los que sólo pude llegar al ponerlos por escrito”.

Y a la vez Juan Villoro rescata para este tiempo su Materia dispuesta (Almadia), la novela que publicó en España hace veinticinco años y que aquí presentó en su día Juan José Millás. “La historia”, dice ahora el novelista, “recorre veintiocho años en la vida de un personaje, enmarcados en dos terremotos que sacudieron México. Es una reflexión irónica sobre la identidad, una novela de aprendizaje en un entorno donde todos los valores son ambiguos. Uno de ellos es el de la sexualidad. Hace un cuarto de siglo el protagonista desconcertó a algunos lectores, hoy la situación es distinta: hablamos de nuevas masculinidades, sexualidad no binaria, cultura trans, géneros fluidos. Mi personaje entiende el destino erótico como algo siempre modificable, de ahí que sea 'materia dispuesta'. Su mascota es el ajolote, animal anfibio que habita dos realidades y aspira a mutar en salamandra”.

Los Villoro, pues, se encuentran en las librerías. Materia dispuesta será presentada este 11 de mayo en la Librería Machado de Madrid, con Luis García Montero, y la misma novela será introducida por Antonio Lucas en la Librería Alberti el día 18 de la semana siguiente. Mientras que será el filósofo Javier Gomá quien presente La figura del mundo. El orden de las cosas sobre Luis Villoro en el Círculo de Bellas Artes el siguiente 24 de mayo.